Del 'Póntelo, pónselo' al Indetectable = Intransmisible: así ha cambiado la percepción del sida de los españoles en los últimos 40 años

La sociedad española ha evolucionado y aprendido a mirar el VIH desde la ciencia y, sobre todo, desde la humanidad
Los mayores de 50 ya no se acuerdan del 'Póntelo, pónselo'
Cuando el actor Rock Hudson anunció en 1985 que padecía sida, la sociedad destilaba miedo y desconocimiento hacia lo que se percibía como una oscura enfermedad marginal. Que una estrella de Hollywood tan célebre se sincerara así sirvió para sacar de las sombras al VIH y abrir un diálogo social necesario para empezar a derribar estigmas. Casos posteriores como los de Freddie Mercury o 'Magic' Johnson contribuyeron a aumentar la conciencia pública hacia una epidemia que para entonces ya se había cobrado millones de vidas. La historia de cómo se ha ido percibiendo el sida en España es también la historia de cómo una sociedad aprende, tropieza, avanza y, poco a poco, se vuelve más humana frente a aquello que antes temía.

En nuestro país se registran alrededor de 3.000 nuevos diagnósticos de VIH al año. Más del 85% de ellos corresponden a hombres, y las personas heterosexuales lideran los diagnósticos, según datos de Sanidad. Mucho ha cambiado desde finales de los 80 y principios de los 90, cuando el VIH se vivía como una enfermedad casi siempre mortal y generaba un marcado clima de alarma social. Fue en ese contexto cuando surgió la icónica campaña de 'Póntelo, pónselo', un eslogan que buscaba educar sobre el uso del preservativo en un lenguaje directo y cercano, especialmente dirigido a la juventud, pero que no estuvo exenta de polémica en una sociedad que todavía arrastraba viejos tabúes del pasado.
Aunque la campaña supuso un avance importante en educación sexual, su impacto convivió con prejuicios muy arraigados. En los 90 persistía la idea de que el VIH estaba ligado exclusivamente a ciertos colectivos, lo que contribuyó a la discriminación y al silencio. Muchas personas vivieron su diagnóstico con miedo a ser juzgadas, aisladas o señaladas.
A mediados de los 90 aparecieron los primeros tratamientos antirretrovirales combinados. Y supusieron un punto de inflexión. Aunque eran complejos, con efectos secundarios intensos y pautas difíciles de seguir, convirtieron lo que era era una sentencia de muerte en una enfermedad crónica manejable. Fue importantísimo el papel de ONGs, profesionales sanitarios y asociaciones de personas con VIH para la divulgación y el acompañamiento. En España este movimiento contribuyó a cambiar la percepción social. Ya no se trataba de 'ellos', sino de personas reales, con vidas, familias, proyectos y derechos.

Con el cambio de milenio los tratamientos se simplificaron y mejoraron notablemente. La calidad de vida de las personas con VIH aumentó y el pronóstico se estabilizó. El estigma, sin embargo, no desaparecía al mismo ritmo. Persistían mitos sobre el contagio y actitudes discriminatorias, desde comentarios casuales hasta barreras laborales o sociales.
I=I, dignidad y liberación
En la década de 2010, la conversación se abrió más. Las campañas se volvieron más inclusivas, se habló más de diversidad y aparecían testimonios públicos que ayudaban a desmontar prejuicios. La sociedad empezó a comprender mejor la enfermedad y a tener menos prejuicios hacia las personas que viven con VIH. El lema I=I (Indetectable = Intransmisible) se convertía en un faro de dignidad y liberación. Por primera vez se hablaba del VIH desde la esperanza y se combatía el estima desde un conocimiento sólido. Se llegaba a un punto donde las personas en tratamiento y con una carga viral indetectable no pueden transmitir el virus, aunque sigue existiendo el riesgo de contraer el virus de otras personas.
Las generaciones más jóvenes, además, han crecido con mayor acceso a información fiable y con un marco social más abierto a la diversidad sexual, afectiva y de identidad. Hoy en España la percepción del VIH es mucho más empática, informada y libre de prejuicios que hace 35 años. Las campañas ya no apelan tanto al miedo como a la responsabilidad compartida, la detección temprana y la inclusión.
Retos de futuro
Aun así, persisten retos: el estigma sigue presente en ciertas esferas, el silencio continúa afectando a muchas personas y aún hay barreras sociales que superar. Algunas corrientes propugnan superar, o más bien matizar, el lema I=I por diversos motivos, entre ellos que traslada toda la responsabilidad de la prevención a la persona que vive con VIH y que deba mantener su indetectabilidad, pero también por el acceso desigual al tratamiento o sus implicaciones sobre la presión y la salud mental.
En cualquier caso, el recorrido desde 'Póntelo, pónselo' a la actualidad es la prueba de una sociedad que ha evolucionado y ha aprendido a mirar el VIH desde la ciencia y, sobre todo, desde la humanidad. El futuro, desde el punto de vista social, pasa por seguir construyendo espacios libres de prejuicios, donde la información precisa, la empatía y el respeto permitan que todas las personas, con o sin la enfermedad, vivan con dignidad, salud y libertad.
