Una psicóloga explica por qué en La Isla de las Tentaciones lloran por el día y son infieles por la noche

Para quienes no conozcan el programa, La Isla de las Tentaciones tiene una trama muy simple: cinco parejas heterosexuales ponen su relación a prueba, separándose y rodeándose de solteros y solteras con los que son física y psicológicamente compatibles. ¿Sobreviven las relaciones?, te preguntarás. Pues la gran mayoría no, y es que las infidelidades son el pan de cada día de cada capítulo del reality.

Lo curioso es que todos los y las infieles tienen un patrón casi idéntico: por la noche “muerden la manzana”, a veces con un simple tonteo, pero otras con besos, sexo o promesas de amor de por medio. Sin embargo, a la mañana siguiente su mentalidad cambia y lloran, echan de menos a sus respectivas parejas, y se arrepienten de lo sucedido, para entrada la noche volver a repetir este círculo vicioso.

La situación es bastante contradictoria, pero es posible explicarla desde la Psicología.

Cuando ves a tu pareja como tu carcelera

Son muchas las parejas que van a la Isla de las Tentaciones con una historia parecida: ella es muy celosa y él quiere demostrarle que puede confiar. Spoiler… Sale mal, y es que durante la noche él se descontrola como si fuese la primera vez que sale de fiesta, tal y como le ha sucedido a David y Elena, una de las parejas protagonistas.

¿Qué hay detrás de esta dinámica? Una visión de la pareja como carcelera, es decir, como alguien que te controla, que te dice lo que hacer, que te prohíbe salir y delante de la cual tienes que fingir fidelidad, cuando a ti lo que verdaderamente te apetece es liarte con una persona distinta cada fin de semana.

Es en ese momento, cuando la pareja se sorprende: “no me lo esperaba”, “no le reconozco”, “él no es así”. Pero no es que David haya cambiado mágicamente en La Isla de las Tentaciones, es que está mostrándose desinhibido, tal y como es.

¿El problema del infiel a la mañana siguiente? Que es consciente de lo que está perdiendo: la intimidad, la confianza y el compromiso con su pareja, algo que durante la fiesta no importa, pero por el día (que es cuando está habituado a compartir su tiempo con la pareja) sí.

En otras palabras, la persona tiene dos facetas: la faceta “pseudofiel” con su pareja, que está asociada al día a día, y la faceta fiestera, desinhibida y ligona, asociada a la noche. Como durante la faceta “pseudofiel” no puede estar con la pareja, aparecen episodios muy breves de bajón emocional que duran hasta que llega la próxima fiesta.

Las fases de la infidelidad

A mayores, en la gran mayoría de parejas de La Isla de las Tentaciones, se suceden las diez fases de la infidelidad que permiten entender mejor la dinámica de llorar por el día, seguir cruzando límites por la noche:

  1. La idealización de la relación tóxica. En esta fase, es habitual negar cualquier problema con la pareja con frases como “es el amor de mi vida”, “solo queremos reforzar nuestra relación” o “le voy a demostrar que soy perfecto o perfecta”.
  2. La conexión psicosexual. Una de las partes (o ambas) conoce a una tentación con la que o bien conecta psicológica o físicamente. Es decir, le atrae la personalidad o el físico de otra persona. Esto por sí solo no es malo, porque que tengas pareja no significa que no puedas sentir atracción por otros. El problema llega con la siguiente fase.
  3. Los mitos del amor romántico. Tras la atracción, la persona comienza a cuestionar toda su relación con frases como “si estuviese enamorado de verdad, no tendría esta conexión” o “si le quisiese, no me atraerían otras personas”. Estas creencias son falsas, pero se utilizan como una justificación de la infidelidad.
  4. Las microinfidelidades. Poco a poco, se empiezan a saltar los límites cometiendo pequeños actos infieles que son igual o más graves que la infidelidad sexual. Al hacerlo, se refuerzan los mitos del amor romántico y se siguen justificando las conductas infieles.
  5. La demonización de la relación tóxica. Para dar un paso más, la persona que antes idealizaba su relación, comienza a demonizarla con frases como “en realidad nos iba fatal” o “es que discutíamos mucho”.
  6. La infidelidad sexual. Tras ese periodo de tensión sexual mal gestionada, se produce la infidelidad en el plano físico. Para algunas personas, es lo más grave, pero a menudo duelen más las microinfidelidades porque son más continuas.
  7. La idealización de la aventura. Se produce un autoengaño y el o la infiel se intenta convencer de que la relación con su amante tiene todo lo que a su pareja le faltaba. Por ejemplo, “es que me entiende como nadie”, “es que es el mejor sexo que he tenido” o “es que esta persona me escucha de verdad”.
  8. La vuelta a la realidad. El autoengaño no dura eternamente y comienzan las primeras crisis. Es muy habitual que el detonante sea el triángulo amoroso, y cuando su amante le pide aclararse y tomar una decisión, el o la infiel se agobia.
  9. La reflexión. Al darse cuenta de que la infidelidad tiene pros y contras, la persona infiel comienza a analizar cómo era su relación y cómo podría ser su vida sin su pareja.
  10. La culpabilidad. En esta fase se tiende a echar de menos a la pareja y todas las facetas buenas de la relación, pudiendo darse pequeños episodios de idealización. Sin embargo, lo más frecuente es que se reinicie el círculo vicioso cometiendo otra infidelidad tras sentir de nuevo la conexión con la otra persona.

¿Cómo cortar el círculo vicioso de raíz? Creando relaciones sanas desde el principio, basadas en la confianza, la comunicación y el respeto, y, sobre todo, sin perpetuar los mitos del amor romántico que tanto daño hacen a nuestra salud mental. De esta forma, no será necesario ni ser infiel de noche, ni llorar de día.