Las tres razones de peso que hacen de la ermita de San Miguel de Arretxinaga un templo único en el mundo

Las tres gigantescas con más de 40 millones de años llevan ahí mucho tiempo más que el propio templo
Las tres gigantescas con más de 40 millones de años llevan ahí más tiempo que el propio templo.. Redacción Euskadi
  • Por fuera nada hace presagiar lo que este templo del siglo XVIII esconde en su interior

  • Las tres rocas gigantes de 40 millones de años se sujetan entre sí y crean una especie de altar

  • Se dice que quien pasa tres veces bajo ellas encuentra pareja o se casa en un año

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BilbaoNo es la ermita más famosa de Vizcaya, porque ese mérito se lo lleva San Juan de Gaztelugatxe, en un islote entre Bakio y Bermeo y al que se accede subiendo 241 escalones, pero la ermita de San Miguel de Arretxinaga, en Markina (Vizcaya) es única en el mundo. A simple vista, parece un pequeño templo más, pero nada más lejos de la realidad. En su interior guarda tres razones de peso que la hacen irrepetible. Y no, no es una exageración de esas que achacan al carácter bilbaíno...

En un bucólico enclave en el que confluyen los ríos Artibai y Urko Ibaia, se levanta este pequeño templo en piedra sin labrar, construido durante siete años a partir de 1734, sobre las ruinas de una antigua ermita. De planta hexagonal y tejado piramidal, cuenta con una cúpula de seis nervios unidos en el centro por una clave de decoración vegetal.

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La entrada a la ermita es sencilla y en su eje superior se sitúa un pequeño campanario. Hasta ahí, nada fuera de lo habitual. La sorpresa está dentro. La propia Iglesia la define como "una rareza en el ámbito de la cristiandad occidental". 

Por fuera parece un pequeño templo más en un bonito paraje entre los ríos Artibai y Urko Ibaia
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El visitante podría pensar que en el interior le espera el típico altar con un retablo, más o menos ornamentado. Nada más lejos de la realidad.

Los solteros y las rocas

Ante unas pocas hileras de bancos, el espacio central de la ermita lo ocupan tres gigantescas piedras de sílice cuarzo que se sujetan entre sí y que crean entre ellas una pequeña capilla que alberga en su interior la figura del Arcángel San Miguel, que aparece empuñando una lanza contra una representación del demonio que yace bajo sus pies en forma de dragón.

Ese atípico altar es el corazón de esta ermita construida como una especie de cascarón para dar cobijo a esa formación geológica de más de 40 millones de años, que fue lugar de culto pagano de muchos feligreses que llegaban atraídos por las enormes rocas que, además, dan nombre al lugar, ya que, en euskera, Arretxinaga significa “lugar donde yacen las piedras”.

No hay consenso sobre el origen de estas piedras, que algunos achacan a la propia naturaleza, mientras que otros creen vislumbrar tras ellas una construcción prehistórica. En torno a ellas se han ido conformando diversas creencias como las que atribuían a estos peñascos gigantes virtudes milagrosas para sanar a quienes las tocaban o la capacidad de lograr que encuentre pareja o se casen antes de un año aquellos que pasan tres veces por debajo sin tocar las paredes.

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