Cómo ha cambiado el mundo de la noche: "Me habría gustado vivir la Barcelona que no cerraba nunca"

El historiador Juan Carlos, buen conocedor de la diversión noctámbula, nos presenta su último libro, 'Historia del ocio nocturno en España'
Su recorrido abarca desde finales del siglo XIX hasta hoy, con un futuro lleno de desafíos
Nos habla del punto canalla que ha tenido siempre la noche, del impacto de la psicodelia y de los nuevos noctámbulos
Esto del ocio nocturno, que tenemos tan integrado en nuestras vidas, es un fenómeno bastante reciente en la historia de la humanidad, pero de calado profundo. No solo como entretenimiento, sino como una cuestión social, cultural, económica o cualquier otra dimensión. Es fascinante como construcción de vínculos e identidades, pero también como liberador de tensiones y explosión de creatividad. Para hacernos una idea, en España funcionan más de 50.000 locales destinados al ocio nocturno. En ellos, más de 17 millones de españoles y unos 40 millones de extranjeros se adscriben a aquello que decía el irlandés Oscar Wilde, "el único deber es el deber de divertirse terriblemente".
De ocio, clubes nocturnos, artistas underground, psicodelia, clubes nocturnos, movimientos artísticos y territorios donde celebrar la vida nos habla el historiador Juan Carlos Usó, autor de 'Historia del ocio nocturno en España' (editorial Almuzara), un libro que comienza con los cafés cantantes, como epítome de la España canalla recién estrenado el alumbrado, y llega hasta la irrupción del tardeo como alternativa y una reflexión sobre el futuro.

¿Qué le llevó a escribir Historia del ocio nocturno en España?
Hace años unos amigos DJs me invitaron a dar una conferencia sobre la evolución del ocio nocturno en España dentro de la 2ª Muestra de Música Electrónica y Arte Visual, celebrada en Murcia, y al preparar mi intervención descubrí que, pese a su importancia, se trataba de un tema que había sido poco estudiado, prácticamente ignorado por los historiadores, y decidí ponerme manos a la obra.
¿El ocio nocturno es un reflejo de la evolución de la sociedad española?
Me parece un buen termómetro para medir la salud de una sociedad como la española, tan vocacionalmente noctámbula.
¿Qué impacto tuvo en la Transición?
Con o sin vida nocturna, la Transición política española igual habría tenido lugar. Pero fue un momento de especial efervescencia social en el que confluyeron dos factores determinantes: por una parte, el fin de una dictadura de casi cuarenta años, que dio paso a un período prácticamente de anomia; y por otra, los efectos de un boom demográfico. Tengamos en cuenta en este sentido que, en 1980, los jóvenes entre 15 y 25 años suponían un 18,15% del total de la población española, mientras que en la actualidad ese mismo segmento apenas alcanza un 10,52%.
En 1980, los jóvenes entre 15 y 25 años suponían un 18,15% del total de la población española
Desde sus inicios se asoció a la vida canalla. ¿Qué influyó?
Pues quizá porque, como dijo el poeta británico Francis Bourdillon, la noche tiene mil ojos, y el día uno solo, o tal vez por lo que apreció el genial fotógrafo Brassaï al afirmar que la noche libera en nosotros las fuerzas que, durante el día, son dominadas por la razón. La ausencia o falta de luz ha posibilitado que el imaginario colectivo sienta que la noche guarda secretos y encierra misterios que se disipan con la luz del día. Por otra parte, vivimos en una sociedad que se articula en función del trabajo productivo, el cual se desarrolla normalmente en horario diurno, por eso las autoridades y la gente de orden siempre han considerado a las personas noctámbulos como sospechosas.

Las autoridades y la gente de orden siempre han considerado a las personas noctámbulos como sospechosas
¿Eso explica que se entendiese como amenaza? ¿Cómo ha persistido este recelo a lo largo de las décadas?
¡Así es! Por ejemplo, el periodista Josep Maria Planes se quejaba, en plena Segunda República, de que los gobernantes contemplaran a los noctámbulos como ciudadanos "en un estado de delincuencia latente". En realidad, no es extraño si entendemos que el orden social se estructura en torno al trabajo productivo y éste, como decía antes, se desarrolla normalmente en horario diurno.
¿Qué peculiaridades tuvo España en los años de introducción y expansión de sustancias psicodélicas?
La dietilamida del ácido lisérgico (LSD-25) fue experimentada prácticamente en todas las facultades de Medicina españolas entre 1955 y 1957. Desde 1964 los medios de comunicación pusieron el foco de su atención en esta droga y no pocas personas curiosas accedieron a ella gracias a psiquiatras, visitadores médicos, etcétera. Esta sustancia, junto con la mescalina y la psilocibina, quedó sometida al "régimen de control de estupefacientes" por una orden de 31 de julio de 1967, publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el 17 de agosto de ese mismo año. La prohibición no hizo sino acrecentar el interés por este tipo de drogas, sobre todo entre los jóvenes, que empezaron a adquirirlas en el mercado ilegal.

En su libro dedica un amplio espacio a la contracultura. ¿Qué impacto tuvo?
Las drogas psiquedélicas, y de manera especial la LSD, revolucionaron el acervo cultural y espiritual de Occidente entre la segunda mitad de los 60 y principios de los 70, dando origen a la denominada contracultura. Y España, en este sentido, no fue una excepción. A este fenómeno y sus manifestaciones en el arte, la literatura, etcétera, dediqué mi libro 'Spanish trip: la aventura psiquedélica en España', editado en 2001 y reeditado, después de haberlo revisado corregido y ampliado, en 2021.
¿La necesidad de vida noctámbula nos iguala a los ciudadanos, independientemente de ideologías, credos y nivel adquisitivo?
La necesidad sí… Otra cosa es como materialicemos esa necesidad. Así, difícilmente veremos a una persona de mediana edad y buena posición económica haciendo botellón a las tres de la madrugada… como difícilmente encontraremos a un joven parado jugando a la ruleta o al blackjack en un casino a esa misma hora.
¿Qué marca la búsqueda de un tipo de ocio nocturno u otro?
Pues, la edad, la condición socioeconómica, los gustos, las aspiraciones personales, el círculo de amistades… supongo que en ese aspecto intervienen diversos factores o condicionantes.
¿Cómo es ahora esa noche que se tiene que ajustar a los criterios de sostenibilidad, horarios, aforos y otras restricciones?
Si lo comparamos con épocas anteriores, el ocio nocturno en España ha perdido empuje y efervescencia. Muchos lo atribuyen a la pandemia COVID-19, pero lo cierto es que los signos de decadencia se remontan a la crisis de 2008. El ocio nocturno se enfrenta a importantes retos tecnológicos. Por una parte, la posibilidad de reservar mesas, entradas o experiencias a través de aplicaciones móviles se ha vuelto cada vez más común, brindando mayor comodidad a los clientes y permitiendo a los establecimientos gestionar mejor su aforo. Por otra, la adopción de sistemas de pago sin efectivo se ha acelerado, mejorando la higiene y la rapidez de las transacciones. La tecnología también permite las experiencias inmersivas, con la creación de ambientes más envolventes y personalizados, utilizando elementos como realidad virtual, realidad aumentada y proyecciones audiovisuales.
La tecnología permite las experiencias inmersivas, con la creación de ambientes más envolventes y personalizados
¿La sostenibilidad es uno de los mayores desafíos?
La sostenibilidad conlleva otros retos para el sector. Los consumidores cada vez son más conscientes del impacto ambiental y social de sus decisiones, lo que impulsa a los establecimientos y los eventos organizados a ofrecer opciones más sostenibles, como bebidas locales, productos de temporada y reducción de residuos. Igualmente, la adopción de energías renovables y prácticas de eficiencia energética se convertirá en una prioridad para las empresas.

¿Cómo ve el futuro del ocio en España?
Entre las tendencias que se apuntan, cabe destacar las experiencias personalizadas, como la música a medida, es decir, las mezclas personalizadas para cada evento o espacio que permiten crear las plataformas de streaming, o la denominada “coctelería artesanal”, cada vez más creativa y personalizada, con bartenders especializados en la creación de bebidas únicas. Algunos medios incluso han sugerido que se cree la figura del “alcalde de noche”, como ya existe en otras capitales europeas.
¿Los espacios también se están modificando?
Los formatos híbridos, creados con la combinación de elementos de diferentes tipos, como clubes, bares, restaurantes y espacios culturales, parecen consolidarse cada vez más. También se acentúa el mayor protagonismo de terrazas, rooftops y espacios al aire libre, aprovechando el clima mediterráneo.
En otro orden de cosas, el enfoque comunitario puede resultar un valor añadido para muchos locales. Seguramente, habrá establecimientos que colaborarán con artistas, marcas y otros negocios locales para crear experiencias más singulares y enriquecedoras. Por esta misma regla, se organizarán eventos temáticos y fiestas con un fuerte componente social y cultural.
Para los mayores de 50 va a resultar irreconocible.
El sector se enfrenta a grandes desafíos. La creciente competencia, cada vez más intensa, entre los locales conlleva muchas oportunidades, pues obligará a innovar constantemente. Desde luego, las normativas y regulaciones sobre ruido, horarios y seguridad seguirán siendo una rémora para las empresas. Por último, los eventos climáticos extremos y el aumento de las temperaturas pueden llegar a afectar a la actividad nocturna en algunas zonas.

Personalmente, ¿qué momento le despierta más nostalgia?
Por imperativo biológico, me despierta nostalgia la segunda mitad de los 70 y toda la década de los 80, es decir, la época que viví entre mis 15 y mis 30 años. Pero me habría gustado vivir la noche en Barcelona durante los años de la Primera Guerra Mundial, cuando la neutralidad observada por España posibilitó que se viviera una explosiva vida nocturna. Un momento en que no existían las expresiones non-stop o after-hours pero había muchos establecimientos públicos que no solo no cerraban nunca, sino que ni siquiera tenían puertas.

