La intolerancia al frío existe: por qué unas personas lo sufren más que otras

Es una realidad que unas personas sienten el frío más que otras. Todos nos echamos encima un buen abrigo, la bufanda y los guantes por las mañanas, pero hay quien ni por esas vence a la sensación de pies y manos congelados, o no es capaz de quitarse la tiritona del cuerpo. La intolerancia al frío existe, y hay algunas causas que lo explican.

La intolerancia al frío no es una invención. Existe y, aunque no es una enfermedad en sí misma, puede alertarnos de una afección médica subyacente, según un artículo médico publicado en el Medical News Today. La disfunción de la glándula tiroides, el flujo sanguíneo arterial y la baja grasa corporal pueden hacernos sentir frío.

Hipotiroidismo

La tiroides es una pequeña glándula situada en el cuello cuya principal función es producir hormonas que regulan el metabolismo del cuerpo, es decir, que ayudan a controlar nuestro consumo energético. El hipotiroidismo aparece cuando esta glándula tiroides no produce la suficiente cantidad de hormonas. Es mucho más frecuente en mujeres que en hombres, y se diagnostica por análisis de sangre.

Algunos síntomas del hipotiroidismo comunes además de sentir frío suelen ser la falta de energía, el estreñimiento, o sentirse desanimado o deprimido.

Enfermedad de Raynaud

La enfermedad de Raynaud es un trastorno poco frecuente que daña los vasos sanguíneos de las extremidades. Cuando hace excesivo frío, los vasos se estrechan y eso hace que la circulación de sangre se reduzca y los dedos de las manos o pies se tornen blancos o azules y sintamos hormigueo, dolor o entumecimiento.

Anemia

La anemia está relacionada con la falta de hierro en la sangre. La afección se desarrolla cuando la sangre no tiene los suficientes glóbulos rojos o la concentración de hemoglobina es baja (la proteína del hierro).

Hay dos motivos por los que puedes sufrir anemia: que tu cuerpo no pueda producir suficientes glóbulos rojos, o que algo esté destruyendo esos glóbulos rojos más rápido de lo que el cuerpo es capaz de producir nuevos.

Entre los síntomas más frecuentes están la fatiga, la piel pálida, desmayos y mareos, pulso rápido, calambres y la sensación de manos y pies fríos.

Anorexia nerviosa

La anorexia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria que se caracteriza por una restricción de la ingesta alimentaria. Se caracteriza por el peso corporal anormalmente bajo, el temor intenso a aumentar de peso y la percepción distorsionada del peso.

Entre los síntomas más habituales del trastorno están, además de la pérdida de peso, los problemas circulatorios, la disminución del pulso, que hace que sintamos más frío sobre todo en las extremidades, el debilitamiento del cabello y las uñas, la falta de energía, el estreñimiento e irregularidades en el ritmo cardíaco, entre otros. También puede hacer que la persona se aísle o que sufra problemas para concentrarse.

Enfermedad arterial periférica

Con la llegada del invierno conviene extremar las precauciones con la enfermedad arterial periférica, una patología que se agrava por la exposición al frío. Esta patología produce el estrechamiento u obstrucción de las arterias de las piernas, lo cual hace que disminuya el aporte de sangre y, por tanto, de oxígeno. Esto hace que la persona afectada encuentre difíciles acciones como caminar, subir cuestas u otros ejercicios y sufra dolor muscular.

Uno de los síntomas más habituales es la sensación de frío en la parte inferior de la pierna o en el pie, así como el entumecimiento, los calambres o los cambios en el color de la piel.