Uno de los elementos más importantes a la hora de mantener un buen estado de salud (aunque no el único) es garantizar un descanso de calidad. Sin él, difícilmente podremos concentrarnos y afrontar la jornada con la alegría y la energía necesarias. Esto resulta especialmente impotente en el caso de las personas que sufran determinadas enfermedades y, de hecho, dormir bien puede ayudar, y mucho, a evitar o reducir el impacto de muchas de ellas. Si tienes la tensión alta, una buena forma de reducir tus síntomas consiste precisamente en mejorar la calidad de tu sueño, entre otras cosas, acostándote a una hora apropiada.
Las alteraciones del sueño resultan muy nocivas, relacionándose tanto con nuestra salud física como con nuestra salud mental: depresiones, TDAH, síndrome de fatiga crónica... tienen que ver con el descanso o, mejor dicho, con la falta de éste, así como con su mala calidad. Es importante tener en cuenta que, antes de recurrir a fármacos que nos ayuden a inducir el sueño, debemos agotar todas las opciones a nuestro alcance para solucionar el problema de forma natural.
En el caso de la hipertensión, alrededor de 14 millones de personas sufren esta enfermedad en nuestro país, a lo que se suma la posibilidad de que existan muchos afectados sin diagnosticar. Se trata, además, de una de las enfermedades que más crece cada año, según la Organización Mundial de la Salud: tan solo durante las últimas tres décadas, los casos diagnosticados se han duplicado.
Para evitar esta enfermedad, existen determinados factores que se encuentran de nuestra mano: hacer ejercicio de forma regular, cuidar lo que comemos, evitar el tabaco y el alcohol, reducir el estrés... y descansar bien cada noche. En realidad, todos estos elementos van muy de la mano y se apoyan los unos en los otros. Si nos alimentamos mejor y hacemos deporte, reduciremos el estrés y dormiremos mejor.
En cuanto a la hora a la que debes irte a la cama si sufres tensión alta, no existe una fórmula universal, pero debes elegir un horario que te permita descansar tus 8 horas diarias (o el tiempo que necesites, ya que hay personas que duermen más y otras menos) y, preferiblemente, sin despertador, ya que este tipo de aparato no aporta precisamente tranquilidad.
Como muestra, una investigación llevada a cabo por la Universidad del Sur de China asegura que "el riesgo de tensión alta disminuye gradualmente con el retraso de la hora de acostarse", si bien "el efecto parece diferir significativamente entre hombres y mujeres".
Una de las conclusiones del estudio es que la hora de irse a dormir es clave y puede alterar el reloj interno del cuerpo, lo que, a su vez, puede influir fácilmente en nuestra presión arterial. La misma lógica se aplica a nuestro nivel de estrés, que se disparará mucho más fácilmente si dormimos poco y mal. Curiosamente, el estudio también concluye que, para los hombres, la hora de menor riesgo para irse a la cama es a las 23 horas, mientras que para las mujeres es a medianoche.