Teresa Romero, la primera contagiada de ébola fuera de África que venció a la enfermedad
Este 6 de octubre se cumplen nueve años desde el primer contagio de ébola fuera de África en el mundo, el de la gallega Teresa Romero
La auxiliar de enfermería se contagió en el Hospital Carlos III de Madrid tras asistir a dos misioneros: fue muy duro, pero venció a la enfermedad
Ébola, el virus mortal que viene de África: ¿qué es?, ¿cómo se contagia y cuáles son los síntomas?, ¿tiene cura?
Este viernes, 6 de octubre, se cumplen nueve años desde que se produjo el primer contagio de ébola fuera de África en el mundo. Hablamos del caso de Teresa Romero, la auxiliar de enfermería lucense que ejerció de voluntaria en el Hospital Carlos III de Madrid para atender a dos misioneros españoles que fueron repatriados desde Liberia y Sierra Leona tras haberse contagiado del virus en estos paises.
La auxiliar vivió momentos muy duros tras ser diagnosticada con EVE -Enfermedad por Virus Ébola-, pero se pudo recuperar tras seguir un estricto aislamiento. Su caso sorprendió a los médicos, ya que se trata de una afección rara y grave que a menudo es mortal: "Si con mi sangre se puede curar el ébola, aquí estaré hasta quedarme seca", señaló Teresa Romero tras recibir el alta más de un mes después del contagio.
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Afortunadamente, España está libre de este virus en la actualidad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero todavía se producen 'sustos': en junio de este año, una antropóloga fue hospitalizada en Donosti con sospechas de ébola, pero finalmente se confirmó que era malaria.
Teresa Romero, el caso de la española que supuso el primer contagio de ébola fuera de África en el mundo
El primer contagio en España marcó a las autoridades sanitarias, a pesar de que la convalecencia tuvo un final feliz. Por ello, lo recordamos en su noveno aniversario:
El contagio de Teresa Romero
Teresa Romero, una mujer casada y sin hijos, técnico sanitario diplomada en Formación Profesional, se ofreció a asistir a los dos misioneros españoles ingresados en agosto y septiembre de 2014 en el Hospital Carlos III de Madrid, donde trabajaba, para ser tratados de la enfermedad. A Miguel Pajares, le atendió sin problemas. Pero el misionero, a pesar de la atención recibida, se convirtió en el primer fallecido por el ébola en Europa.
Los problemas llegaron con el otro misionero, Manuel García Viejo, que fue ingresado en el hospital madrileño tras ser repatriado desde Sierra Leona el 22 de septiembre. En los primeros días, la auxiliar solo entró a su habitación en una ocasión, pero el día 27 del mismo mes manejó material peligroso. Esta vez, según reconoció con posterioridad, se tocó la cara con un guante al retirarse el traje de seguridad.
En aquel momento se habría producido el contagio, pero ella todavía no lo sabía. García Viejo falleció a los tres días de ser hospitalizado en nuestro país, pero Teresa decidió hacer vida "normal", al no notar síntomas. De hecho, dos días después del deceso y de haber cogido vacaciones, se presentó a las oposiciones a Auxiliar de Enfermería en la Universidad Complutense de Madrid.
Primeros síntomas, positivo y aislamiento
La auxiliar, preocupada, volvió a llamar al Hospital Carlos III y mantuvo contacto telefónico con sanitarios. El 3 de octubre, según los informes, ella negó cualquier incidencia con la protección personal y el contacto con los fluidos del paciente. Pero siguió empeorando y el 6 de octubre dijo tener casi 38 grados de fiebre, por lo que Sanidad Pública decidió intervenir. Teresa fue trasladada desde su casa hasta las Urgencias del Hospital Fundación de Alcorcón: allí, una primera prueba confirmó el positivo por ébola, y una segunda lo volvió a confirmar. Ante el escenario, primer contagio del virus fuera de África en el mundo, se la trasladó desde el sur de la Comunidad de Madrid hasta el Hospital Carlos III de la capital -a la sexta planta-.
Un día después de su hospitalización, comenzaron a tratarla con plasma sanguíneo de la religiosa Paciencia Melgar, que contrajo la enfermedad en Liberia junto a los religiosos Miguel Pajares y Juliana Bonoha y la superó, al igual que la otra hermana. Tanto el marido de la auxiliar, Javier Limón, así como tres trabajadores sanitarios y tres empleadas del local de estética al que acudió tras el contagio, fueron puestos en aislamiento (posteriormente fueron aisladas casi un centenar de personas por vigilancia y precaución). El 8 de octubre, tras una serie de toma de decisiones, fue sacrificado el perro de Teresa y su pareja, Excalibur, por lo que no estuvieron de acuerdo.
Mientras, la auxiliar comenzó a empeorar y muchos pensaron que no se salvaría. Permaneció estable, dentro de la gravedad, hasta que los 14 médicos que la atendían decidieron iniciar un nuevo tratamiento con el fármaco antiviral ZMAb. Teresa, entonces, estaba consciente y hablaba con los sanitarios. El día 14 del mismo mes, registró una "leve mejoría" y, poco después, se dio por hecho que había pasado "los días más críticos". Así, el día 19 llegó la gran noticia, el resultado negativo en ébola y el 21 se volvió a confirmar con un nuevo test. La recuperación, avisaban, podía demorarse: Médicos Sin Fronteras (MSF) criticó que no saliera del aislamiento, una "medida extrema" para ellos, mientras que el marido de la auxiliar criticó la gestión de la enfermedad en España. Finalmente, el 1 de noviembre, Teresa salió del aislamiento (pasó 30 días hospitalizada y 25 aislada) y el día 5 dio una rueda de prensa, ofreciendo su colaboración para atender a otros pacientes.
La polémica del contagio y la supuesta ocultación de información
Teresa, no obstante, afrontó una situación muy complicada. Y es que el doctor German Ramírez, uno de los médicos que la atendió, aseguró que la paciente había reconocido que pudo infectarse al tocarse la cara, pero ella lo negó tras su recuperación. No recordaba haberse tocado el rostro con el guante. Sin embargo, la acusaron de no haber tomado las medidas oportunas y no haber informado previamente.
La auxiliar, años después, seguía poniendo en evidencia al exconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez, a quien demandó por acusarla de ocultar información sobre su estado de salud, pero con quien acabó perdiendo la batalla judicial. Ella cree que hubo dirigentes con posiciones más elevadas que también influyeron en este trámite: cree que le echaron la culpa para no acarrear ellos con las consecuencias de una gestión deficiente.
Ahora se encuentra bien, pero sufrió durante el proceso de la enfermedad, se le cayó el pelo y estaba muy cansada. Pensó que iba a morir, aunque no se arrepiente de haberse ofrecido como voluntaria en aquel momento tan complicado. Para ella, el contagio se dio por un fallo inexplicable, no tiene repuesta. Ya ha pasado mucho tiempo, pero considera que merecía una llamada desde la Administración para que le preguntaran cómo se encuentra. Y en 2023, según la información recabada, todavía no se ha producido. Ella lo único que agradeció tras lo vivido es volver a ver a su madre en Lugo.