Negociar un yerno en el parque: el mercadillo chino para padres desesperados

  • Estar solteros pasados los 30 es una deshonra para muchas familias chinas

  • Padres y madres exhiben el 'curriculum' vital de sus hijos e hijas como reclamo publicitario

  • A pesar de que en China hay 33 millones más de

Superar los 30 y estar soltero en China no es fácil. Lo sabe bien Shu, un joven que recibe la misma charla repetitiva cada vez que vuelve de visita a la casa de sus padres. “Me dicen que ya es hora de tener hijos. Me recuerdan que a mi abuelo le avergüenza que sus amigos tengan bisnietos y él no”, cuenta con sorna.

Pero tampoco es sencillo ser padre de un hijo soltero. Aunque las cosas van cambiando poco a poco, la tradición pesa. “Para los chinos, la familia es la base de todo, y hay que perpetuarla. Si no la perpetúas, es como talar el árbol familiar, una deshonra”, cuenta Shu.

El mercado

Para evitar una tala en su familia, la señora Ma ha venido, a pesar del frío de diciembre, al parque del Templo del Cielo, en Pekín, con los datos de su hija anotados en una hoja de papel. El objetivo: comparar ofertas y encontrarle marido. “Tiene más de 30 años y ha llegado la hora de que se case”, afirma.

Cada mañana de lunes, miércoles, viernes y domingo, cientos de padres, la mayoría ya mayores, acuden a este parque. Estas cumbres multitudinarias de progenitores desesperados son comunes en muchas ciudades de China. Al llegar a la zona de encuentro, colocan los currículums de sus hijos en el suelo, delante de ellos, a modo de reclamo publicitario y se sientan a esperar.

En todas estas hojas figuran la apariencia física, el peso, la estatura y la edad, aunque pocos muestran foto antes de haber llegado a un acuerdo en firme con otro padre para presentar a sus hijos.

Sin embargo, a la señora Ma el físico de su futuro yerno le da más igual. “Lo que busco es un hombre con un trabajo estable, sin malos hábitos y que tenga permiso de residencia permanente en Pekín”, cuenta, haciendo referencia al hukou, un visado necesario para poder residir en la capital con el que el gobierno limita la migración interior.

Los datos que se publicitan en los currículums van más allá e incluyen salario, propiedades, nivel educativo o pertenencia al Partido Comunista.

La ansiedad por el matrimonio lleva a que muchos dediquen buena parte de sus ingresos a ahorrar para que sus hijos tengan una casa o dinero en la cuenta con lo que hacer más vistosa su oferta en la pugna por conseguir esposa o marido. En esto, la señora Ma ha hecho los deberes y publicita una hija con trabajo estable y piso en propiedad en Pekín.

Además, la presión por lograr un árbol familiar aumenta cuando se tiene un solo hijo, aunque la señora Ma tiene la demografía de su parte. En China, la preferencia social por tener descendencia masculina, unida a la ley del hijo único, que estuvo en vigor entre 1979 y 2015, han dejado un desequilibrio entre sexos de 115 hombres por cada 100 mujeres, el más grande del mundo, según datos del Foro Económico Mundial.

La mercancía

A Chen, un joven de 29 años de Pekín, su familia le buscó una mujer, con la que ahora está casado. “Me sentí como una mercancía con la que se estaban haciendo un negocio, con una falta absoluta de control sobre mi vida, totalmente bajo el control de mis padres”, cuenta.

Aunque está contento, Chen preferiría haber encontrado pareja por sí mismo. “Tuve varias opciones para elegir, pero me presentaron chicas a gusto de mi familia, basándose en conceptos externos y materiales”, cuenta. “Mis padres tienen un negocio y buscaban otra familia que tuviera una empresa para que el negocio fuera mejor”, revela.

“La gente joven tiene mucha presión. Debido a los cánones sociales, a mí me daba miedo buscar a alguien por mi cuenta y cometer un error”, confiesa. Y se muestra contrariado por un concepto cultural que considera anticuado: “La definición de éxito en la sociedad china es casarse y tener hijos, aunque yo pienso que no debería ser así y creo que algún día la mentalidad de la gente cambiará”.

Y, de hecho, su generación ya la está cambiando. Hoy en día, con el aumento de las clases medias y del nivel educativo, los jóvenes prefieren desarrollar su carrera profesional y disfrutar de la vida durante años antes (o en lugar) de formar una familia.

Como en el resto del mundo, la edad de matrimonio de los chinos está aumentando. En grandes ciudades como Shanghai, la media de edad a la que se casan hombres y mujeres se ha disparado en más de cinco años desde principios de los 2000 y ya ronda o supera los 30, según la Shanghai Women’s Federation.

El Gobierno chino baraja reducir a 18 años la edad legal de matrimonio, situada actualmente en 22 para los hombres y 20 para las mujeres, con el objetivo de fomentar una natalidad menguante que, según los cálculos de las autoridades, hará que China empiece a perder población durante la próxima década y que está haciendo ya envejecer al país. De hecho, según la Administración Nacional de Estadística, China tiene actualmente la menor tasa de natalidad desde 1961, cuando se produjo la Gran Hambruna del país. Y esto viene unido también al descenso de matrimonios. En 2018, China registró 7,2 por cada mil habitantes, la cifra más baja en diez años.

'Shengnu' a mucha honra

A pesar del desequilibrio de sexos, la mayor parte de los ofertados en el mercado del Templo del Cielo son mujeres. Aunque haya más hombres en China, ellas tienen menos tiempo para encontrar pareja antes de ser consideradas shengnu o mujeres sobrantes, algo que sucede al sobrepasar los últimos años de la veintena.

Li vive y trabaja en Pekín. Superó los 30 hace unos años y reconoce que la sociedad que la rodea la empuja a casarse y tener hijos. “Siento la presión, pero no me afecta tanto. Al menos mis padres no me buscan marido”, cuenta. Ella forma parte de un creciente porcentaje de mujeres y hombres chinos que no ven en el matrimonio una opción de futuro, y menos por obligación.

“Muchos se casan por presión, también económica. Hay muchas parejas infelices o divorciadas”, lamenta Li, que no quiere eso para ella: “No me importa casarme o no. Solo quiero ser feliz, y el matrimonio no es la única forma de conseguirlo”.