Día Mundial de la Fertilidad

Mar pasó 11 años intentando quedarse embarazada: "Tuvimos que pedir un préstamo para pagar los tratamientos"

Un test de embarazo negativo. Foto de archivo
Un test de embarazo negativo. Foto de archivoPEXELS
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Mar tenía 28 años cuando, junto a su pareja, decidió que quería ser madre. "Pasamos un año intentándolo y, al ver que no lo conseguíamos, acudimos al médico de familia por la Seguridad Social", recuerda. Lo que pensaba que sería un problema puntual, se convirtió en un camino que duró once años. No fue hasta los 39 cuando logró cumplir su deseo de ser madre.

"No sabíamos cómo abordar lo que nos estaba ocurriendo. Pensamos que acudir a la sanidad pública sería el mejor camino, pero ahí empezó nuestra batalla", relata. El primer paso fue pasar por Ginecología y someterse a una serie de pruebas médicas, con esperas de meses entre una y otra. Finalmente, fue derivada a la Unidad de Infertilidad del hospital. Allí se activó el protocolo, pero el proceso volvió a alargarse: nuevas pruebas, nuevos retrasos. "La última me la citaron a ocho meses vista. Decidimos que no podíamos seguir por esa vía. Llevábamos ocho años y no había recibido ni diagnóstico ni ninguna inseminación. Perdimos un tiempo precioso".

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Conocer a ASPROIN, una asociación de pacientes con problemas de infertilidad, supuso un antes y un después. Por primera vez, conocía a personas que estaban viviendo lo mismo que ella. "No éramos capaces de contarlo, ni a familiares ni a amigos. Mientras tanto, teníamos que inventar excusas continuamente para justificar por qué no teníamos hijos. Esquivábamos preguntas como '¿Y vosotros para cuándo?' y aguantábamos bromas desafortunadas, mientras nosotros lo estábamos intentando todo".

El diagnóstico, un paso clave

Gracias a la orientación que recibieron en la asociación, Mar y su pareja conocieron clínicas especializadas y profesionales que les ayudaron a avanzar. "Tuve la suerte de dar con un médico extraordinario. A día de hoy sigo pensando que, si no hubiera sido por él, no lo habría conseguido", señala en esta entrevista con Informativos Telecinco con motivo del Día Mundial de la Fertilidad, que se celebra cada 4 de junio.

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Fue entonces cuando recibió al fin un diagnóstico: salpingitis, una inflamación de las trompas de Falopio, una de las causas más comunes de infertilidad femenina por obstrucción tubárica. "En la Seguridad Social me hicieron una prueba, pero no lo detectaron". Esta obstrucción impide que el óvulo y el espermatozoide se encuentren o que el embrión llegue al útero para implantarse.

"El diagnóstico fue un alivio. Por fin sabía lo que me pasaba". Tras una intervención quirúrgica y cinco fecundaciones in vitro, logró quedarse embarazada y tener a su primer hijo. Un año después, ya con 40 años, volvió a intentarlo y tuvo a su segundo hijo.

¿Cuándo se considera que existe infertilidad?

La infertilidad es una enfermedad reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Afecta tanto al aparato reproductor femenino como al masculino y puede dificultar la concepción o impedir que el embarazo llegue a término. Se considera necesario realizar una evaluación médica cuando una pareja lleva un año manteniendo relaciones sexuales regulares sin protección y no ha logrado el embarazo. En mujeres mayores de 35 años, este plazo se reduce a seis meses.

En España, aproximadamente una de cada seis parejas en edad reproductiva tiene dificultades para concebir, según la Sociedad Española de Fertilidad. En la última década, factores como el retraso de la maternidad, el estrés, el sobrepeso, la contaminación ambiental o ciertas enfermedades han contribuido al aumento de los casos.

El impacto económico y emocional de la infertilidad

La historia de Mar no es una excepción. "La mayoría de pacientes de la asociación a pesar de haber acudido a la sanidad pública no han recibido tratamiento", explica. "No vamos a la privada por gusto, sino por necesidad". El coste de las citas, los tratamientos y la medicación es muy elevado. En su caso, tuvieron que solicitar un préstamo que aún siguen pagando. "No nos quedaba otra si queríamos ser padres", asegura.

Pero no todo el coste es económico. Durante los once años que duró su proceso, pensó en rendirse en varias ocasiones. "Te afecta mucho emocionalmente. Muchos pacientes necesitan apoyo psicológico por ansiedad o depresión. Yo veía cómo el tiempo pasaba sin saber lo que me ocurría. Todo el mundo a mi alrededor se quedaba embarazado o tenía hijos. Nosotros no lográbamos contarlo ni gestionar lo que sentíamos. Es una lucha que llevábamos en silencio los dos".

Esta situación también impacta en la pareja. "Te llegas a obsesionar y eso genera conflicto. Hay momentos en que el médico te indica incluso el día y la hora en que debes mantener relaciones sexuales. Ya no lo haces porque quieres, sino porque toca. Y eso también desgasta".

El embarazo y el miedo a empezar de nuevo

De las cinco fecundaciones in vitro, una terminó en un aborto. Fue el quinto intento el que trajo un nuevo positivo. "Recibí la noticia con pánico. Me metí en la cama y pasé varios días tumbada por miedo a perderlo. Me aterraba tener que empezar de nuevo".

Durante el embarazo, ese miedo fue disminuyendo, aunque Mar no quiso comprar absolutamente nada para el bebé hasta que nació. "Ni un chupete, ni un pañal, ni unos patucos". Su hijo nació por cesárea y al día siguiente ella ya caminaba por la habitación. "Fue muy bien". El segundo embarazo, al poco tiempo, lo vivió con más serenidad.

A día de hoy, sus familiares y amigos aún no conocen todo lo que pasaron. "Cuesta mucho hablarlo. Tampoco lo saben nuestros hijos. Hemos corrido un tupido velo para protegerlos. Nos da miedo que alguien en el colegio o en su entorno les haga daño".

Es por ello que una de las grandes tareas de ASPROIN es acompañar a quienes atraviesan este proceso en silencio. "Todos somos pacientes con algún problema de fertilidad y nuestro papel es ayudar. Es un espacio donde puedes hablar sin tapujos, porque quien tienes enfrente ha vivido lo mismo que tú y te entiende". Además, la asociación ha logrado convenios con clínicas privadas que ofrecen descuentos a sus miembros. "Aun así, no nos financia ninguna clínica. Somos pacientes y dedicamos el tiempo que podemos a ayudar a otros", recalca Mar.

Retos pendientes

Desde ASPROIN reclaman más inversión pública, menos listas de espera y un protocolo ajustado al paciente, que evite procesos largos y dolorosos como el que vivió Mar. También subrayan la necesidad de mayor concienciación desde la atención primaria. "El médico de familia y el ginecólogo deben advertir a las mujeres, según su edad, sobre el riesgo de infertilidad y pedir análisis como el de la hormona antimülleriana, que mide la reserva ovárica".

La maternidad es cada vez más tardía, y Mar también pide que se informe sobre opciones como la congelación de óvulos, aunque actualmente en España solo se cubre por la Seguridad Social en casos médicos, como pacientes oncológicas, pero no cuando se pospone la maternidad por decisión personal.