El hábito que multiplica tu riesgo de sufrir un aneurisma

Un estudio ha observado un aumento del 27% en los casos de lesiones cerebrales vasculares entre quienes consumen alcohol regularmente
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Dolor de cabeza repentino, visión doble, rigidez en la nuca o pérdida de conciencia: así puede comenzar la ruptura de un aneurisma cerebral, que es una dilatación anormal en la pared de una arteria del cerebro y que, si estalla, pone en riesgo la vida. Y aunque existen factores como la edad, la hipertensión o la genética que son muy influyentes en su aparición, un nuevo estudio ha puesto el foco en otro detonante silencioso de este problema: el consumo excesivo de alcohol.
Un análisis publicado en octubre por la Universidad de Seúl revela que las personas mayores con un consumo alto y mantenido de alcohol presentan un riesgo significativamente mayor de sufrir hemorragias cerebrales, incluidas las derivadas de un aneurisma. El estudio, realizado con datos de más de 1,7 millones de personas, apunta a un aumento del 27% en los casos de lesiones cerebrales vasculares entre quienes consumen alcohol regularmente.
Una bomba de tiempo dentro del cráneo
El riesgo no es nuevo, pero los datos se acumulan: el alcohol está detrás de un porcentaje notable de rupturas de aneurisma. Según este estudio, el consumo habitual de alcohol está relacionado con la formación de aneurismas intracraneales y, aún más, con su ruptura, especialmente cuando se superan los 30 gramos diarios, que serían equivalentes a unas dos copas grandes de vino o más.
Una investigación previa ya observó que los bebedores habituales tenían 1,36 veces más riesgo de ruptura de aneurisma en comparación con quienes no consumían alcohol. Y el riesgo se dispara a medida que crece la cantidad ingerida, con otro estudio poniéndole cifras, indicando que, por cada 10 gramos adicionales diarios, la probabilidad de sufrir una hemorragia subaracnoidea puede aumentar hasta un 18%.
A esto se suma otro dato relevante: el alcohol también incrementa el riesgo de hemorragia intracraneal tras una caída, algo habitual en personas mayores. Las evidencias se acumulan y dejan claro que aquellos que beben con frecuencia duplican las probabilidades de sangrado cerebral frente a quienes no lo hacen.

El impacto del alcohol en el cerebro
¿Pero cómo afecta exactamente el alcohol a nuestros vasos cerebrales? La respuesta no es única. El consumo elevado puede generar hipertensión, debilitar las paredes arteriales, alterar la coagulación y aumentar la inflamación vascular. Estos factores no solo favorecen la aparición del aneurisma, sino que lo convierten en una amenaza latente.
En términos médicos, el alcohol es una “neurotoxina vasculotrópica” que daña de forma directa e indirecta las estructuras vasculares del cerebro. La presión arterial alta, provocada o agravada por el alcohol, es el principal factor de riesgo de hemorragia intracerebral, como apunta la Asociación Americana del Corazón.
¿Cuándo es demasiado? El umbral que conviene no cruzar
La moderación es clave. Las autoridades sanitarias recomiendan no superar los 20 gramos de alcohol diarios en hombres y 10 gramos en mujeres, equivalentes a una copa pequeña de vino o una caña. Sin embargo, más allá de cifras, lo importante es la constancia, dado que un consumo moderado pero diario puede ser igual de perjudicial que un atracón esporádico, sobre todo en edades avanzadas.
Si a este se suman otros factores de riesgo como el tabaquismo, unas tasas de colesterol elevadas o la presencia de antecedentes familiares, el consumo de alcohol puede convertirse en el empujón que active el desastre. En este contexto, tomar la decisión de reducir o, incluso, de eliminar completamente su ingesta no solo puede convertirse en una medida eficiente de prevención cardíaca o hepática, sino también cerebral.
Y es que, debemos ser conscientes de que todavía no tenemos una forma de detectar a tiempo un aneurisma sin pruebas específicas. Sin embargo, lo que sí que podemos hacer es detectar y frenar los hábitos que lo alimentan. Y entre estos, el consumo habitual de alcohol es uno de los más ignorados. Porque, como ocurre con los propios aneurismas, el peligro de consumir alcohol excesivo no es un problema que haga ruido… Hasta que estalla, y ya no hay vuelta atrás.

