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Un tratamiento experimental de diabetes podría librar a los pacientes de la insulina externa

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Importante avance contra la diabetes. UNSPLASH
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Aunque todavía no hay una cura definitiva para la diabetes, que esté extendida a gran escala, poco a poco van surgiendo nuevos métodos —experimentales— que permiten avances a pasos de gigante. En este sentido, la prestigiosa Revista Science ha dado a conocer primeros hallazgos de una nueva técnica que ya se ha empezado a implementar de forma reducida. 

La diabetes Tipo I se caracteriza por la ausencia de producción de insulina por parte del Páncreas o, en su defecto, por el hecho de que este produce unos niveles demasiado bajo como para poder contener los niveles de glucosa dentro del cuerpo en unos intervalos razonables. Así pues, las inyecciones externas de insulina son —hasta el momento— el remedio para poder estabilizar esta sustancia.

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¿Por qué ya no se necesitaría insulina externa?

Esta investigación primigenia tiene por base a doce personas a las que se ha inyectado una única dosis de células pancreáticas —cultivadas en laboratorio—. Hasta el momento, las conclusiones que se han extraído, determinan que 10 de las 12 personas que han recibido esta inyección única no han necesitado de insulina externa, pasado un año de este tratamiento experimental.

Aunque se trata de un nuevo tipo de hallazgo en el tratamiento de esta enfermedad —crónica, y que afecta a más de ocho millones de personas en todo el mundo—, desde el equipo de la propia investigación matizan que esto “es un estudio de marca, por lo que los resultados no se pueden sobreestimar”. 

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El precedente del uso de otras células pancreáticas

Antes de que se hubiera llevado a cabo este método experimental para tratar la diabetes Tipo I —y evitar así el uso de insulinas externas—, desde Science reportan que, ya en 2023, Estados Unidos aprobó un tratamiento que consistía en la sustitución de células productoras de insulina. 

Este método consiste en una especie de ‘trasplante de células productoras de insulina’, de un donante fallecido a una persona viva. Y aunque se trata de una aproximación para evitar las inyecciones diarias, desde el medio explican que “la aplicación de esta técnica es limitada debido al número de órganos donantes disponibles y por la calidad de las propias células”.

Si no se pueden trasplantar las células, se cultivan

El cambio de rumbo que ha tomado este tratamiento —recordemos, experimental y a pequeña escala— de la diabetes Tipo I se basa en el crecimiento y cultivo de células pancreáticas en laboratorio. De esta forma, lo que se consigue son agrupaciones de estas células que cuentan con la capacidad de producir insulina. 

Aunque los números reportan que diez de las doce personas ya no necesitaban inyecciones externas, todavía quedan dos pacientes que sí han seguido necesitando la medicación tradicional. Eso sí, explican que “aunque han mantenido la insulina, la dosis necesaria se ha rebajado en un 70%”, en comparación con el período previo a la infusión única de células productoras. 

La cara B de la inmunodepresión

Para llevar a cabo este testeo experimental, los investigadores también dan a conocer los efectos secundarios que esto ha conllevado. En aras de que el cuerpo rechace las células introducidas, la inmunosupresión ha sido protagonista a la hora de que este tratamiento funcionase. 

En este sentido, se dan a conocer efectos secundarios como la diarrea, cefaleas, náuseas, e incluso, infecciones por COVID-19. Sin embargo, esto no es provocado directamente por las células pancreáticas: esto se debe a que el sistema inmune del cuerpo está debilitado por los medicamentos, para evitar un rechazo de estas células. También explican que para mantener el estado de protección de las células inyectadas “los pacientes tendrán que seguir con los medicamentos de inmunosupresión”.