“Y al final fue una actriz porno la que salvó América”. Con este chiste que circula estos días por Estados Unidos, los 'antitrumpistas' adelantan la muerte, eso creen, de la carrera política del expresidente.
Sin embargo, la imputación de momento ha movilizado a los seguidores de Donal Trump, quien, además de recaudar en solo 24 horas cuatro millones de dólares en donaciones y de dispararse en las encuestas frente a otros precandidatos conservadores, ha logrado que el partido republicano cierre filas con él.
Otra cuestión sería sus opciones, ya en presidenciales, frente a Joe Biden. Pero hasta ese hipotético escenario queda un largo proceso judicial para determinar la responsabilidad de Trump en los pagos a Stormy Daniels para comprar su silencio, mediante un posible delito de falsedad mercantil, y agravantes como financiación ilegal de campaña y conspiración para influir en elecciones.
El camino arranca la semana próxima con el viaje del magnate a Nueva York, donde el martes se le tomarán las huellas y le harán la típica foto del sospechoso antes de comparecer ante el juez.
El desenlace, sea cual sea, puede resultar perverso. Además, el caso ha sentado un precedente en un país donde no hay aforamiento y en el que a partir de ahora cualquier fiscal podría enjuiciar a un presidente.