Antonio, un paciente de cuidados paliativos que logró cumplir su último deseo: "Me sentí como si no estuviera enfermo"
Antonio, paciente de cuidados paliativos, volvió a navegar rodeado de su familia en un último viaje que le devolvió a su vida pasada por un día
Cuando un pequeño deseo cambia la vida de un niño enfermo: "Genera emociones que mejoran su bienestar"
No siempre es posible cambiar el destino, pero sí la forma de recorrerlo. Antonio tiene 75 años y desde hace dos convive con un cáncer en fase avanzada. Tras pasar por varios hospitales, recibir múltiples tratamientos y participar en ensayos clínicos sin éxito, ingresó en la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Fundación Hospitalarias Madrid (anterior Hospital Beata María Ana). Desde su llegada, el equipo médico percibió algo más allá del diagnóstico: una historia vital que merecía ser escuchada.
Antonio fue profesor, un apasionado de la naturaleza. Durante años acudió de campamento con sus alumnos, organizaba actividades al aire libre y disfrutaba del pantano y la pesca. "Desde pequeño me escapaba a la naturaleza porque para mí era vida", recuerda durante una conversación con la web de Informativos Telecinco. "Nos dimos cuenta de que tenía un vínculo muy profundo con el agua y nos confesó que, si pudiera hacer algo una vez más, elegiría salir a navegar", cuenta Silvia Rubio, coordinadora de la Unidad.
Conocer este deseo no surgió de manera casual. "Uno de nuestros objetivos como médicos es conocer la historia personal del paciente, porque es fundamental para hacer un buen cierre vital. En cuidados paliativos no tratamos cánceres ni enfermedades terminales: tratamos personas. Personas que, en un momento de su vida, se han encontrado con una enfermedad grave y que ahora afrontan su etapa final. Para acompañarlos de verdad, hay que conocer qué fue importante para ellos, cómo han vivido y cómo quieren vivir este último tramo", explica Rubio.
Lejos de quedarse en una conversación emotiva, Rubio propuso a la familia llevar a cabo el deseo de Antonio. "Cuando la doctora nos lo dijo no podía creerlo", cuenta Carmina, mujer de Antonio.
Fue entonces cuando la doctora puso en marcha una cadena de solidaridad. Primero contactó con la Fundación 38 Grados, especializada en ayudar a personas al final de su vida a cerrar asuntos pendientes de forma única y personalizada; y con la Fundación Ambulancia del Deseo, ya que, dada la situación clínica de Antonio, también era necesario su traslado en una ambulancia adaptada.
Aunque la planificación estuvo marcada por la incertidumbre hasta el último momento, el deseo pudo hacerse realidad. "Antonio está encamado, solo se levanta una vez por semana durante un par de horas, tiene bajo nivel de alerta y sufre dolores ocasionales. Era un reto. De hecho, el día anterior se encontraba mal, no despertaba. Pero, oye, llegó el día y la energía estaba concentrada en un único objetivo", relata la doctora.
Un día que nunca olvidarán
Silvia no olvida la mañana en la que todo ocurrió: "Carmina llegó con un par de mochilas, su gorro… y una cara de ilusión. También con cierta incredulidad, porque nunca piensas que vas a volver a tener una salida así". Tampoco su familia olvidará el pasado 16 de julio, una fecha que quedó grabada para siempre en su memoria.
Acompañado por su mujer, sus hijos y sus nietos, Antonio volvió a conectar con la naturaleza. No solo contempló el paisaje del pantano de San Juan, también cumplió su deseo de pilotar una barca. "Volví a sentirme joven, libre… como si no tuviera enfermedad alguna", confesó a su regreso al hospital, con una sonrisa difícil. "Para mí fue revivir grandes recuerdos".
Para su familia, fue un momento único. "Fue muy especial", recuerda Carmina. A lo que su hija Mamen, emocionada, añade: "Ver que mi padre pudo hacerlo… no hay palabras. Hacía mucho que no salíamos y ya habíamos asumido que no volvería a ocurrir. Pero, de repente, pasó. Fue un sueño cumplido, para él y para todos nosotros". La familia agradece profundamente al hospital y a las dos fundaciones que hicieron posible este momento.
Un antes y un después
Desde entonces, Antonio ha mostrado una mejoría en su estado anímico. "No ha habido milagros ni una recuperación funcional, pero ha cambiado algo. Ya no duerme todo el tiempo, está más despierto, tranquilo y conectado. Y todo comenzó a raíz de ese día", cuenta la doctora.
Ahora, en cada visita de la familia a Antonio se recuerda la experiencia vivida. "Nos faltaron horas, ¿verdad, papá? Solo te faltó ponerte el bañador y tirarte al río", bromea Mamen a su padre durante la entrevista.
Para Silvia, ver "la expresión de felicidad en el rostro de Antonio fue indescriptible. Nos recordó por qué trabajamos en esta Unidad, donde acompañar también significa dar vida a los deseos. No se trata solo de curar. Se trata de saber cómo se llama la persona que tenemos delante, de escucharla, de verla. Porque esa persona, quizá, solo va unos pasos por delante de ti. Y un día, tú también serás mayor. Un día, quizá, también te enfrentes a una enfermedad. Por eso hay que mirar al paciente a los ojos y reconocerle como persona".