La congelación de fondos de Donald Trump a la Universidad Harvard pone en peligro investigaciones clave para el futuro de la humanidad
La congelación de fondos federales por parte de Donald Trump a Harvard amenaza con paralizar una parte vital de su actividad: la investigación científica
La portavoz de la Asociación Americana de Profesores Universitarios ha denunciado que “es un instinto de los líderes con tendencias autoritarias querer eliminar la disidencia”
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Donald Trump ha abierto un nuevo frente, esta vez con una de las instituciones académicas más prestigiosas del mundo: la Universidad de Harvard. La congelación de fondos federales amenaza con paralizar una parte vital de su actividad: la investigación científica, informa David Cacho.
El impacto es potencialmente devastador. El gasto en ciencia e investigación de Harvard, que representa casi la mitad de su presupuesto operativo, depende en un 70% del dinero que proviene del gobierno federal. Si los fondos dejan de llegar, se verán comprometidos proyectos cruciales como el desarrollo de una nueva vacuna contra la viruela, estudios avanzados sobre la tuberculosis, e investigaciones sobre los efectos de los vuelos espaciales en el cuerpo humano.
Los profesores alzan la voz
Ante esta ofensiva, la Asociación Americana de Profesores Universitarios ha sido uno de los primeros colectivos en plantar cara a Trump. Su portavoz, Veena Dubal, ha salido al paso de las acusaciones que el presidente ha lanzado sobre la supuesta ideologización de la universidad.
“No se trata de discursos propalestinos”, aclara Dubal. “Se trata de personas que investigan cuestiones de género, de raza, de temas relacionados con la diversidad”. Para ella, la ofensiva de Trump no es más que una maniobra para acallar el pensamiento crítico: “Es un instinto de los líderes con tendencias autoritarias querer eliminar la disidencia y la crítica”.
Silencio en los campus
La preocupación no es solo académica o económica. También se palpa en el ambiente que se respira en los campus. La autocensura, que comenzó con la presión sobre las manifestaciones propalestinas, se ha extendido. Ahora, estudiantes y profesores miden sus palabras incluso en conversaciones informales.
La administración Trump exige a Harvard que aplique una purga ideológica: que contrate más docentes conservadores, que remita listas de estudiantes extranjeros con “mala conducta”, y que elimine cualquier asignatura, programa o política vinculados a la igualdad y la diversidad.
El enfrentamiento entre Trump y Harvard va más allá de una disputa política. Está en juego el futuro de la investigación científica, la libertad académica y el papel de la universidad como espacio de pensamiento libre. La batalla por el conocimiento y la verdad, una vez más, se libra en los pasillos de una institución emblemática.
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