A medida que vamos cumpliendo años nuestras necesidades nutricionales cambian. A partir de cierta edad empezamos a experimentar un déficit de ciertas vitaminas y minerales que juegan un papel esencial en el mantenimiento de nuestra salud y la prevención de enfermedades. Esto es más patente en los mayores de 50 años con la vitamina B12, un nutriente crucial para numerosos procesos biológicos como el funcionamiento neurológico, la síntesis de ADN y la producción de glóbulos rojos.

La deficiencia esta vitamina que se suele experimentar en la edad madura se debe a ciertos problemas digestivos (alteración en las células parietales del estómago, disminución de la secreción ácida) que pueden interferir en su absorción. Además, el hecho de tomar más medicinas contribuyen a una disminución de la B12 circulante. Según un estudio publicado en el National Institutes of Health (NIH), entre un 3% y un 43% de los adultos mayores tienen déficit de esta vitamina.

La mayoría de la gente obtiene la vitamina B12 de los alimentos que consumen; sin embargo, no siempre es suficiente y hay que recurrir a complementos, eso sí, siempre bajo supervisión médica. Los alimentos más ricos en este nutriente son las carnes rojas y blancas, las vísceras (hígado, riñón, lengua), mariscos, moluscos como las almejas o pescados azules como las sardinas. También algunos lácteos fermentados en menor aporte. Es por ello que los científicos consideran que los vegetarianos tienen una mayor carencia de esta vitamina.

Si la deficiencia de vitamina B12 no se trata puede causar anemia, fatiga, debilidad muscular, problemas intestinales, daño en los nervios y trastornos del estado de ánimo. Según un estudio publicado en 'American Journal of Clinical Nutrition', este es un problema al que cada vez se enfrentan más mujeres, sobre todo entre los 40 y los 60 años. Por ello conviene prestar atención a sus síntomas silenciosos, saber reconocerlos y anticiparse a los problemas de salud que pueden causar. Son los siguientes, según el National Heart, Lung and Blood Institute (NIH) de EEUU.

El cansancio extremo es un indicador común de la deficiencia de vitamina B12. Su carencia dificulta la producción de glóbulos rojos, reduciendo el transporte de oxígeno en el cuerpo y causando sensación de agotamiento constante.

Las personas con déficit de B12 experimentan pérdida de memoria, dificultades de concentración y sensación de confusión mental. Según un nuevo estudio publicado en la revista Annals of Neurology, las personas que tienen niveles de esta vitamina más altos o bajos de lo normal corren el riesgo de sufrir deterioro cognitivo, incluso sin síntomas visibles. Si los problemas de memoria se deben, efectivamente, a un déficit vitamínico, estos deberían desaparecer con un suplemento.

Las sensaciones de pinchazos o adormecimiento en extremidades pueden deberse a un daño en los nervios periféricos causado por la deficiencia prolongada de vitamina B12. Algunas personas pueden sentir también mareos o falta de equilibrio al subir o bajar escaleras.

El l déficit de glóbulos rojos también puede notarse en la piel, provocando una palidez anormal. Esta también puede ser un signo de anemia megaloblástica, un tipo de trastorno sanguíneo causado por la carencia de esta vitamina. Además, es común presentar debilidad general y sentir que falta el aire al realizar actividades físicas. Si no se pone remedio cuanto antes a estos problemas podrían llegar a presentarse daños neurológicos permanentes.

Para las mujeres, la deficiencia de B12 puede estar relacionada con irregularidades en el ciclo menstrual, así como con un mayor riesgo de complicaciones durante el embarazo, como parto prematuro o preeclampsia.