Salud mental

Decálogo para cuidadores (los grandes olvidados) de personas con demencia

The father
Fotograma de 'El padre', con Olivia Williams y Anthony HopkinsUppers
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Están en el centro de todo. Sostienen el timón familiar entre dos generaciones que reclaman tiempo, atención y cuidados. Por un lado, sus hijos, que aún no son del todo autónomos. En la otra cara de la moneda, sus padres, que comienzan a necesitar ayuda para las tareas más cotidianas. Es la conocida como generación sándwich, adultos de entre 40 y 60 años que cargan, muchas veces en silencio, con el peso emocional, físico y económico del cuidado.

Una realidad que, lejos de ser excepcional, se ha convertido en tendencia demográfica. A ello contribuyen factores como el retraso en la edad de maternidad y el aumento de la esperanza de vida, que juntos están propiciando un escenario donde el cuidado se extiende durante más años… y recae siempre sobre los mismos hombros. Pero el cuerpo no es infinito, y su energía tampoco. Por ese motivo es importante, y necesario, cuidar a los demás sin llevar a vaciarse.

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1. Admite que estás en dos bandas, y no lo haces sola

Aceptar que estás cuidando a dos generaciones no es rendirse: es organizar, priorizar y asumir que hay una doble tensión. Un estudio de la Universidad de Málaga explica los motivos por los que muchas personas terminan asumiendo el cuidado de sus hijos y de sus padres. En este contexto, reconocer que nadie puede hacerlo todo es el primer paso para cuidar con cabeza.

2. Crea tu propia agenda de autocuidado

Cuando tu día parece estar ya completo incluso antes de desayunar, reservar momentos de tranquilidad para ti puede parecer un lujo. Pero según la Alzheimer’s Association, quienes cuidan a personas mayores necesitan “participar en actividades que mejoren su bienestar, descansar cuando lo necesiten e invertir tiempo en sí mismos” si quieren poder mantener el ritmo de cuidados. Por ejemplo, se puede elegir un día al mes sin compromisos, desconectar el móvil o pedir ayuda para delegar durante esa tarde.

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3. Fortalece una red de apoyo concreta y no improvisada

No eres un héroe solitario: necesitas que el “equipo de cuidados” funcione contigo. En este sentido es importante buscar el apoyo de los servicios de asistencia locales, y que exista una red de apoyo y relevo para los cuidadores. Identifica quién puede acudir cuando tú necesitas parar, ya sea otro hermano, un servicio de día o una amiga de confianza.

Cuidadores

4. Reorganiza tu vida laboral y económica antes de que lo haga el busto

Las personas de la generación sándwich trabajan muchas horas y soportan una carga invisible de cuidados. Un informe revela que muchas de estas personas dedican el equivalente a 2.782€ brutos al mes si esas horas estuvieran remuneradas. Esto significa que asumir cuidado sin revisar tu empleo, ingresos y ahorros puede hipotecar tu futuro. Define cuánto tiempo puedes dedicar, cuáles son tus límites profesionales y reserva parte de tu economía para ti, no solo para ellos.

5. Haz visible lo que haces

El trabajo de cuidar se hace dentro de casa, sin contratos ni descansos y con escasa visibilidad más allá del dintel de la puerta. Esa invisibilidad dificulta apoyos, descansos y reconocimiento. Además, este tipo de tareas recae con mayor frecuencia sobre las mujeres aunque los perfiles varíen. Lleva registro mental, o físico, de lo que haces. No es para que te sientas más víctima, sino para poder poner en valor todo lo que haces al cabo del día.

6. Ajusta tus expectativas y celebra lo que logras

No todo estará hecho perfectamente, y puede que tampoco esté hecho en el momento perfecto. Sin embargo, se debe ser consciente de que cuidar de unos hijos que no terminan de independizarse y de padres que necesitan más ayuda significa aceptar que la velocidad será distinta. Felicítate por la constancia, por los días en que estás presente, no solo por los grandes gestos.

7. Cuida de tu salud antes de que tu cuerpo te lo recuerde

Ese dolor de espalda, el aumento de las guardias, la tensión permanente… Todo ello desgasta. El Journal of Aging Studies advierte que los cuidadores de doble generación tienen más probabilidad de sufrir ansiedad y presentar síntomas depresivos. Por eso no te olvides de cuidarte, ir al médico, caminar, alimentarte bien y no ignores nunca si sufres dolor.

Cuidando de los padres

8. Aprovecha la anticipación al diagnóstico de demencia

Si uno de tus padres ya presenta deterioro cognitivo o demencia, la planificación temprana es vital. Por eso apunta citas médicas, tiempo para ti, hitos y citas importantes, y todo lo que sepas para crear un plan mensual al que ceñirte. Porque cuando las obligaciones de cuidado aprietan, es fácil olvidar todo aquello que no tengamos apuntado, por muy importante que sea. Planifica. Cuanto más preparado estés, más podrás cuidar desde la calma.

9. Desconecta de la culpa

Puede que pienses “si hago algo para mí estoy fallando”, pero la realidad es lo contrario. Dedicar espacio a ti, pedir ayuda, delegar… Todo ello refuerza tu capacidad para estar junto a ellos mañana. El cuidado no se construye desde el agotamiento, sino desde la salud y la constancia de quien cuida.

10. Confía en el valor de tu labor y potenciales cambios

Tú haces un trabajo que no tiene contrato pero sí un impacto vital. Que tu voz se escuche. Que tu tiempo tenga valor. Que tu salud también importe.

Cuidar a dos generaciones no es una debilidad, sino una demostración de fortaleza cotidiana. Pero ningún equilibrio es sostenible si no se apoya también en el bienestar de quien sostiene. Es importante saber encontrar espacio para uno mismo, tejer redes de apoyo reales, organizar el tiempo y del dinero… Todo eso no es egoísmo, es responsabilidad con uno mismo. Porque para seguir cuidando mañana, hay que empezar hoy por no dejarse al margen.