Victor Amat, el psicólogo punk: “El mensaje de ‘no te quejes y sigue luchando’ es profundamente perverso”

  • Entrevista al psicólogo Victor Amat sobre su libro ‘Psicología punk’, un libro contra el pensamiento positivo y naif

  • El autor critica la obligación que nos impone nuestra cultura de ser positivo, de sacar un aprendizaje de una experiencia traumática y de tener que superar las dificultades de una manera eficiente

  • “Tienes derecho a quejarte, a estar mal, no tienes por qué estar contenta todo el rato con tu trabajo, ni tienes por qué estar agradecida por tener un trabajo, ni tienes que perdonar a todo el mundo”, asegura el psicólogo

Apuesto a que en sus tiempos mozos, cuando practicaba kick boxing (fue campeón europeo), Victor Amat debió escuchar muchas veces la frase de ‘sigue luchando’, ‘no te rindas’ y cosas así. A nadie le extraña. Es una frase enlatada estilo Mr wonderful como tantas otras. ¿Qué me dicen de la de ‘de todo se aprende’, ‘si quieres puedes’ o ‘lo importante es la actitud’? Como buen psicólogo punk, a Victor Amat este tipo de frases le repatean “porque esconden un mensaje muy perverso”, dice.

Su experiencia de años como psicoterapeuta le he enseñado que este tipo de mensajes -que han sido difundidos masivamente por la industria de la autoayuda- han hecho mucho daño porque esta corriente se ha quedado con el titular más superficial de la psicología positiva, lo ha empaquetado con un bonito envoltorio y nos lo ha vendido estampado en tazas, camisetas o pantuflas...Lo peor de todo es muchos lo hemos comprado sin cuestionarlos.

En consulta Amat ha visto una realidad muy diferente: no todos pueden poner 'al mal tiempo buena cara', ni 'sacar fuerzas de donde no las hay', ni 'aprender de sus errores'. Lo que más se ha encontrado este psicólogo es justo el perfil contrario: el de seres humanos de carne y hueso que sufren por los avatares de la vida y a los que ahora, la banalización del mensaje positivo está haciendo más daño aún porque además del sufrimiento que estas personas llevan encima, tienen que lidiar con el sentimiento de culpa por no poder parecerse, ni de lejos, al ideal del hombre moderno que nos propone el mr wonderfulismo.

Su libro, Psicología punk (Vergara 2022) va precisamente de esto. Con un lenguaje muy cercano (en momentos llegas a creer que más que un psicoterapeuta es tu colega de todo la vida) Amat desmonta muchos de los mitos del pensamiento naif y nos ayuda a entender por qué sufrimos innecesariamente…casi siempre debido a nuestra absurda obsesión por no sufrir.

Es sano sentirte mal porque has perdido, porque has perdido una pareja, porque has perdido una competición o porque te ha salido algo mal; lo sano es llevarlo un poco mal (Victor Amat, psicólogo)

Pregunta: ¿Cómo definirías este concepto de 'psicología punk'?

Respuesta: No es nada, no es más que mi espíritu rebelde o contestatario aplicado a lo que sería la psicología o el crecimiento personal o los mitos de la psicología que están en boga. Es la cosa punk de contracultura, que tiene que ver con mi historia personal por ser un tío de barrio periférico. Yo soy como de una especie del barrio madrileño de San Blas, pero de Barcelona; soy como el Poli Díaz pero que estudió una carrera

P: ¿La psicología punk es entonces un grito contra la psicología positiva?, ¿O más bien contra su banalización?

R: No estoy tanto en contra de lo que es la psicología positiva sino contra el hecho de positivizar por obligación. Creo que la cuestión clave aquí es la obligación de ser positivo, o la obligación de sacar un aprendizaje de una experiencia traumática, o la obligación de tener que superar las dificultades de una manera eficiente porque si no eres un mierda o eres una floja. Creo que el mensaje del libro está muy basado en decir: “¡oye!, la gente necesitamos cada uno nuestro tiempo, nuestra manera y nuestro enfoque. No todos somos iguales”. Yo tengo la suerte de poder ser bastante positivo, pero ¡coño! , mis pacientes hay veces que ves que no pueden, que no están en el modo de ponerse positivos y la gente requiere su tiempo para hacer ese camino.

P: En el libro hablas, por ejemplo, del daño que hace a una persona que está pasando por un mal momento esa expresión tan manida de “unas veces se gana y otras se aprende”. Lo que vienes a decir es que ese mensaje no se lo puedes dar a una persona cuando está en pleno momento de sufrimiento porque no lo va a entender, y además le vas a hacer sentirse culpable…

R: Claro. Hay que dejar que la gente asimile las cosas. Es un poco esta idea de “déjame un par de semanas que esté jodido porque he perdido”. Porque uno pone muchas veces mucha ilusión en muchas cosas: por ejemplo, una relación de pareja. Tú pones mucha ilusión, inviertes mucho amor y mucho esfuerzo y, si esta pareja te deja, pues lo normal es que estés jodida un tiempo. Yo creo que es que eso es sano. Es sano sentirte mal porque has perdido, porque has perdido una pareja, porque has perdido una competición o porque te ha salido algo mal; lo sano es llevarlo un poco mal. Y lo sano también es que eso luego lo vayas transformando en otra cosa. Pero impositivamente, como diciendo: “no pienses en eso, que ya vendrá otra pareja, un clavo se saca con otro clavo”. ¡Es absurdo! Mira, ayer hacía un tuit que decía que el pensamiento naif es pretender que tú puedes sobreponer una emoción a otra.

Como yo estoy triste…¡ay, ay, ay, que no quiero estar triste! y me pongo a hacer cosas: que si hago mindfulness, que si hago tal, que si intento animarme...pero eso no vence la tristeza (Victor Amat, psicólogo)

P: ¿Puedes explicar un poco más este concepto de pensamiento naif?

R: Este pensamiento naif se basa en la idea loca de que tú puedes superponer una emoción a la otra. Esa es la gran falacia de la psicología barata. Significa que no entendemos nada de cómo funciona el organismo. Las emociones están para ser vividas y hasta que no pasa la emoción tú no puedes poner otra emoción. (…) Esto lo ves en los niños muy bien; cómo van pasando de una emoción a la otra. Mi teoría es: “lo que hace que las emociones se mantengan es lo que hacemos para liberarnos de ellas”. Es decir, como yo estoy triste…¡ay, ay, ay, que no quiero estar triste! y me pongo a hacer cosas: que si hago mindfulness, que si hago tal, que si intento animarme...pero eso no vence la tristeza. Y entonces lo que ocurre es que la voy aguantando y cada vez la empeoro. A veces dices: estoy triste. ¿Cómo estás? triste. Punto. No pasa nada, porque la tristeza durará el rato que dure: no va a durar eternamente…

P: ¿No crees que también se explica muy mal lo que es el mindfulness? Porque en realidad, mindfulness, a lo que nos invita es a darnos cuenta de esa tristeza y darle espacio…o sea, justo lo que tú dices: pero la realidad es que mucha gente lo “compra” como una medicina para no estar triste…

R: La culpa o la responsabilidad es de todos aquellos –incluso colegas míos- que han usado el mindfulness y la meditación en estudios para decir que la meditación es de ayuda en diferentes estados (…) Si tú y yo montamos un club de escribir artículos y cogemos a diez personas que tengan una depresión y les decimos que durante ocho semanas van a dar un curso sobre cómo escribir un artículo sobre cómo se sienten con su depresión y les decimos que van a hacer ejercicios sobre ello, ¿qué les hemos dado? Un espacio de dos horas a la semana y unas tareas que hacer. Si después de ocho sesiones comparamos a estas 10 personas con otras 10 personas a las que no les hemos dado ese curso, veríamos que los primeros han mejorado con respecto a los segundos. El mindfulness obviamente funciona, pero otra cosa, en las mismas condiciones, también funcionaría. El mindfulness es excelente como mantenimiento. Yo lo incorporo como un hábito en mi vida y aprendo a dejar que los pensamientos pasen y a desapegarme. Si yo lo practico como forma de estar bien, estupendo. El problema es cuando lo quiero usar como una pastilla. Es decir, si tengo ansiedad, pues hago mindfulness. Y eso muchas veces es peor.

P: ¿De dónde viene este mandato social de 'tienes que ser feliz a toda costa y si no lo eres es porque no te da la gana'?

R: Es un mensaje profundamente perverso (…) hay todo un mensaje que tiene que ver con un capitalismo desbocado de que, si quieres, tú puedes; pon la actitud; te recordarán por tu actitud; no te quejes y lucha; sigue luchando. Es todo un discurso a favor de que tú no le pongas problemas al sistema. El sistema es una maquinaria que va funcionando y tú no tienes que molestar, lo único que tienes que hacer es aportar toda tu carne en este sistema. Yo [en mi libro] de alguna manera pongo un alegato político donde digo; “no, esto no es así. Tú tienes derecho a quejarte, a estar mal, no tienes por qué estar contenta todo el rato con tu trabajo, ni tienes por qué estar agradecida por tener un trabajo, ni tienes que perdonar a todo el mundo”.

Que tú tengas un día un problema, que tengas ansiedad por una cosa y que superes tu ansiedad, eso no es ser resiliente; eso es ser humano. Ser resiliente es otra cosa mucho más bestia (Victor Amat, psicólogo)

P: Creo que has sido muy valiente al poner en entredicho en tu libro estos conceptos como el perdón que tanto reivindica el Mr wondefulismo

R: Es que el tema del perdón es una cosa muy evangélica, es decir, sí que puede ocurrir que tú perdones algo, que te salga del corazón. Pero puede haber alguien que no esté en disposición de perdonar y, obligarlo a perdonar o hacerlo sentir culpable porque no es capaz de perdonar, me parece de mala gente. Otra cosa es pasar. Imagínate que tienes una pareja y te es infiel, descubres que te es infiel y hay un follón, pero al final decides seguir con esa persona porque la quieres y esa persona tiene un acto de contrición, te explica, y tú decides seguir con ella. Pero es que cuando decimos ‘perdonar’, en el fondo, lo que estás haciendo es pasarlo, es como que hago que eso no ha pasado y haces un voto de confianza. Porque en el momento que lo perdonas o perdonas a esa persona, te colocas en una posición de superioridad.

P: También hablas de la resiliencia, dices que se ha banalizado este concepto…

R: Es que el concepto de resiliencia es algo que la autoayuda ha banalizado. La resiliencia la usa el psiquiatra Boris Cyrulnik. La usa como concepto cuando habla de niños y niñas que han sido tremendamente maltratados en su infancia por padres tremendamente abusivos. Y él lo que detecta es que hay personas que llegan a la edad adulta habiendo superado estas dificultades de una manera bastante saludable, tienen una vida bastante saludable. Él a esta gente la llama resiliente. Que tú tengas un día un problema, que tengas ansiedad por una cosa y que superes tu ansiedad, eso no es ser resiliente; eso es ser humano. Ser resiliente es otra cosa mucho más bestia. Si tú quieres hacer un equipo resiliente, estaríamos hablando de personas que se tienen que enfrentar a dificultades brutales. El concepto se ha banalizado. Esto pasa con muchas cosas, como la autoestima, o con palabras que de tanto usarlas se han convertido en una cosa vacía y han perdido su potencia.

P: Al final, yo veo que la psicología punk es como que viene a llenar un espacio que se había quedado vacío porque, a la hora de tener un buen estado emocional, no a todo el mundo le encaja todo el rollo de la espiritualidad y estos temas…

R: Este es un libro ameno que se lee con bastante facilidad… a lo mejor te voy a resultar pretencioso, pero fíjate que no creo que esté lejos de ser espiritual. En el fondo yo te estoy diciendo: “está bien tal y como eres en esencia. Te equivocas a veces en cómo afrontas la vida, pero tu equivocación es universal: nos equivocamos todos igual”. Uno de los feedbacks que más gente me está dando es: “el libro me ha resultado liberador porque tú no me dices lo que tengo que hacer y, sin embargo, yo he sentido que ni tan mal, que me enfrento a la vida con dignidad”. Al final, mi objetivo como terapeuta, es que mis pacientes, las personas que me consultan afronten su vida con dignidad, no con felicidad, sino con dignidad.

Ahora es que si te pasa cualquier cosa es porque tienes una autoestima de mierda; es que ya parece que si se te pincha una rueda es por tu autoestima (Victor Amat)

P: En realidad en tu libro no das tips ni trucos, solo cuentas cosas que hacen las personas y que sea el lector el que puede entrar en resonancia con lo que lee y reflexionar…

R: Cuando escribí el libro no quería hacer un libro de recetas. Quería hacerlo de una forma en que fuera bastante evidente cómo tú solo a veces te metes en un lio y que tú decideras, como lectora, si quieres dejar de meterte en ese lio o no. ¿Cómo lo vas a hacer? Pues cada uno lo hará a su manera, pero lo que no quería hacer es ser el típico presuntuoso que te dice cómo tienes que vivir tu vida. Yo quería revisar los problemas humanos que estoy acostumbrado a ver -incluso los que padezco yo- y que la gente se pudiera dar cuenta de cómo nos relacionamos con estos problemas y los convertimos en -como yo lo llamo- un problema diabólico que al final lo empeoras queriendo arreglarlo.

P: ¿Qué planes de futuro tienes para seguir expandiendo la psicología punk?

R: El libro está yendo tan bien que me voy a lanzar con la autoestima punk. Vamos a darle una vuelta también a este concepto de autoestima que ha hecho mucho daño…Porque ahora es que si te pasa cualquier cosa es porque tienes una autoestima de mierda; es que ya parece que si se te pincha una rueda es por tu autoestima...