Siete días ya de invasión en Ucrania. Siete días lleva Rusia asestando durísimos golpes al corazón de las ciudades, que siguen sin capitular.
Arrecian los bombardeos en Kiev en un cerco salvaje que deja barrios enteros destruidos por la artillería rusa y decenas de muertos y heridos. Sin miramientos, se suceden también los ataques sobre Járkov, donde la batalla por evitar su conquista está siendo encarnizada. Rusia sigue con su hoja de ruta e intenta el derribo de una nueva torre de comunicaciones para sumir al país en un apagón informativo. Y sin quitar su punto de mira sobre el resto de flancos, donde no dejan de caer misiles, como en otra ciudad al oeste de Kiev pulverizada, donde buscan supervivientes.
Ucrania asegura que ya son 2.000 los civiles muertos en esta invasión de la que intentan defenderse. Atravesando varios camiones e interponiéndose en la carretera, unos trabajadores de una de las mayores plantas nucleares del país han tratado de cortar el paso al invasor. La resistencia es feroz, al igual que el miedo que abarrota los andenes de los que salen los trenes hacia Polonia. Más de 800.000 ucranianos ya han cruzado las fronteras, pero podrían llegar a ser cinco millones los desplazados.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, rectifica sobre el envío de armas a Ucrania. "España entregará a la resistencia ucraniana material militar ofensivo", ha dicho en el Congreso de los Diputados; un anuncio que no ha sido aplaudido por cuatro de los cinco ministros de Unidas Podemos. La guerra desestabiliza la coalición de Gobierno y abre fisuras, también, en las filas de Podemos.