Rachel Anderson, de 39 años, aún no puede usar su mano derecha. Hace casi un año, el perro de su amiga le causó graves heridas en el brazo, la cara y el estómago cuando cuidaba de sus dos hijos en su casa de Birmingham.
Adel Johnson, la madre de los dos niños, había dejado a sus hijos al cuidado de Rachel Anderson en su vivienda, donde su perro, un husky siberiano, casi acaba con su vida. Se supone, según publica el diario británico Daily Mail, que el animal tendría que estar en el jardín, pero aquel día estaba en la cocina.
Durante 45 minutos, el perro la mordió en el estómago, la cara y el brazo, causándole graves heridas. De hecho, tras el ataque, Anderson ha tenido que ser intervenida hasta 12 veces. Los médicos creyeron que, incluso, iban a tener que amputar su brazo, que aunque lograron salvar, aún tiene problemas para mover.
El animal la arrastró y despedazó hasta que logró pedir ayuda a gritos a los niños que cuidaba. Precisamente, uno de ellos cogió un cuchillo de la cocina y apuñaló al animal, tras lo que este cesó su ataque. Minutos después, la mujer pudo alertar a la Policía, que acabó con la vida del perro a tiros.
Casi un año después de lo ocurrido, la Policía ha cerrado el caso, argumentando que el animal está muerto. Sin embargo, Anderson, que aún tiene complicaciones médicas, ha querido compartir su historia porque cree que los perros guardianes deberían estar considerados como tal y no como mascotas.