"A veces siento que va a pasar algo malo": no es intuición, es ansiedad

Si cada vez que te dan una buena noticia, una voz aparece en tu cabeza para decirte «no te hagas ilusiones, ya verás como algo se tuerce», siento decirte que no es intuición: es ansiedad anticipatoria, una señal de tu cerebro para ponerte en lo peor y prepararte para afrontarlo. ¿El problema? Que el 99% de las veces, lo peor no sucede, pero tú sufres y tu autoestima se ve machacada igualmente.

La ansiedad anticipatoria o la mal llamada “intuición”

Llamamos intuición a lo que en psicología se conoce como ansiedad anticipatoria. Es decir, a pensamientos y sensaciones intrusivas que nos llevan a interpretar la realidad de una manera catastrofista, pero sin que existan suficientes pruebas que sustenten nuestras teorías. Por ejemplo, la convicción de que tu pareja te está siendo infiel, la sensación de que caes mal a la gente del trabajo o el presentimiento de que, de repente, algo malo va a pasar.

Este estado psicológico se refuerza cuando nuestras intruiciones se cumplen. En otras palabras, si descubres que tu pareja te es infiel, piensas «¡Lo sabía!» y la ansiedad anticipatoria gana poder. Sin embargo, olvidas que la mayoría de predicciones catastrofistas que realizas en tu día a día, no se cumplen. La intuición es la excepción.

Los efectos de la ansiedad anticipatoria

A medida que esta ansiedad anticipatoria gana poder, se producen cambios en tu forma de procesar la información.

El primero es un estado de alerta cognitiva permanente. Vives tu vida con la sensación de que en cualquier momento, vas a tropezar. Esto te hace sobreanalizar cada conversación, imaginarte las posibles consecuencias de una decisión trivial o importante, e incluso evitar experiencias sanas solo porque te da miedo lo desconocido.

Por otro lado, la ansiedad anticipatoria puede afectar a tus relaciones sociales. Esto es lo que ocurre cuando siempre estás a la defensiva interpretando como ataques las intenciones de los demás. A largo plazo, pueden surgir conflictos con personas con quienes tienes confianza –por ejemplo, discutiendo con tu pareja– pero también mucha ansiedad reprimida con otras personas –por ejemplo, rumiando una y otra vez el pensamiento de que la gente de tu trabajo te odia, pero callándotelo por vergüenza–.

En último lugar, pero no por ello menos importante, la ansiedad anticipatoria puede dar pie a reacciones físicas muy molestas: insomnio (agravado por las preocupaciones constantes), dolor de estómago, dolor de espalda, problemas digestivos, eccemas, palpitaciones, disfunciones sexuales como anorgasmia o falta de excitación, etc.

Cómo pasar de mi intuición y superar la ansiedad anticipatoria

A la hora de tomar una decisión importante, sobrellevar una preocupación o gestionar un pensamiento intrusivo desagradable, recomiendo plantearse siete preguntas:

  1. ¿Qué pruebas tengo para pensar que algo va a salir mal?
  2. Si algo sale mal, ¿tengo recursos para afrontarlo? ¿Cuáles?
  3. ¿Puedo compartir con alguien mi preocupación para sentirme mejor?
  4. ¿Cuánto tiempo estoy dedicando a sobreanalizar mis preocupaciones?
  5. Si nadie me juzgase, ¿qué decisión tomaría o qué haría ahora mismo con mi vida?
  6. ¿Qué experiencias y sensaciones positivas estoy ignorando ahora mismo por centrarme en las negativas?
  7. ¿Qué me está queriendo decir mi ansiedad? ¿De dónde viene?

Responderlas puede parecernos complicado porque estamos acostumbrados a evitar el malestar. Por ejemplo, cuando sientes ansiedad, intentas evitar pensar en la ansiedad, pero a más lo evitas, más te activas y más vueltas das a las cosas.

En cambio, cuando nos enfrentamos a esas sensaciones o pensamientos intrusivos y desagradables, logramos que pierdan valor y, además, aprendemos un poquito más sobre nuestra salud mental.

Finalmente, si la ansiedad anticipatoria te impide avanzar pero no sabes cómo sobrellevarla, busca orientación psicológica.