El Gobierno chino planea aprobar una polémica norma de seguridad sin precedentes para Hong Kong

  • El Gobierno central aprobará por su cuenta, sin necesidad de la bendición del parlamento hongkonés, una ley de seguridad sin precedentes a medida para la excolonia británica

  • Hong Kong es, por el momento, una excepción en el sistema legal chino

El Gobierno chino se ha cansado de que los ciudadanos de Hong Kong le hagan esperar. Este viernes, el primer ministro chino, Li Keqiang, anunció en la inauguración de la Asamblea Popular Nacional anual, en el Palacio del Pueblo de Pekín, que el Gobierno central aprobará por su cuenta, sin necesidad de la bendición del parlamento hongkonés, una ley de seguridad sin precedentes a medida para la excolonia británica.

Las autoridades de Hong Kong, que Pekín se asegura afines gracias a un sistema electoral local donde son los empresarios y grupos profesionales -y no todos los ciudadanos- los que eligen a los gobernantes, llevan 23 años, desde la “retrocesión” del territorio a China en 1997, intentando aprobar una ley similar, como recoge la Ley Básica, la “mini constitución” del territorio. En todas las ocasiones que lo han intentado han tenido que dar marcha atrás por la presión popular de cientos de miles de manifestantes en las calles.

¿Qué es subversión, secesionismo e injerencia extranjera?

La nueva norma anunciada por Li Keqiang busca prohibir en Hong Kong “actividades subversivas o secesionistas, terrorismo e injerencias extranjeras” que China considere una amenaza para su seguridad nacional. El problema es qué tomará el Gobierno chino por subversión, terrorismo e injerencia. Las autoridades de Pekín no se han cansado de arengar a la población de la parte continental contra los manifestantes prodemocracia de Hong Kong acusándolos de ser violentos independentistas a las órdenes de EEUU, a pesar de que la inmensa mayoría de los ciudadanos de Hong Kong que se manifiestan quieren seguir perteneciendo a China pero que se les mantengan sus derechos.

Muchos temen también que la labor de ONGs, think tanks o medios de comunicación extranjeros en Hong Kong pueda ser considerada injerencia. Para una mayoría de hongkoneses, la traducción de estos términos al román paladino es contundente.

“Es una persecución política disfrazada de protección de la seguridad nacional. Pekín está mostrando su verdadera intención de hacer de Hong Kong lo mismo que China y que la ciudad no sea lugar para voces discordantes”, opina Eric, un joven hongkonés prodemocracia. “Cuando se apruebe la ley, cualquier cosa, ya sea una manifestación pacífica o un comentario negativo sobre el Gobierno, podrá ser visto como una amenaza a la seguridad y tener consecuencias legales”, afirma.

¿Adiós a ‘Un país, dos sistemas’?

Hong Kong es, por el momento, una excepción en el sistema legal chino. Aunque el territorio forma parte de China, cuenta con leyes diferentes que garantizan derechos y libertades (de expresión, prensa, manifestación…) impensables en la parte continental. Es lo que se conoce como “Un país, dos sistemas”.

Aunque cuando se firmó el acuerdo de “retorno de Hong Kong a la patria”, China se comprometió a respetar la autonomía hongkonesa durante 50 años, hasta 2047, muchos ciudadanos de la excolonia aseguran que Pekín ha aumentado notablemente su influencia en la zona para ir tomando el control poco a poco. Y la nueva ley supondría un gran paso para los intereses chinos. “Me siento frustrada. El Partido Comunista chino nos prometió 50 años de ‘Un país, dos sistemas’, pero ahora van a recortar más de 20 años”, expresa Dong.

Varias voces de la clase dirigente de la ciudad han salido en apoyo de la nueva ley. La jefa del ejecutivo hongkonés, Carrie Lam, aliada de Pekín, ha calificado la norma de “necesaria y urgente” y ha tratado de calmar a su población asegurando que Hong Kong “seguirá siendo una sociedad muy libre”. Pero preocupa que China, además, esté pensando en establecer sus propias agencias en Hong Kong para hacer cumplir la ley.

Elsie Leung Oi-sie, vicepresidenta del Comité de la Ley Básica de Hong Kong, aseguraba en el periódico hongkonés South China Morning Post que los agentes chinos estarán sujetos tanto a la ley china como a la hongkonesa.

Sin embargo, el movimiento del Gobierno chino ha desatado ya una condena internacional. Los responsables de Exteriores de Reino Unido, Australia y Canadá han mostrado su preocupación por la nueva ley. EEUU, inmerso desde hace meses en una guerra dialéctica con China, ha dejado entrever posibles sanciones contra cargos del Gobierno chino.

Entre la huida y la explosión callejera

El estado de ánimo de Hong Kong tras conocer la noticia es una mezcla de ira y desolación que se empieza a mostrar en las calles. Este domingo miles de personas han salido a las calles y se han reproducido los enfrentamiento entre manifestantes prodemocracia y la policía, lanzamiento de gases lacrimógenos y detenciones, a pesar del riesgo de contagio por la pandemia de coronavirus.

“Creo que va a haber una mayor resistencia que la que hubo a la Ley de Extradición”, comenta Eric, refiriéndose a la norma que intentó aprobar el ejecutivo hongkonés en junio del año pasado para permitir la extradición de personas desde el territorio a la parte continental de China a petición de las autoridades del país y que para muchos abría la puerta al juicio de disidentes por tribunales chinos. El Gobierno de Hong Kong tuvo que desechar la ley tras meses de multitudinarias manifestaciones diarias, algunas de ellas violentas, que dejaron la economía hongkonesa en recesión y culminaron con un éxito arrollador de los prodemocracia en las elecciones locales de noviembre, poco efectivo pero muy representativo del sentir popular.

“Vamos a luchar con protestas, manifestaciones, huelgas, paralización del tráfico…”, asegura Eric. “La gente de Hong Kong se va a levantar en cuanto el número de casos del virus de Wuhan baje”, pronostica, haciendo uso de los polémicos términos empleados por Donald Trump para referirse al coronavirus y que tanto irritan a China.

Sin embargo, algunos ya dan por perdida la batalla.

“La nueva ley es una sentencia de muerte para Hong Kong”, afirma Judy. “Ya hay poco que los hongkoneses podamos hacer dada la brutalidad policial existente contra las protestas”, lamenta. S. muestra una cara todavía más dura. “Muchos de mis amigos están ya iniciando el papeleo para emigrar a países occidentales”, comenta. “Espero que el mundo se dé cuenta de lo desesperados que estamos. Muchos no podemos marcharnos y empezar una nueva vida en un país democrático”, cuenta.

“Yo creo que Hong Kong va a luchar”, augura Dong. “No sé si Pekín tendrá éxito. Hay bastantes posibilidades de que lo tenga, pero podría haber alguna de que no”.