Ciclismo

El reto de Ibai Uribe en recuerdo de su padre asesinado por ETA: subir el monte Mandubia en bici 25 veces en 14 horas

Larra Larrau, Septiembre del 2024
Imagen de archivo de la carrera ciclista Larra Larrau. Ibai Uribe
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San SebastiánSubir y bajar los 532 metros de altitud de un monte, en bicicleta, 25 veces a lo largo de 14 horas será para muchos “una salvajada deportiva”, pero para Ibai, que este lunes 14 está inmerso en este desafío, se trata de un proceso “terapéutico” para dar a conocer su historia y recordar que es capaz de superar las cuestas que la vida te pone por delante.

Cuestas que, en el caso de Ibai y su familia, han sido de proporciones épicas. Un día como hoy de hace 24 años, ETA mató a su padre, Mikel Uribe, entonces subcomisario de la Ertzaintza en Leaburu. Precisamente, este lunes 14 de julio ha sido el escogido por este guipuzcoano para acometer este desafío, en el monte Mandubia: 300 kilómetros en bici y 9.000 metros de desnivel, en menos de 14 horas. Se trata de igualar el desnivel positivo del monte Everest (8.488 m+).

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A las cinco de la mañana, el de Beasain ha comenzado su reto que espera culminar hacia las 19 horas de este lunes. La fecha escogida para llevar a cabo el ‘Everesting Mandubia’ no ha sido elegida al azar, sino que es “el día que ha marcado mi vida, el aniversario del asesinato de mi padre”.

Ibai Uribe: vivir sin máscara

El 14, fue para Ibai durante mucho tiempo un número maldito, que le recordaba a aquel aciago día de hace 24 años en el que ETA mató a Mikel, e incluso al número de “nuestra antigua vivienda de Legorreta y por ende con el sufrimiento vivido en ella”. Sin embargo, la vida le ha mostrado que “lo que hoy es malo, mañana puede ser bueno”, tanto como para conocer a su mujer un 14 de julio o que la vivienda en la que hoy reside junto a su familia también esté numerada con el 14.

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Ibai recuerda como tras el asesinato de su padre “continuamos nuestro camino sin cambiar apenas nada, viviendo en Legorreta, con el mismo día a día y en el mismo entorno. Ni escapar ni reivindicar nada, simplemente vivir, lo más dignamente posible”.

En esa búsqueda de “normalidad”, el joven Ibai se puso una máscara, “que me servía para esconder el dolor tras ella y vivir como si no hubiera pasado nada”, “me servía para vivir sin rabia ni odio y que me ha permitido incluso respetar y querer a muchas personas del “otro bando”. Hoy, con 37 años, Ibai se quita esa máscara: “Quiero vivir sin ella. Quiero hacer la misma vida, con los mismos amigos y en el mismo entorno, pero sin cargas. Para poder vivir y amar libremente, tal y como soy y con la cabeza alta”.

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