Bienestar

La calvicie podría revertirse usando tu propio sistema inmunológico, según un estudio

La alopecia puede por fin tener un remedio definitivo. GETTY IMAGES
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La calvicie es un fenómeno universal que arrastra un gran impacto emocional y social. Según la Sociedad Española de Medicina Estética, más del 80% de los hombres y la mitad de las mujeres experimentarán pérdida de cabello a lo largo de su vida. Este problema, que hasta ahora se enfrentaba con la aplicación de una serie fármacos de eficacia limitada o con trasplantes capilares, podría estar más cerca de una solución gracias a un descubrimiento reciente: aprovechar las propias defensas del cuerpo para reactivar los folículos “apagados”.

Células inmunes con un talento oculto

Investigadores de la Universidad de Cambridge publicaron en 2024 un estudio en la revista Immunity en el que describen a las células T reguladoras (Tregs) como una especie de ejército sanador. Estas células del sistema inmune, conocidas por mantener a raya la inflamación, también son capaces de reparar tejidos dañados, incluido el folículo piloso.

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El hallazgo rompió un dogma, dado que hasta entonces se pensaba que las Tregs eran poblaciones específicas de cada tejido. Sin embargo, el estudio demostró que existe una única gran reserva de Tregs que se desplaza por todo el organismo y que puede ser reclutada hacia un punto concreto, donde aumenta en número y se activa para favorecer la reparación local.

En ratones, este mecanismo permitió volver a hacer crecer folículos pilosos dañados, algo que abre la puerta a terapias más precisas contra la calvicie.

De la teoría a la práctica: un parche en la piel

El siguiente paso vino desde EE. UU. Un equipo del Brigham and Women’s Hospital (afiliado a Harvard y el MIT) desarrolló un parche de microagujas capaz de atraer y expandir Tregs directamente en el cuero cabelludo. El dispositivo libera moléculas como IL-2 y CCL-22, que actúan como señales químicas para convocar a estas células y multiplicarlas en la zona tratada.

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Los resultados, publicados en 2024, fueron contundentes: en modelos murinos de alopecia areata, el pelo volvió a crecer en las áreas tratadas y no se detectaron efectos sistémicos, ya que la acción quedó limitada a la piel. Incluso al aplicar el parche en piel humana injertada en ratones, se observó proliferación de Tregs y reducción de la inflamación.

La Fundación Nacional de Alopecia Areata resumió los hallazgos de forma clara: el sistema permitió remodelar el perfil inmune alrededor del folículo, restaurar su protección natural y lograr crecimiento sostenido del cabello.

Lo que aportan los estudios de 2025

Durante 2025, nuevas investigaciones confirmaron el mecanismo de guiado de estas células. Una revisión publicada en Frontiers in Immunology explicó que quimioquinas como CCL17 y CCL22 se unen a receptores en la superficie de Tregs y las atraen hacia el folículo piloso. En pacientes con alopecia areata, se detectaron niveles elevados de CCL17 en sangre, lo que respalda la idea de que el tráfico anómalo de estas células está implicado en la enfermedad.

Este hallazgo refuerza la estrategia de diseñar tratamientos que dirijan Tregs al cuero cabelludo, no solo para frenar el ataque autoinmune, sino también para reactivar folículos dormidos.

Hasta ahora, la lucha contra la calvicie había pivotado en torno a dos opciones. Por un lado el uso de medicamentos como el minoxidil o la finasterida, con resultados variables y efectos secundarios. Por el otro, el trasplante capilar, mucho más costoso e invasivo. Lo que proponen estos nuevos estudios es muy diferente: usar al propio sistema inmune como herramienta de regeneración, guiando a las células reparadoras al sitio exacto donde se necesitan.

Dicho de otro modo, la ciencia pasa de intentar “forzar” al folículo desde fuera a restaurar su entorno natural desde dentro, reprogramando la relación entre defensas y piel.

¿Qué significa para quienes sufren calvicie?

Conviene ser prudentes: de momento, los resultados se han obtenido en ratones y en modelos de laboratorio con piel humana. Aún faltan ensayos clínicos en personas para confirmar eficacia y seguridad en la alopecia común, la más extendida.

Pero lo relevante es que ya existen tres pruebas sólidas y verificadas. En primer lugar está el hecho de que las Tregs pueden despertar folículos dañados, como demostró Cambridge. Se ha demostrado que es posible atraerlas localmente con un parche, evitando inmunosupresión generalizada. La pieza final del puzle (por ahora) son los estudios de 2025 que detallan el “GPS molecular” que guía a estas células hasta el folículo.

Si la investigación clínica confirma estos hallazgos, el futuro de los tratamientos capilares podría alejarse de fármacos y cirugías, para acercarse a biotecnologías mínimamente invasivas que cooperen con el propio sistema inmune.

Así, lo que hace apenas unos años sonaba a ciencia ficción, que el pelo volviera a crecer sin trasplantes ni fármacos agresivos, se empieza a perfilar como una posibilidad real. Y aunque el camino hasta una terapia aprobada aún es largo, el rumbo está claro: usar al sistema inmune como aliado para acabar, quizá, con la calvicie.