La carrera en la que 50 coches clásicos van de Alaska a Andalucía durmiendo en hoteles de cinco estrellas: "Nunca hemos tenido un Seat"

Andalucía ha sido el escenario de una de las pruebas de coches clásicos de Rally The Globe
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En el mundo del motor, donde los cronómetros reinan y la tecnología avanza a ritmo vertiginoso, todavía hay hueco para un romanticismo mecánico que se resiste a desaparecer. Se llama Rally the Globe, y su actual edición ha cruzado Andalucía con una propuesta tan inusual, como magnética: una “no-carrera” en la que la prioridad no es ganar, sino disfrutar del trayecto, del coche y del compañerismo.
Y al frente, una figura del mundo de los rallies: Fred Gallagher, que desde el asiento de copiloto incluso llegó a levantar un título mundial de la disciplina. A sus 73 años, este copiloto legendario reconvertido en organizador lleva años demostrando que la pasión por los coches clásicos no entiende de edad, ni tampoco de fronteras.
Un evento que cruza continentes, no cronómetros
“Lo primero que hay que entender —explica Gallagher— es que esto no es una carrera de velocidad. Se trata de navegación, de precisión y de placer por conducir”. Y no es una afirmación retórica: en las pruebas de Rally the Globe, los vehículos deben cumplir horarios estrictos y orientarse mediante roadbooks detallados, pero no se premia la velocidad, sino la regularidad.
En su edición andaluza, celebrada a finales de junio, el recorrido ha atravesado paisajes icónicos del sur peninsular, desde la campiña sevillana hasta las serranías de Ronda, con paradas culturales y gastronómicas cuidadosamente integradas. La organización ofreció un trazado de más de 1.500 kilómetros en cinco días, incluyendo tramos cronometrados en circuitos cerrados y etapas de montaña.
Los participantes, que en su mayoría son británicos, pero también incluyen estadounidenses, australianos y europeos continentales, conducen máquinas construidas entre 1935 y 1976. Desde Ferraris 250 hasta Porsche 911 clásicos, pasando por Lancia Fulvia, Aston Martin DB6 o Jaguar XK150. “Nunca hemos tenido un Seat”, reconoce Gallagher entre risas, “pero todo se andará”.

De Alaska a Andalucía: una comunidad sobre ruedas
Fundado en 2018, Rally the Globe nació con una vocación claramente internacional. Su debut tuvo lugar en África Oriental, y desde entonces han atravesado Canadá, Estados Unidos, México, Kenya, Vietnam, Camboya, Laos e incluso Japón. En España ya han explorado el norte y el centro del país, pero Andalucía, dice Gallagher, “tenía que estar en el mapa”: por sus carreteras, su cultura y su baja densidad de tráfico.
Lejos de ofrecer una experiencia limitada para un circuito cerrado o exclusivo de participantes, el evento combina perfiles diversos. Según Gallagher, “el 60% de los participantes son recurrentes, mientras que el 40% se estrena cada año”. Muchos de ellos son jubilados con alto poder adquisitivo, aunque no necesariamente millonarios. “Todos tienen en común la pasión por los coches y el gusto por los viajes con estilo”, dice Gallagher.
El carácter del evento, que es mucho más social que competitivo, permite que las parejas, los amigos e incluso familias completas participen juntos. La edad media supera los 60 años, y casi un 90% de los participantes son parejas de piloto y copiloto. Eso sí, aunque no hay famosos, ni celebridades mediáticas, el garaje compartido sí es de estrella: modelos con décadas de historia, cuidados con esmero, transportados desde varios continentes para este tipo de aventuras.

Camaradería, averías y mecánicos de bolsillo
A diferencia de otras pruebas clásicas que exigen preparación física y cierta tolerancia al riesgo, Rally the Globe cuida a sus participantes con una logística tan precisa como generosa: alojamientos de alto nivel, asistencia técnica continua y tres mecánicos expertos que siguen el convoy como un ángel de la guarda sobre ruedas.
“Cuando un coche se rompe, tratamos de arreglarlo in situ. Si es algo terminal, organizamos el transporte. Pero en la mayoría de los casos, los coches siguen adelante”, explica Gallagher. A veces, los propios participantes, a menudo los mejores conocedores de la mecánica de sus máquinas, colaboran en las reparaciones. Se crea así una comunidad efímera, pero cohesionada, donde cada parada técnica es una excusa para compartir historias.
Este espíritu de camaradería es, según Gallagher, la esencia del evento. “La competición existe, claro. Hay equipos que se lo toman muy en serio. Pero el verdadero objetivo es pasarlo bien, conocer lugares extraordinarios y compartir una afición común en buena compañía”.
Un futuro que cruza culturas y paisajes
Rally the Globe no repite eventos al uso. Su filosofía nómada impide encasillarse en un calendario fijo. “Vamos allí donde la gente quiere ir”, explica Gallagher. Eso incluye paisajes espectaculares, carreteras aptas para vehículos clásicos y regiones con baja presión de tráfico. Los destinos deben equilibrar logística, belleza natural y atractivo cultural.
En 2025 ya están planificando nuevas rutas por Asia, Europa y América del Sur, además de una posible vuelta al Mediterráneo. España seguirá presente en sus planes, hasta el punto de que del 13 al 19 de septiembre de 2026 recorrerán el norte de la península, en la prueba denominada “El Clavel”.

“Queremos que cada rally sea único”, concluye Gallagher. “La gente que viene no busca ganar una copa, sino llevarse una experiencia. Y eso solo se consigue combinando lo mejor del viaje, el coche y las personas”.
Mientras en el mundo del motor lo más normal es tratar de ir a máxima velocidad y romper cualquier tipo de récord que se ponga a tiro, el Rally the Globe reivindica otro tipo de hazaña: la de recorrer el mundo a bordo de una pieza de historia, sin más prisa que la del calendario, ni más recompensa que el recuerdo.
Andalucía, con sus curvas suaves y su hospitalidad solar, ha sido una etapa más de esta travesía global que transforma el asfalto en relato. Y aunque no importen tanto los podios, ni banderas a cuadros, cada joya mecánica que cruza la meta es testigo de una certeza: que la belleza del viaje, cuando se comparte entre apasionados, siempre vale más que cualquier trofeo.