La imagen de un hospital militar de Bagmut en Ucrania: intentando salvar vidas entre tinieblas

La Guerra entre Rusia y Ucrania está dejando imágenes devastadoras por todo el país. Multitud de ciudades ucranianas están siendo arrasadas por los continuados ataques de bombarderos rusos, una de ella Bajmut, una ciudad situada al este de Ucrania y de gran relevancia para el Kremlin debido a su posición estratégica para tomar otros puntos de la Región del Donbás. Los fuertes ataque por aire y tierra han dejado una imagen de desesperación en los hospitales de la zona, quienes intentan salvar angustiosamente la vida de los habitantes de la ciudad y del ejercito ucraniano que ha sido víctima de los ataques.

Los fuertes ataques llevan sucediéndose en Bajmut desde este verano como un grito desesperado de Putin por hacerse con la ciudad tras las múltiples derrotas que se han producido en la zona y de gran importancia para el Kremlin como son Járkov y Jersón. Para ello, Rusia se está valiendo del grupo paramilitar Wagner quien le está ayudando a conquistar una ciudad prácticamente destruida.

Los hospitales de Bajmut sin luz, intentan salvar a las víctimas a oscuras

La situación en Bajmut es muy complicada, la ciudad lleva asediada por el ejercito ruso prácticamente desde el inicio del conflicto hace 288 días. Los misiles sobrevuelan las cabezas de la población durante las 24 horas del día, llegando a utilizar bombas de fósforo. Unas armas incendiarias que provocan graves quemaduras en la piel, o incluso la muerte. En el improvisado hospital militar de la ciudad no dan a basto. Sin luz y sin apenas suministros intentan salvar la vida de los cientos de heridos que llegan a la instalación, tanto civiles como militares. Además, también se ha convertido en un refugio para los cientos de ucranianos que huyen de los constantes bombardeos.

Al igual que en otras ciudades, los ucranianos buscan cualquier cobijo cuándo comienza a sonar la sirena de emergencia. En Kiev, hasta 100 personas pueden refugiarse en los sótanos, en muchos acasos se quedan ahí hacinados durante horas hasta que el rugir de las explosiones se detiene.

Prácticamente ya se han acostumbrado a vivir bajo tierra, por ello ya han ido acondicionándolos para hacer de este momento desesperante algo más ameno. Instalan sillas, mantas, dejan víveres, todo lo necesario para subsistir durante un largo periodo de tiempo. Incluso en muchos llegan a disponer de habitaciones con camas, donde los más pequeños y mayores pueden descansar de los interminables bombarderos.