Consultorio de psicología: “De pequeño me llamaban pesado y ahora me cuesta contar mis problemas y expresar mis emociones”

Álvaro tiene 24 años y un recuerdo de su infancia que no solo sigue presente en su memoria, sino que ha afectado por completo a su salud mental: “me llamaban pesado por todo, por emocionarme, por estar triste, por enfadarme, por pedir a mis padres que me hicieran caso… Era una cosa constante”, comparte con Yasss. A día de hoy, la consecuencia es que es incapaz de expresarse por miedo a molestar a los demás. “Me cuesta contar mis problemas, tengo como ese trauma de que voy a ser pesado, y me callo todo”, añade.

Aunque su problema puede parecer muy específico, se trata de algo realmente habitual; lo veo a diario en la consulta de psicología. Pero, ¿por qué nos marcan tanto los menosprecios de nuestros padres? Y, lo más importante de todo, ¿es posible superar las secuelas y aprender a expresarnos sin miedo?

La secuela de la invalidación en la infancia: Alexitimia

Las palabras que nos repetían de pequeños pueden tener un gran impacto en nuestra autoestima y en nuestra conducta de adultos.

Eso es precisamente lo que ocurre cuando, durante la infancia, te repetían una y otra vez que eras “pesado/a” o “exagerado/a” cuando intentabas expresar tus emociones. De alguna manera, te hacían ver que molestabas, que tus preocupaciones eran desproporcionadas y que a los demás (generalmente a tus padres), les molestaba esa parte de ti. ¿El resultado? Aprendiste a ocultarla.

Esta dinámica tiene nombre y apellido, invalidación emocional. Y su secuela también tiene nombre, alexitimia.

La invalidación emocional es una forma de manipulación que se produce en muchas relaciones interpersonales, por ejemplo, en la familia, en la pareja, con los amigos o incluso en el trabajo. Tiene lugar cuando una persona minimiza, niega o menosprecia tus emociones, en un intento de que las reprimas. Esto puede ser de forma inconsciente o deliberada, y puede afectar tanto a las emociones desagradables (sobre todo la tristeza, la ansiedad o el enfado) como a las agradables (¿Alguna vez has compartido una buena noticia y te han quitado la ilusión de golpe? Puede que fuera invalidación emocional).

En consecuencia, la víctima de esta invalidación puede desarrollar alexitimia, que es definida como la incapacidad de expresar las emociones, y a veces incluso de entenderlas. En otras palabras, hay personas evitan compartir lo que sienten por miedo a molestar, y personas que directamente no entienden lo que sienten. ¿Por qué? Porque nunca se les ha enseñado a escuchar sus emociones ni tampoco se les ha escuchado cuando lograban comunicarlas. 

¿Cómo expresar tus emociones sin sentirte culpable?

Lo que acabamos de describir suele dar lugar a un círculo vicioso: te sientes pesado/a por expresarte, así que evitas hablar de tus emociones. En consecuencia, te las tragas, te sientes fatal contigo mismo, y aumenta la culpabilidad.

Para romper este círculo vicioso, lo mejor que puedes hacer es obligarte a ser más expresivo. La culpabilidad no va a desaparecer por arte de magia y quizá las primeras veces, te sientas pesado/a o exagerado/a, pero con tiempo y un buen apoyo social, las inseguridades desaparecerán progresivamente.

¿Por qué digo “un buen apoyo social”? Porque es importante escoger bien las personas con las que nos abrimos. Si te animas a expresarte con una persona que, de nuevo, invalida tus emociones, las consecuencias pueden ser fatales: la culpabilidad y las inseguridades aumentarán y te cerrarás cada vez más.

Conviene analizar cómo son las relaciones que mantienes: ¿Te sientes apoyado y valorado por una persona? ¿Te escucha cuando hablas? ¿Empatiza contigo cuando sufres? Si la respuesta es sí, ábrete con ella.

En el lado opuesto, ¿hay alguien en tu vida que siempre invalida tus sentimientos? Aléjate, al menos emocionalmente, y apóyate en otros seres queridos. Recuerda que una persona que destroza tu autoestima, no puede ser las misma que te ayude a reconstruirla (sobre todo si no está dispuesta a cambiar).