"Aún amamos este país", dijo Ibrahim Abdul Halim, el imán de la mezquita de Linwood, en la ciudad de Christchurch, quien añadió que los extremistas "nunca, jamás, van a afectar nuestra confianza".
Cuenta que con los primeros disparos, todos se arrojaron al suelo, muchos comenzaron a llorar y otros murieron inmediatamente. Sin embargo, cree que los musulmanes neozelandeses se siguen sintiendo seguros en el país.
Además, ha agradecido la actuación de los ciudadanos neozelandeses "estuvieron dispuestos de inmediato a ofrecer su apoyo a todos nosotros, a darnos plena solidaridad" "comenzaron a danos abrazos, a expresar solidaridad, esto es muy importante para nosotros", dijo.
Brenton Tarrant, el fanático ultraderechista que ha perpetrado una matanza en Nueva Zelanda