El turismo slow busca que se viaje disfrutando del momento y que se conozca el destino con calma
Con este estilo de viaje se pretende que se desconecte y descanse realmente, también se desconecte de las redes sociales
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MadridEn muchas ocasiones, cuando viajamos, tenemos la sensación de que estamos más cansados a la vuelta que cuando nos fuimos. Cuando se planifica un viaje, se quiere ver y disfrutar de la mayor cantidad de planes en el menor tiempo posible. Parece que se busca más tachar lugares de interés y planes que disfrutarlos realmente. A la vuelta, se necesitan unas vacaciones de las vacaciones.
Para evitar esta sensación, ha llegado el turismo slow que busca disfrutar del destino con tranquilidad y sin estrés. Para que sea una desconexión real y no seguir con un ritmo frenético incluso en vacaciones.
¿Qué es el turismo slow?
El turismo slow es sencillamente viajar disfrutando del momento, del lugar y de la calma que te da estar de vacaciones. Es una forma de viajar que se enfoca en la conexión con la gente local, la comida, la cultura y la música. Quien opta por viajar de esta manera quiere vivir las emociones típicas que generan los viajes y descubrir otros destinos. Todo ello siendo sostenible para las comunidades y el medio ambiente.
El concepto de turismo slow surge como una extensión del movimiento slow que se inició en Italia en los años 80 con la Slow Food Foundation. Esta iniciativa surgió como una reacción ante la globalización de la comida rápida y buscaba promover el disfrute consciente de los alimentos locales y tradicionales.
Esta filosofía se trasladó a otros ámbitos, entre los que se encuentran el turismo, fomentando una forma de viajar que ponga como prioridad la experiencia vivida ante la cantidad de lugares visitados. Es decir, en lugar de visitar cinco lugares en una semana, este tipo de turismo quiere que se tome conciencia y que se visite uno solo, pero haciéndolo con profundidad, tomándose las cosas con calma, disfrutando de la cultura y la gastronomía del lugar.
Principios del turismo slow
El turismo slow no quiere que se viaje lento. Quiere que se viaje disfrutando y huyendo del estrés de la rutina. Busca descubrir nuevos destinos de una manera más consciente y enriquecedora.
Entre sus principios fundamentales se encuentran, como ya hemos mencionado, viajar sin estrés. Se busca desconectar de la rutina, por lo que se pretende evitar itinerarios apretados y permitir que el tiempo fluya sin presiones.
Por otro lado, esta filosofía busca fomentar la sostenibilidad, por lo que se priorizan los alojamientos ecológicos, transportes con menor impacto ambiental y consumir responsablemente. Además, se valora mucho la cultura local, en el turismo slow se evitan las típicas atracciones masificadas en busca de experiencias más auténticas.
Lo que se busca principalmente es disfrutar del viaje completamente, desde el trayecto hasta la estancia. Por lo que, en vez de volar directamente al destino elegido, se prefiere escoger rutas en tren, barco o incluso bicicleta para poder apreciar los paisajes. Asimismo, se prioriza la calidad frente a la cantidad, se prefiere dedicar más tiempo a menos lugares y disfrutar de ellos realmente y no solo de pasada.
¿Por qué más personas optan por el turismo slow?
La popularidad del turismo slow surge por diferentes razones. La primera es que hay una saturación de destinos turísticos, y esto ha hecho que muchas personas busquen alternativas menos concurridas. También, ha habido un interés que cada vez es más notorio en la sostenibilidad, que ha llevado a que los viajeros reconsideren cuál es su impacto ambiental. Por otro lado, la pandemia de COVID-19 hizo que se produjera un cambio en la percepción del turismo, haciendo que muchas personas valoraran más las experiencias auténticas y el contacto humano.
Buscar la desconexión digital también ha sido un punto clave. Nos encontramos en una época donde se está constantemente conectado a través de las redes sociales y sufriendo un constante bombardeo de información. El turismo slow ofrece un respiro de esta saturación y una oportunidad para desconectar tanto del móvil como de las redes sociales para vivir el momento presente.
Consejos para adoptar el turismo slow
Lo primero que se debe hacer es planificar menos y vivir más. En vez de programar cada minuto del viaje, se deja espacio para improvisar, para explorar y descubrir lugares de manera espontánea. Además, se escoge un transporte más sostenible como son los trenes, bicicletas o incluso caminatas para conocer el destino con más calma.
En vez de buscar hoteles a todo lujo, se prefiere que sean lugares con encanto, pequeños alojamientos como casas rurales o bed & breakfast familiares. Asimismo, en vez de optar por comer en franquicias internacionales, se prefiere probar la comida autóctona en restaurantes locales o mercados callejeros. Esto también da pie a interactuar con la gente de allí y poder conversar tranquilamente con ellos para conocer su estilo de vida.
Y, sobre todo, para disfrutar mucho más de este estilo de turismo, se debe dejar a un lado las redes sociales y disfrutar de cada momento que se vive sin tener la necesidad o presión de tener que documentar absolutamente todo.


