Tenis

Las memorias de Björn Borg: cuando el tenista al que todos amaban cayó en el alcohol y las drogas

Björn Borg en el momento de ganar uno de sus 5 Wimbledom
Björn Borg en el momento de ganar uno de sus 5 Wimbledon. (Getty Images)
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A Björn Borg se le quiso como se quiere a los héroes que parecen perfectos: imperturbable, elegante, casi irreal. El hombre al que el mundo bautizó como “Ice-Borg” por su calma glacial en la pista acaba de contar, por fin, qué ocurría cuando se apagaban los focos. Y lo que aparece en sus memorias, ‘Latidos’, no es el mito frío, sino la historia de un ser humano atrapado durante años en las adicciones, las sobredosis y el miedo.

Del “Ice-Borg” a la caída: el vacío tras retirarse a los 26

Borg fue, durante la segunda mitad de los 70 y el inicio de los 80, algo parecido a una deidad del tenis, acumulando nada menos que 11 títulos de Grand Slam, incluyendo cinco Wimbledon consecutivos y seis Roland Garros antes incluso de cumplir los 26 años. Su estilo de juego, desde el fondo de la pista, con liftados pesados y un autocontrol inquebrantable, alimentó el fuego, el del sueco que ni se despeinaba mientras al otro lado de la red ardía John McEnroe.

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Precisamente por eso su decisión de retirarse tan joven, en 1983, se leyó durante décadas como un misterio. En su libro despeja buena parte de esas dudas. Ahí Borg explica que la combinación de fama global, presión constante y una relación complicada con el hecho de ser famoso fue erosionándole por dentro desde mucho antes de abandonar el circuito.

Después de colgar la raqueta, el silencio público no trajo paz, sino vértigo. En sus memorias relata que, a partir de 1982, comenzó a consumir cocaína y otras sustancias, y que la primera vez que probó la cocaína sintió un subidón tan fuerte como el que le daba el tenis. La ecuación estaba servida. Ya sin la adrenalina de los grandes partidos, empezó a buscar ese mismo pico en la droga.

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Drogas, pánico y hospital: la década perdida

Sus memorias ni camuflan ni esconden nada. Borg habla de pánicos nocturnos, autodestrucción y años de abuso de alcohol, drogas y pastillas que utilizaría como una forma tortuosa de “automedicación”.

Esto le llevo a vivir muchas situaciones límite, pero dos de ellas destacan sobre el resto. La primera fue una sobredosis en Italia en 1989, que durante años se interpretó como un intento de suicidio, pero que en realidad fue un episodio accidental relacionado con el consumo, y no un gesto deliberado para quitarse la vida.

El otro es otra sobredosis en Holanda en los 90, tras una mezcla de alcohol, drogas y pastillas que lo llevó al hospital. En sus memorias se describe una escena en la que despierta en la cama y ve a su padre al lado, un momento que define como su “vergüenza más grande”.

Todos los extractos de Latidos resumen ese periodo como una “década perdida” marcada por episodios casi mortales y un espiral de adicción que estuvo a punto de costarle la vida. Durante mucho tiempo, lo único que había admitido en público era haber probado la cocaína “una vez”; ahora reconoce abiertamente que hubo un consumo rampante que se prolongó durante años.

El contraste con la imagen pública de Borg durante esos años no puede ser mayor. Mientras el mundo seguía viendo al extenista como un mito retirado y algo enigmático, él se movía entre fiestas, desplomes emocionales y negocios fallidos, con problemas económicos graves y una vida privada de lo más convulsa.

Borg en la actualidad

Confesar a los 69: adicciones, cáncer y segunda oportunidad

Borg ya tiene 69 años y firma sus memorias junto a su esposa Patricia. La obra se presenta como un relato “cándido” en el que, después de décadas de hermetismo, decide contarlo todo, desde su niñez, su explosión adolescente en el tenis profesional, la rivalidad con McEnroe, la retirada, las adicciones y el presente.

Dentro de ese presente hay un capítulo inesperado, el de su lucha contra un cáncer de próstata “extremadamente agresivo”, diagnosticado en 2023, que le llevó a una cirugía en 2024 y le ha dejado en remisión, con revisiones cada seis meses. Para Borg esta batalla es similar a jugar una final de Wimbledon “cada día”, con un rival que no se puede controlar.

La enfermedad se cruza así con una historia de adicciones, por mucho que Borg lleve años sin consumir drogas, y viva hoy en una época de estabilidad, con su familia en el centro, y en su papel como capitán de equipo en la Laver Cup hasta 2024. Ha sido precisamente esta tranquilidad la que le ha permitido mirar hacia atrás sin necesidad de maquillajes.

Su historia no busca el morbo, sino un repaso sin ambages de un mito que durante demasiado tiempo ha sido todo un enigma. Para quien creció viéndole como el campeón imperturbable que era, ‘Latidos’ es casi un shock, al contraponer la frialdad del deportista en la pista con las flaquezas de la persona que fue fuera de ella, año tras año, al borde del derrumbe.