A pesar de que los cielos de gran parte del país están despejados, el otoño ya ha tocado nuestra puerta y, con ello, llega la bajada progresiva de las temperaturas y, por tanto, toca comenzar a sacar los abrigos y la ropa más invernal. El otoño, además, nos trae algún que otro enemigo para la salud que si seguimos las pautas necesarias podemos evitar, como los resfriados o la astenia. ¿Cómo nos afecta el otoño? Lo contamos.

Con el otoño se aproxima el cambio de horario y anochecerá mucho más pronto, por lo que muchas personas pueden sufrir astenia otoñal, una especie de sensación de tristeza, algo que algunos llaman depresión temporal. En estos casos las personas suelen mejorar cuando se exponen más al sol, si el descanso es óptimo o si se mantienen en una correcta rutina de ejercicios que ayuda a generar serotonina, dopamina y endorfinas.

Por eso mismo, también es muy importante cuidar la alimentación durante estos meses, sobre todo para evitar posibles enfermedades respiratorias que vienen por la mayor presencia de virus en el aire y la menor ventilación en oficinas o colegios debido que no se abren tanto las ventanas con la consecuente aparición de gripes y resfriados. Además, hay que contar con que este año la mascarilla ha desaparecido prácticamente en todos los entornos cerrados.

Para evitar un resfriado o la gripe hay que seguir unos consejos que tenemos muy frescos gracias al coronavirus, como la correcta higiene, en especial de las manos, ventilar las salas y tomar alimentos que refuercen nuestras defensas y el sistema inmune.

También hay que tener en cuenta que con la llegada del mal tiempo empeoran las enfermedades reumáticas y los dolores articulares se convierten en la previsión de muchos para saber que ese día va a llover. Lo ideal es seguir con las recomendaciones que ya tienes, ya que el mal tiempo lo único que hace es que puntualmente empeoren los síntomas.

Por su parte, ojo con tu piel, puesto que puede llegar a aparecer dermatitis atópica, que suele ganar presencia con la llegada del otoño debido a los cambios de temperatura. Así lo ideal es hidratar bien tu piel y tener siempre a mano tu tratamiento para evitar molestias o cualquier brote. Además, hay que intentar reducir las situaciones de estrés o de ansiedad, siendo detonantes de la aparición de dermatitis atópica.