Estudios

Un truco secreto determina qué recordarás en tu mente y qué olvidarás

En la investigación, el hecho de dormir no influyó en la capacidad de los participantes para recordar palabras. Pexels
  • Un experimento del Merrimack College revela que las instrucciones tienen más peso que las emociones al fijar los recuerdos

  • Dormir no mejora la retención de palabras, aunque ciertas ondas cerebrales sí influyen en la memoria

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Hay un factor que determina qué recuerdos permanecen en nuestra mente y cuáles se desvanecen y no está relacionado con dormir más ni con sentir miedo.

Asociar sentimientos negativos como el miedo o el estrés puede facilitar la evocación, pero intentar recordar de manera consciente también resulta eficaz. Sin embargo, estos dos procesos funcionan de modo distinto: uno es involuntario y el otro, deliberado.

Instrucciones más poderosas que las emociones

Investigadores del Merrimack College (Estados Unidos) publican en Frontiers in Behavioral Neuroscience un estudio que demuestra que las palabras que nos indican recordar se retienen mejor que aquellas con connotaciones emocionales negativas. Y, de manera sorprendente, el sueño no mejora ese proceso. Desde hace tiempo se sabe que dormir favorece la consolidación de nuevos recuerdos, pero los mecanismos detrás de ello aún no se comprenden del todo.

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Para analizar qué influye más en la memoria, los científicos pidieron a los participantes que recordaran u olvidaran palabras, algunas con carga emocional negativa. Descubrieron que las instrucciones mejoraban la evocación más que las emociones.

“Lo que intentamos recordar y olvidar puede ser muy poderoso”, asegura la doctora Laura Kurdziel, del Merrimack College, autora principal del trabajo. “Tenemos más control sobre nuestros recuerdos del que solemos creer”.

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El experimento: recordad u olvidar por orden

Los investigadores llevaron a cabo dos experimentos comparativos: uno con 45 participantes de forma online y otro con 53 en laboratorio. La mitad de los voluntarios recibió las palabras que debían recordar por la mañana y fueron evaluados esa misma noche; la otra mitad, por la noche, y se les examinó al día siguiente, tras dormir.

A quienes durmieron en el laboratorio se les colocaron diademas con electroencefalogramas (EEG) para registrar la actividad cerebral. En ambos casos, los participantes realizaron dos sesiones.

En la primera, observaron 100 palabras en pantalla, cada una seguida por una instrucción de recordar u olvidar. La mitad de ellas tenía asociaciones emocionales negativas y la otra mitad eran neutras. Inmediatamente después, se les mostró un segundo conjunto de 100 palabras y se les preguntó si las reconocían. En la segunda sesión, 12 horas más tarde, los investigadores les pidieron que recordaran tantas palabras como pudieran y analizaron su rendimiento junto con los datos del EEG.

De este modo, comprobaron que las instrucciones fueron más determinantes que las emociones: las personas recordaban mejor las palabras que se les había pedido memorizar. No obstante, las emociones amplificaban ese efecto: las palabras negativas que se debía recordar tenían una mayor probabilidad de ser evocadas.

También se observó que las palabras con carga emocional negativa generaban más falsos recuerdos que las neutras.

“Durante la codificación, dedicaremos más recursos atencionales a las palabras que se nos indica explícitamente que recordemos”, explica Kurdziel. “De forma similar, los sistemas de control cognitivo pueden ‘etiquetar’ la información como relevante, predisponiendo al hipocampo a priorizarla. Esto aumenta la probabilidad de que el recuerdo se reactive durante el sueño y se transfiera al almacenamiento a largo plazo”.

El papel del sueño

Inesperadamente, el hecho de dormir no influyó en la capacidad de los participantes para recordar palabras. Sin embargo, distintos tipos de ondas cerebrales registradas mediante el EEG sí mostraron relación con la memoria. Niveles más altos de potencia theta REM, por ejemplo, se asociaron con un mayor número de falsos recuerdos de palabras negativas.

“Los husos de sueño se asociaron con un mejor recuerdo de palabras negativas, con claves de recuerdo”, señala Kurdziel, en referencia a un tipo de onda cerebral vinculada con la transferencia de información desde el hipocampo al neocórtex.

Lo que tu cerebro decide guardar

“El sueño de ondas lentas se correlacionó negativamente con la memoria total”, continúa la investigadora. “Esto fue algo inesperado: el sueño de ondas lentas suele asociarse con mejoras en la memoria declarativa. Sin embargo, también se ha teorizado que facilita el olvido activo de información irrelevante o redundante”.

Estos hallazgos sugieren que dormir podría consolidar solo ciertos recuerdos, priorizando los que se intentan conservar de manera consciente sobre los de carácter emocional. No obstante, los autores advierten que se necesita más investigación para confirmar estas conclusiones.

“El número de participantes que proporcionaron datos de EEG utilizables fue relativamente pequeño, lo que reduce la confianza en la solidez de las asociaciones entre el sueño y la memoria”, concluye Kurdziel. “Además, la muestra estaba compuesta principalmente por estudiantes universitarios, lo que dificulta la generalización de los resultados a poblaciones más amplias”.