Microplásticos

Nicolás Olea, experto en disruptores endocrinos: "Saca el plástico de tu cocina, desde las sartenes antiadherentes hasta las cápsulas de café"

Nicolás Olea, doctor en Medicinna, catedrático emérito en la Universidad de Granada y autor del libro '80 recomendaciones para evitar tóxicos'. RBA
Compartir

En los últimos años, la evidencia científica sobre el impacto de los microplásticos en nuestro organismo se ha disparado. Un estudio del CSIC calcula que cada persona ingiere alrededor de 262 microgramos de plástico al año solo a través del agua, mientras que otras investigaciones elevan la exposición total a entre 40.000 y 50.000 partículas anuales, e incluso a 10 millones según las estimaciones más altas.

Estas diminutas partículas —de menos de cinco milímetros— que están en el aire, alimentos o bebidas se han detectado en pulmones, sangre, leche materna, placenta, heces, orina e incluso en el cerebro humano, donde un trabajo reciente publicado en Nature Medicine halló concentraciones notablemente superiores en muestras de 2024 frente a las de 2016.

PUEDE INTERESARTE

Incluso hay investigaciones que sugieren que los microplásticos presentes en alimentos ultraprocesados podrían acumularse en el cerebro y contribuir al aumento global de depresión, demencia y otros trastornos mentales.

Los efectos potenciales preocupan: estudios en animales apuntan a alteraciones del metabolismo de la glucosa y daños hepáticos; en humanos, se han relacionado con peor calidad seminal y con problemas reproductivos en mujeres, como menor reserva ovárica, adelanto de la menopausia o la aparición de patologías.

PUEDE INTERESARTE

En este contexto, cobra especial relevancia la voz de Nicolás Olea, referente internacional en disruptores endocrinos y autor del libro 80 recomendaciones para evitar tóxicos, quien explica cómo estas partículas llegan a nuestro organismo y qué podemos hacer para reducir la exposición.

Pregunta (P): ¿Qué entendemos realmente cuando hablamos de tóxicos y de qué manera pueden interferir en nuestro organismo?

Respuesta (R): Cuando hablamos de tóxicos no solo nos referimos a las sustancias clásicas que pueden causar cáncer, mutaciones o daños en la reproducción —los conocidos compuestos CMR, muy controlados—, sino también a otros químicos cuya acción es más sutil.

Se trata de los disruptores endocrinos, compuestos capaces de alterar el equilibrio hormonal, un sistema que regula procesos tan esenciales como el crecimiento, el desarrollo, la inteligencia, el metabolismo o la fertilidad.

Cualquier sistema hormonal es susceptible de ser "jaqueado" por los disruptores endocrinos. Eso significa que estas sustancias pueden interferir en hormonas tiroideas, sexuales o metabólicas, amplificando o bloqueando sus señales o actuando en momentos en los que no deberían.

P: En tu libro mencionas la presencia de microplásticos en el cerebro, la leche materna o el semen. ¿Cómo llegan hasta allí? ¿La evidencia científica actual es sólida?

R: Siempre "queda mucho por estudiar" pero eso no debe resultar en parálisis, Hay una frase lapidaria que se repite peyorativamente con frecuencia en el mundo de la regulación: La parálisis por análisis. Siempre se puede investigar más en profundidad un asunto, pero ante las evidencias ya existentes es necesario actuar con cautela y anticiparse al daño.

En el caso de la serie de trabajos que localizan micro y nanoplásticos en el organismo humano la respuesta debe ser clara: anticiparse al daño a pesar de que aun quede mucho por hacer y entender. Simplemente la descripción de la presencia de estos elementos en placenta, vasos, pulmón, hígado, testículo, cerebro o hueso, nos debe inducir a actuar y frenar el proceso dada la sospecha de sus efectos adverso.

Nadie antes ha estado expuesto de esta manera a compuestos químicos de síntesis. La generación Z y alfa son las cobayas del plástico.

P: En el libro señalas que las mujeres son más vulnerables a estos tóxicos. ¿Por qué sucede esto?

R: Esto es cierto cuando hablamos de hormonas. Ya sea por su fisiología particular (menarquia, menopausia, ciclos ováricos) o por su situación social (pobreza, dependencia, crianza...) lo cierto es que la exposición de la mujer puede ser mayor y su sistema hormonal más vulnerable. Cuando relatamos los posibles efectos de la exposición a disruptores endocrinos en hombre y mujer, gana la mujer por goleada, por ejemplo en sensibilidad química múltiple (SQM) o en hipotiroidismo. 

Mención aparte merece la exposición durante la gestación, lactancia y crianza, ya que la madre se convierte en transmisora de los disruptores endocrinos durante el embarazo y lactancia al embrión, feto y lactante, momentos del desarrollo de extremada sensibilidad al efecto de las hormonas y por ende a los disruptores endocrinos.

P: Respecto a esto destacas la importancia de reducir la exposición materno-infantil y de proteger los primeros mil días de vida, ¿por qué?

R: No solo hay que proteger a la madre durante el embarazo, también es necesario proteger a la mujer fértil que no esté haciendo nada para no quedarse embarazada. Si importante es la protección del feto y del niño, aún es más la del embrión, cuyo desarrollo comienza cuando la mujer aún no sabe que está embarazada. Esto nos obliga como sociedad a ser muy cuidadosa con la exposición de la mujer en todas sus edades.

P: De las 80 recomendaciones que das en el libro, ¿cuáles dirías que son las medidas más urgentes que cualquier persona debería aplicar ya para reducir su exposición? ¿Cuáles serían los primeros pasos realistas para reducir su presencia?

R: No es fácil elegir, ya que muchas son convenientes y de implementación casi inmediata, pero dispuestos a priorizar creo que es sencillo y muy útil sacar el plástico de tu cocina. Recupera utensilios hechos con materiales inertes que no van a contribuir a tu exposición a micro y nanoplásticos y sus componentes químicos.

¿Cómo hacerlo? Recupera las fuentes de horno de cristal, los recipientes/tupper de cristal, la tabla de madera, los moldes de metal, los utensilios de cocina tipo rasera y cucharón de metal … preferibles a la silicona, el policarbonato, los perfluorados o cualquier tipo de plástico. Vuelve a sacar la jarra de agua y bebe de tu agua municipal que es un derecho adquirido en el que has depositado toda tu confianza. 

P: ¿Por qué no es aconsejable reutilizar botellas de plástico?

R: Por varias razones, unas de carácter ambiental y otras de salud humana. Empezando por las segundas te diré que está demostrada la presencia de microplásticos y nanoplasticos en las botellas de plástico PET y en algunos casos también de la presencia de componentes químicos del plástico como puede ser el antimonio (Sb) y algunos elementos que participan en la polimerización del plástico. En el caso particular del policarbonato (PC) empleado en los grandes botellones reutilizables de agua, está demostrada la presencia del disruptor endocrino que conocemos como bisfenol-A (BPA), ya prohibido en biberones, envases alimentarios para menores, tiques de papel térmico de caja o el recubrimiento interior de las latas de conserva recubiertas con una resina epoxi.

Con respecto a las ambientales, ya son bien conocidas. El enorme fracaso del reciclado, al menos en España donde hemos vuelto a suspender en la cantidad de material plástico que va al reciclado. Ahora intentan promover la acción ciudadana animándonos a reciclar, cuando la medida más eficaz sería reducir, reutilizar, reparar o zurcir. No, no somos los ciudadanos incívicos, la falta de solidaridad es por parte de los productores y los distribuidores que se han creído que el abuso del super-empaquetado y el super-embotellado va a solucionarse reciclando.

P: También aconsejas evitar los táperes de plástico. ¿El riesgo aparece solo cuando se calientan o incluso en frío pueden liberar sustancias?

R: Es un hecho demostrado, el calor y por extensión las variaciones en temperatura y el empleo del lavavajillas contribuye a la degradación del plástico. ¿Por qué usarlo si hay alternativas mucho mas seguras?

P: En el libro también recomiendas evitar las bolsitas de té. ¿Por qué motivo?

R: Las nuevas bolsitas de té pueden estar hechas de poliamida o de poliéster por lo que al sumergirlas en agua caliente liberan "millones" de partículas diminutas de plástico en forma de micro y nanoplásticos. Hay una alternativa mas segura, por ejemplo, el huevo de metal o cualquier material mucho mas inerte. Las bolsitas piramidales de plástico representan claramente una innovación no deseada.

P: Las cápsulas de café están en todas partes. ¿Qué les dirías a quienes las consumen a diario? ¿Todas liberan tóxicos o depende del material?

R: De nuevo, al someter la cápsula de metal (o de metal compuesto), o de plástico al calor se pueden liberar componentes del envase y micropartículas. Se trata de una exposición innecesaria que pude ser fácilmente evitada. Además, el destino ambiental de esas cápsulas que nadie está dispuesto a reciclar resulta en un daño ambiental que no deberíamos consentir. ¿Tan complicado es preparar un café de forma tradicional?

Arguyen los entendidos que técnicamente es posible reciclar las cápsulas y que es una exageración decir que una cápsula de café utilizada, con su granza en el interior es un problema ambiental. Si, posiblemente sea cierto, los técnicos sabrán como se hace, pero también es verdad es que tan solo ahora, cuando esas cápsulas llevan 20 años en el mercado, cuando se están planteando como recuperarlas. Muy extraño, ¿verdad? De hecho, no vayas a depositarlas en el contenedor amarillo (el de los envases de aluminio y plástico) porque ahí no las quieren. El proceso de separación de la granza, los metales y el plástico es específico y costoso así que ve apretándote el cinturón para ver quien lo paga y mientras busca donde depositar tu basura de cafetera.

P: Las sartenes antiadherentes y otros utensilios tan de moda, ¿qué riesgos presentan? ¿Qué tipo de sartén recomendarías como alternativa más segura?

R: El mayor problema es el empleo de polímeros basados en compuestos perfluorados que han sido declarados por la Administración europea como tóxicos y altamente persistentes. Estos compuestos pueden contaminar los alimentos durante el cocinado por lo que deben ser sacados del mercado. Sartenes metálicas o de cerámica son alternativas muy válidas.

P: Aconsejas revisar bien los esmaltes de uñas. ¿En qué aspectos deberíamos fijarnos para elegir uno más seguro?

R: Es un asunto muy complejo, ya que es difícil conocer e identificar los componentes indeseables por parte del consumidor. La nomenclatura es compleja y los nombres de los componentes indeseables lo es más aún. ¿Solución? Pedir a la autoridad que acelere el proceso de prohibición de algunos componentes como lo ha venido haciendo durante todo este 2025 la Agencia Europea de Compuestos Químicos y Mezclas (ECHA). Por otra parte, buscar un salón de belleza, manicurista o especialista de confianza que haga la lectura por nosotros y busque las formulaciones más seguras.

En cosmética poco a poco van saliendo de las formulaciones los ftalatos, los parabenos, los filtros ultravioleta tipo benezofenona, el triclosán y los perfluorados. Pero está siendo un proceso desesperadamente lento.

P: También mencionas que debemos prestar atención a las pastas de dientes. ¿Qué ingredientes problemáticos contienen algunas de ellas?

R: El más recientemente prohibido para niños menores de 8 años y reducidos sus niveles máximos es el mencionado triclosán, un disruptor endocrino tiroideo que debería haber salido de la formulación hace años. Esta lentitud en incorporar el conocimiento científico a las decisiones reguladoras es desesperante.

P: Hemos sustituido las pajitas de plástico por las de cartón, pero señalas que también pueden contener tóxicos. ¿Qué deberíamos saber sobre ello?

R: Siempre digo que son los técnicos, los ingenieros que diseñaron un producto los que tiene que proponer las alternativas una vez que hemos visto lo inapropiado (tóxico) de su invento o procedimiento. Esto rara vez sucede. Parece que les gusta intervenir en procesos de prevención y cautela, aunque son los más adecuados para dar alternativas mas seguras. Ante la falta de su opinión, nosotros proponemos aquello que nos parece más inocuo como son las pajitas metálicas.

P: Quitar la piel a frutas y verduras puede reducir la exposición a pesticidas, pero también se pierden nutrientes. ¿En qué casos compensa hacerlo?

R: Ante cualquier alimento de producción convencional, ya que nunca estaremos seguros de que no se ha utilizado un componente que no nos gusta. Tal es el caso del abuso de empleo de los fungicidas muy útiles para evitar la merma de las frutas por la proliferación de hongos, pero que contribuye a la exposición del consumidor a productos tóxicos, algunos de los cuales como maneb y mancozeb han tenido que ser retirados del mercado por la administración europea. Ante esta situación el pelado y lavado de la fruta es una buena opción, lástima que estas maniobras no sirvan para evitar la exposición a los pesticidas sistémicos, es decir aquellos que se han incorporado al interior del alimento vegetal.

P: Incluso en carnicería, pescadería donde podemos ir para reducir los envases de plástico, los embutidos suelen envolverse en papel encerado o antigrasa. ¿Estos materiales actúan de forma similar al plástico? ¿Pueden liberar sustancias perjudiciales?

R: Muchos de los papeles milagrosos que repelen grasa y agua son el resultado del tratamiento con perfluorados. Pide que no los utilicen en tu comida. Huye del super-empaquetado y de los materiales milagrosos.

P: ¿Qué ocurre con el papel de horno? ¿Es una fuente de exposición a tóxicos que pasamos por alto?

R: Hay diferentes tipos. El problema es la identificación de su composición por parte del consumidor. Si estás dispuesto a leer etiquetas, deberías evitar los perfluorados, es decir aquellos que además de resistir la temperatura del horno son repelentes de agua y grasa.

P: ¿Es cierto que compresas y tampones también contienen plástico? ¿Qué implicaciones puede tener?

R: El mundo de la higiene personal femenina es un mundo único dentro de los productos de cuidado personal y cosméticos, donde la innovación está a la orden del día, con la incorporación de componentes químicos que confieren propiedades milagrosas a los productos y para los cuales la consumidora no tiene acceso a la información requerida. Ante esta imposibilidad habrá que confiar en aquellos distribuidores que se han hecho las mismas preguntas que tú, que han indagado sobre la toxicidad y que te ofrecen un producto más seguro. Ni la legislación ni el etiquetado facilitan tu elección

P: ¿De qué manera puede afectarnos en el futuro? ¿Podría estar relacionado con el aumento de algunas enfermedades?

R: Los estudios epidemiológicos y clínicos de las últimas décadas han asociado la exposición a disruptores endocrinos con enfermedades comunes que consideramos prioritarias en el siglo XXI, caso de la obesidad, diabetes, infertilidad, trastornos en el desarrollo, déficit de atención e hiperactividad, y algunos tipos de cáncer hormonodependiente. Esto supone que cualquier acción preventiva que limite la exposición a disruptores endocrinos será bienvenida.

Es necesario intervenir con medidas de carácter regulador más estrictas y más tempranas que ayuden a limitar la exposición, sobre todo en poblaciones más sensibles o en momentos de la vida de mayor susceptibilidad. La responsabilidad también es de los sanitarios que deberían dar recomendaciones a este respecto y de los medios que están haciendo un enorme esfuerzo trasladando las claves de este asunto a la población general.

P: ¿Por qué llegan tantos tóxicos al mercado antes de ser evaluados a fondo? ¿No existe una regulación que lo impida?

R: Desafortunadamente el proceso de transferencia de los resultados de la investigación a la práctica reguladora es muy lento y está lleno de trabas. Así lo hemos visto en los últimos años. El tiempo que tardan en implementarse medidas preventivas una vez que se ha identificado la exposición a disruptores endocrinos y los efectos adversos, es demasiado largo.

Por ejemplo, advertimos de la presencia de bisfenol-a (BPA, un conocido disruptores endocrinos) en el interior de las latas de conserva, asociado al empleo de resinas epoxi como recubrimiento interior, en el año 1995, pero no ha sido hasta 2024 que se ha legislado a nivel de la UE para su eliminación generalizada. Son treinta años de demora en la toma de una decisión que era urgente.

Durante esos treinta años ha ocurrido una exposición cierta a un disruptor endocrino y suponemos que unos efectos indeseables que se han interpretado como enfermedades habituales, consecuencia del desarrollo industrial y económico y nuestro estado de bienestar. ¿Cuál ha sido la verdadera contribución de la exposición a BPA? Es muy difícil de establecer, pero cualquier medida preventiva de la exposición no habría sido tan costosa y más de un ciudadano se habría beneficiado en términos.