El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha recibido este viernes en Camp David a los ocho países más poderosos del mundo. Los representantes de Italia, Japón, Reino Unido, Canadá y Rusia le saludan. Pero los protagonistas de esta cita son los dos últimos en llegar, Francia y Alemania. Francia envía al G8 a su nuevo presidente, el socialista Françoise Hollande, que piensa lo mismo que Obama sobre la situación europea: ambos creen que hay que combinar la austeridad con políticas de estímulo. Esa complicidad puede dejar sola a la hasta ahora todopoderosa canciller alemana, Angela Merkel, que sigue defendiendo los recortes drásticos. Ese debate es uno de los que protagonizarán la cumbre.