Se puede saber si tendrás un infarto en diez años: "Estamos haciendo muy mal la prevención"

Borja Ibáñez, cardiólogo y responsable de REACT
El doctor Borja Ibáñez
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Borja Ibáñez es licenciado en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid y doctor por la Universidad Autónoma. Su formación como cardiólogo, vía MIR, la llevó a cabo en la Fundación Jiménez Díaz y la completó en el Mount Sinaí de Nueva York durante tres años. De allí, tesis doctoral mediante, decidió regresar a España para atender a pacientes de infartos agudos y para avanzar en su investigación de las enfermedades del miocardio en el CNIC (Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares).

Con este breve resumen de su currículo a uno no se le escapa que el doctor Ibáñez es una voz más que autorizada a nivel mundial para hablar del corazón, pero por si nos quedaba alguna duda la resolvemos cuando, una hora antes de la fijada para la entrevista, nos soliciten adelantarla porque a Borja le han convocado para una reunión de la Comisión Europea. Lo hacemos. No seremos nosotros los que pongan palos en las ruedas de Europa.

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El doctor Ibáñez es la cabeza visible de REACT, un proyecto internacional de medicina de precisión para transformar la prevención cardiovascular que está llevando a cabo el CNIC junto al Rigshospitalet de Dinamarca. REACT tiene como objetivo combatir la aterosclerosis mediante la detección temprana y el tratamiento personalizado.

Eres cardiólogo, te dedicas a ver a las personas cuando ya han tenido el infarto, pero ahora lo que te mueve es anticiparte a ellos. ¿Estamos un poco retrasados a nivel de prevención para este tipo de enfermedades?

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Precisamente por eso hemos puesto en marcha el estudio. La prevención es el punto más importante. Yo trato pacientes en mi actividad clínica cuando ya tienen el infarto. Les tratamos, se hacen muy bien las cosas, la mayoría de los pacientes sobreviven al infarto y luego tenemos buenos tratamientos. Pero, paradójicamente, ¿cómo puede ser que haya tantos casos si estamos haciendo tan bien las cosas y si sabemos que los tratamientos son tan eficaces?

¿Por qué?

Porque lo que estamos haciendo muy mal es la prevención muchos años antes de que ocurran estos infartos. Y es por eso que empezamos a trabajar mucho en prevención. Hay otro estudio que seguimos haciendo, que es el proyecto PESA, en el cual hemos tenido ya muchos resultados muy importantes que nos han hecho ver que la enfermedad empieza mucho antes de lo que pensábamos.

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Un dato muy importante que hemos encontrado es que estos factores de riesgo que conocemos todos, que afectan a la aterosclerosis, como el tabaco, el colesterol, la tensión arterial o el azúcar, afectan mucho más a los jóvenes que a los mayores. Sin embargo, en las guías actuales de todo tratamiento en el mundo, hasta los 40 o 50 años, ni siquiera se empieza a revisar ni hay recomendación de empezar ninguna intervención. 

Viéndolo todo en conjunto, tuvimos que hacer un gran estudio cuyo objetivo final sea demostrar que esta identificación precoz y tratamiento en etapas tempranas, principalmente en gente muy joven, va a tener mucho más impacto que como lo hacemos ahora.

¿Cuál dirías que es ahora mismo, en esta sociedad de progreso y bienestar, el mayor enemigo para la salud cardiovascular?

Es difícil contestar y elegir sólo uno. Muy probablemente el desarrollo de la aterosclerosis, que sabemos que es la base de la mayoría de enfermedades cardiovasculares —infarto, ictus, incluso demencia—, es fruto de un conjunto de factores, pero muy probablemente el principal que aparece al principio es el colesterol.

¿Y qué otros factores están influyendo?

Además de que hacemos mala prevención, se han cambiado muchísimo los hábitos de vida. La dieta, en particular en España, está cambiando y en otros países que ya la tenían mala desde antes, es malísima. Hay muy poca dieta mediterránea y una dieta basada en productos procesados, mucho azúcar, sal… y, por supuesto, el aumento brutal de sedentarismo. Esto afecta de manera espectacular. 

La dieta, en particular en España, está cambiando y en otros países que ya la tenían mala desde antes, es malísima

CNIC

Otro factor que creemos que estamos empezando a ver la punta del iceberg, pero que va a tener un impacto brutal, es el tema del sueño: cómo afecta la cantidad y calidad del sueño a muchas enfermedades, entre ellas esta aterosclerosis. Combinado con el estrés, sedentarismo, y falta de ejercicio, sobre todo en los jóvenes por el tema de las pantallas, puede tener un impacto enorme.

¿Tú crees que a nivel social deberíamos educar más a la gente para que se ocupe más de esta parte de su salud antes de tener problemas?

Efectivamente. Tiene que haber estos puntos súper importantes que estamos viendo cómo abordar. Por un lado, demostrar que hay que hacer una identificación precoz y una intervención para mejorar mucho la prevención. Pero el segundo punto, igual de importante o casi más, es cómo conseguimos que esta población joven, que habitualmente no se preocupa de estas cosas, realmente se conciencie. Es muy importante saber si tienen esta enfermedad silente o no, y hacer algo si es necesario. Por eso estamos tratando, como parte del proyecto, de ver cómo vamos a llegar a la población general para convencerles de esto.

Es muy importante saber si tienen esta enfermedad silente o no, y hacer algo si es necesario

CNIC

¿Cómo lo planteáis?

Hacemos mucho el paralelismo con la diabetes. Hace 40 o 50 años, una persona joven que se encontraba perfectamente bien, le hacían una analítica, le salía 200 de glucemia y en vez de decirle que se pinchase insulina, le decían que se fuera a pasear. Sin embargo, hoy en día, después de mucho conocimiento, la población general más o menos tiene claro que cuando tiene el azúcar tan alto puede tener problemas muy serios si no se trata. 

Nuestra idea sería implementar lo mismo con la aterosclerosis. Para ello también trabajamos con un equipo que implementaremos en la fase 2, con psicólogos que nos van a ayudar. Y estamos pensando incluso en incluir influencers, porque muchas veces, para llegar a la gente joven, o vas por los canales actuales o los científicos no vamos a llegar.

En un mundo ideal, si todas vuestras sospechas para este estudio se confirman, si dependiera de ti, ¿a qué edad dirías que todo el mundo se debería hacer una revisión cardiovascular?

Ya hemos reclutado casi tres mil participantes entre España y Dinamarca para REACT. Como hemos analizado los datos en tiempo real, ya estamos viendo algo que es todavía muy preliminar, pero sabemos que aproximadamente el 8% de sujetos entre 18 y 30 años ya tienen signos de aterosclerosis. Nosotros pensamos que hay que empezar a revisar a la mayoría de edad, alrededor de los 20 años. Es importante medirse la tensión y el colesterol en esa edad. Y si hay parámetros ligeramente altos, hacer una ecografía como la que comentaba antes para ver si hay enfermedad. Creemos que la prevención e incluso la intervención, cuando hay que hacerla, debe iniciarse en la década de los 20.

Aproximadamente el 8% de sujetos entre 18 y 30 años ya tienen signos de aterosclerosis

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Y si, por ejemplo, alguno de los marcadores que analizáis sale disparado, ¿qué tiene que hacer una persona? ¿Es vía médica o con hábitos de vida se puede combatir?

Hay diferentes escalones que hay que seguir. Depende de cómo estén estos factores: si están muy elevados o simplemente ligeramente elevados, el abordaje es diferente. Inicialmente, a veces, con hábitos de vida es suficiente y hay que hacer un control pasados unos meses. Si no mejora, entonces ya se pasa a medidas farmacológicas. Mientras que en otros casos, cuando los niveles están muy altos, sabemos que los hábitos de vida pueden ayudar, pero de forma moderada, y habría que empezar ya en paralelo con alguna intervención farmacológica. 

Los máximos responsables de REACT, en la entrada del CNIC

Lo que queremos demostrar sobre todo es que incluso una intervención farmacológica muy pronto, en la década de los 20 o 30 años, aunque no se mantuviese para siempre, tendría un impacto enorme en las fases iniciales. Eso cambiaría tanto la progresión natural de la enfermedad, que muy probablemente una intervención de cinco o diez años sería suficiente para que esta persona no tuviera ninguna manifestación clínica. No pensamos que haya que tratar a toda la población cuanto antes, sino que un tratamiento adecuado en el momento justo puede tener un impacto enorme.

En el fondo, el objetivo sería prevenir infartos con décadas de anticipación, ¿no?

Efectivamente. Es como anticiparnos 30 años y ver qué persona tiene muy alto riesgo de tener un infarto con alta probabilidad dentro de 30 años, y poder intervenir 30 años antes.

Ahora mismo un tercio de las personas en España mueren por enfermedades cardiovasculares. ¿Los resultados de este estudio se empezarán a ver si dentro de 10 o 20 años esas muertes descienden?

Claro, es un punto súper importante. Cuando diseñábamos la fase 2 de intervención, lo discutimos muchísimo en un panel internacional. Obviamente, la interacción que hagamos ahora mismo va a tardar 40 o 50 años en demostrar que reducimos los eventos cardiovasculares. Sin embargo, hemos hecho estudios en los que hemos demostrado que si hacemos dos estudios de ecografía de la carótida y las femorales, con cinco años de diferencia, y vemos la progresión o regresión de la aterosclerosis, esto ya se asocia con mortalidad de cualquier causa en el futuro. Entonces, incluso dentro de los ocho años que va a durar inicialmente el proyecto, seremos capaces de ver si este paradigma de intervención se asocia a una regresión de la aterosclerosis. Tenemos muchos motivos para pensar que esto va a reducir la mortalidad a largo plazo.

Tenemos muchos motivos para pensar que nuestro estudio va a reducir la mortalidad a largo plazo

CNIC

A día de hoy, ¿qué es más importante: potenciar la prevención en medicina o en la sociedad?

Sin ninguna duda, tendría muchísimo más impacto hacerlo a nivel poblacional. Lo ideal sería reducir muchísimo la cantidad de personas que acaban llegando al hospital, porque somos capaces de cambiar estos hábitos de vida muy pronto.

En la sociedad, da la sensación de que hay mucha conciencia: los baños de hielo, las gafas de luz roja... Pero no sé cuánta gente toma acción de verdad.

Efectivamente. Si preguntásemos a 100 personas por la calle qué hace que uno tenga peor salud cardiovascular, prácticamente todo el mundo tiene alguna idea. Sabemos que comer bien, hacer ejercicio o evitar hábitos tóxicos es clave. Entonces,es súper importante, como dices tú, que hagamos ya acción sobre temas que casi todo el mundo conoce. Pensamos que estos estudios van a ayudar a concienciar, que es casi el impacto más importante que podemos tener.

¿Qué consejos se le podría dar a una persona que ya no está en los 20 ni en los 30 sino más bien en los 50 para prevenir estas enfermedades?

Creo que es un público muy importante, porque están en una trayectoria intermedia. Lo que llamamos nosotros gente de edad media. El impacto que podemos tener sobre la progresión de la enfermedad, incluso regresión, va a ser enorme a largo plazo. Podríamos decir que es inversamente proporcional a cuántos años quedan para la esperanza de vida del país. Implementar cambios a partir de los 40 o 50 años va a tener un impacto enorme. Probablemente hubiera sido mucho mayor si se empezara a los 20, pero desde luego no es tarde. Están todavía en las fases del primer tercio de progresión de la enfermedad.

O sea, aún están a tiempo.

Están a tiempo. Eso es. Muy a tiempo.