Un equipo de reporteros ha entrado por primera vez en la prisión de Bagram, Afganistán, símbolo durante años de la ocupación estadounidense. Miles de detenidos pasaron por esta cárcel, conocida también como la 'Guantánamo afgana'.
Desde el año 2013 es el Gobierno afgano quien controla la cárcel. Cuando llegaron los talibanes, hace unos días, liberaron a todos los presos, pero aún son visibles decenas de expedientes de los internos y muchas de las herramientas siniestras con las que sometían a torturas.
En el interior de la cárcel de Bagram, aparecen esposas rotas de los presos que huyeron tras la salida de las tropas estadounidenses. El resto, hasta 5.000, han sido liberados por los talibanes, que ahora controlan el complejo.
Cada una de las celdas encerraba a 30 reos. En ellas, tiradas por el suelo, se pueden ver fotografías de los detenidos, con sus uniformes naranja. Y en las insonorizadas salas de interrogatorios, todavía quedan huellas dactilares de los sospechosos. La propia justicia estadounidense ha admitido que se realizaron torturas y otros abusos en estas instalaciones.
Los nuevos guardianes de este centro de detención se arrodillan y rezan. Uno de ellos rompe a llorar, pero después lanza esta amenaza: "Todos los talibanes estamos preparados para perpetrar atentados suicida con coches bomba, y así vengarnos por esto". Entre los cautivos, que ahora están libres, había combatientes talibanes y también miembros de la rama afgana del Estado Islámico.