Por qué nos gusta volver a ver una y otra vez las mismas películas: lo que dice la ciencia

Varios estudios han analizado por qué nos reconforta saber lo que va a suceder en las siguientes dos horas
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Sabemos cómo acaba, conocemos casi todos los diálogos e incluso podemos anticipar cuando viene el giro de cámara o ‘ese’ gesto que nos conmueve. Y sin embargo, volvemos a ponerla. Una y otra vez, incluso más allá de la barrera del décimo visionado. ¿Qué nos lleva a ver El diario de Noah, Amélie o Regreso al futuro continuamente, disfrutando de ellas como si fuera la primera? La respuesta va mucho más allá de la nostalgia. Y ahora, gracias a la ciencia del comportamiento, sabemos exactamente por qué.
Un estudio publicado en el Journal of Consumer Research, titulado Rewatching Shows and the Role of Emotional Attachment, ofrece una explicación precisa: el acto de revisitar películas no responde solo al entretenimiento, sino a una forma activa de regulación emocional y reafirmación personal.
Más allá de la nostalgia: la película como anclaje emocional
La investigación, liderada por los académicos Cristel Antonia Russell y Sidney J. Levy, explora cómo el “rewatching” (volver a ver) se convierte en un comportamiento cargado de intención. Lejos de ser pasivo, se trata de una práctica que permite a las personas recuperar estados emocionales pasados, reconectarse con aspectos de su identidad y obtener una sensación de control frente a la incertidumbre.
“Las personas no solo vuelven a ver una película porque les gusta, sino porque les ayuda a estabilizar su estado emocional, recordar quiénes eran y reconectarse con momentos vitales que consideran significativos”, señala el estudio.

Este fenómeno es particularmente intenso en momentos de transición vital, como cuando se avecina una mudanza, en las rupturas, durante el duelo o incluso en crisis colectivas como la pandemia, momentos todos en los que la repetición de ficciones familiares actúa como refugio simbólico.
En un mundo dominado por la sobreinformación, la hiperestimulación y la ansiedad del “todo nuevo todo el tiempo”, la previsibilidad se convierte en un valor. Según los investigadores, volver a ver una película cuya trama ya conocemos genera una respuesta similar a una “zona de seguridad”. No hay sobresaltos, no hay riesgos. Y ese marco conocido, en tiempos de caos, aporta calma.
No es pereza, es una estrategia mental
Podría parecer que repetir contenidos es una forma de no pensar o de evitar el esfuerzo de descubrir algo nuevo. Pero hay más estudios, como este de Psychology Today, que coinciden en que volver a ver una y otra vez estas películas es una cuestión cognitivamente más complejo de lo que aparenta.
Una investigación de la Universidad de Chicago descubrió que cuando las personas vuelven a ver una película, suelen prestar atención a detalles diferentes, reinterpretar escenas y profundizar en personajes secundarios. Es decir: cada visionado puede ofrecer una experiencia distinta, aunque el material sea el mismo.
También se apunta a otro factor: el autocuidado, ya que cuando estamos emocionalmente frágiles, evitamos el sobresalto. Ver una película conocida reduce el nivel de ansiedad, ya que sabemos que no habrá giros inesperados ni estímulos que puedan perturbarnos.
Más común de lo que parece (y más útil)
Según una encuesta realizada por YouGov, más del 67 % de los adultos admiten haber visto su película o serie favorita más de dos veces, y un 10 % supera las ocho. En plataformas como Netflix o Disney+, los algoritmos ya son capaces de detectar este tipo de conductas y ofrecen listas de reproducción de “favoritos para repetir”.
Por tanto, las plataformas de streaming parecen ser conscientes de que volver a ver las mismas series y películas una y otra vez no es una simple debilidad de los usuarios, sino que se trata de un patrón de comportamiento altamente predecible que, además, se puede explotar para engancharlos a una plataforma en concreto.

¿Y qué películas son las que se repiten más?
Aunque varía por región y generación, los títulos más revisitados tienden a ser comedias románticas (con títulos como Love Actually o Cuando Harry encontró a Sally entre los más destacados), aventuras (Como las protagonizadas por Indiana Jones o de la saga Jurassic Park), películas de animación (con los éxitos de Disney a la cabeza en esta categoría), y musicales (como podrían ser Mamma Mia o Grease). Todos comparten ciertos rasgos: estructura narrativa clara, final optimista y banda sonora memorable.
De esta forma, queda claro que el hecho de volver a ver una película más allá del visionado original no es solo una elección de ocio. Es un acto íntimo, emocionalmente cargado y cognitivamente activo. Una forma de resistencia a la velocidad contemporánea, de afirmación de lo conocido frente a lo incierto, y de reencuentro con la propia biografía emocional. Por eso, en un mundo obsesionado con la novedad, tal vez volver sobre nuestros pasos no sea un gesto nostálgico, sino profundamente sabio.

