Desde que el domingo los Obama pusieron un pie en la isla, el entusiasmo no sólo no se ha moderado sino que va “in crescendo”. El “San Cristóbal”, el restaurante –paladar, como dicen por aquí- en el que la familia cenó el primer día es ya una atracción turística más de la capital. Y posiblemente acabe superando en fama al otro gran paladar de Centro Habana: “La guarida”, el espectacular caserón barroco en donde se rodó “Fresa y chocolate”.
A cada paso que damos por la ciudad, hay algún local o algún turista que –al ver nuestra acreditación de prensa extranjera- nos pregunta por la ubicación exacta del presidente en ese momento. Y juro por los mojitos de “La bodeguita del medio” que es un poema ver sus caras de decepción cuando confesamos que tenemos tan poca idea como ellos.
Lo decía un compañero periodista, y es cierto. Curiosamente, Cuba se ha convertido en uno de los pocos países del mundo donde se recibe con esta euforia a un presidente de Estados Unidos. Del mismo modo, por cierto, que es quizá el único con un gran futuro para los periódicos de papel. Intuyo que en la próxima visita de un mandatario del vecino del norte ya no será el “Granma” quien tenga el monopolio de la “información”.