La ansiedad también afecta a las relaciones íntimas: “Mi cabeza tiene ganas, pero mi cuerpo no”

  • La influencia de la ansiedad en el sexo no es algo puramente psicológico, sino también biológico.

  • "Al final entré en bucle y me sentía fatal por ello porque también me daba miedo que mi pareja se sintiera rechazada"

La ansiedad es una emoción totalmente normal. Todos la experimentamos en algún momento de nuestra vida, por ejemplo, antes de un examen o de una cita importante. El problema surge cuando la ansiedad se vuelve o bien desproporcionada, o bien demasiado persistente e intrusiva. Esto es lo que se conoce como ansiedad patológica.

Cuando nos imaginamos a una persona con ansiedad patológica, los síntomas que se nos vienen a la cabeza son los típicos: palpitaciones, hiperventilación o sensación de ahogamiento. Sí, es habitual experimentar estas sensaciones, pero la ansiedad abarca muchos más síntomas como, por ejemplo, el deterioro de la vida sexual.

Sexo y ansiedad: una relación complicada

Lo primero que debemos saber para entender la relación entre la ansiedad y el sexo, es qué parte de nuestro cuerpo controla cada una de ellas.

En primer lugar, hagamos un rápido viaje por nuestro sistema nervioso:

El sistema nervioso central es el encéfalo y la médula espinal. Es decir, el cerebro de toda la vida, y el conjunto de fibras nerviosas que se encuentran dentro de nuestra columna vertebral.

Además del sistema nervioso central, tenemos lo que se denomina sistema nervioso periférico. Se llama así porque está fuera de la cabeza.

Dentro del sistema nervioso periférico nos podemos encontrar dos pequeños subsistemas que seguro que te suenan: el sistema nervioso simpático y el sistema parasimpático. ¿Cuál la función de estos sistemas? Pues básicamente, controlar nuestros órganos periféricos: el sistema digestivo, el ritmo respiratorio, las pulsaciones cardíacas, la vejiga…

El sistema nervioso simpático activa los órganos. En cambio, el sistema nervioso parasimpático, realiza procesos desactivación para que ahorremos energía. Por lo tanto, son opuestos y se inhiben mutuamente. Cuando uno se pone en marcha, el otro se apaga.

Esta pequeña lección de biología nos va a permitir entender porque la ansiedad y la excitación sexual se llevan tan mal:

  • La ansiedad está controlada por el sistema nervioso simpático, que es el encargado de que te den palpitaciones, hiperventiles o te entren sudores fríos.
  • Aspectos relativos al sexo como la erección o la dilatación del clítoris están controlados por el sistema nervioso parasimpático, que es el encargado de que te relajes y disfrutes.

Por lo tanto, la influencia de la ansiedad en el sexo no es algo puramente psicológico, sino también biológico.

¿Cómo afecta la ansiedad al sexo psicológicamente?

Ya conocemos la influencia biológica de la ansiedad en la respuesta sexual, pero, ¿cómo se vive realmente este problema? Lucía, una joven de 25 años con ansiedad, es la persona ideal para responder a esta pregunta.

"Llevaba desde marzo desde 2018 con ansiedad, pero no fue hasta las Navidades de ese mismo año cuando fui consciente de lo mucho que me estaba afectando y de que necesitaba buscar ayuda profesional. En los días previos a la primera sesión con mi psicóloga llegué a tener hasta 4 ataques de ansiedad en un solo día", relata. Con el tiempo y gracias a su esfuerzo y a la ayuda de su psicóloga, empezó a identificar las situaciones o pensamientos que desencadenaban los ataques de ansiedad.

Sin embargo, fue en 2020 cuando comenzaron las dificultades en el ámbito sexual. "A mediados de este año noté que me empezaba a afectar con el sexo. Me pilló de sorpresa porque yo ya me veía muy bien emocionalmente y creo que eso hizo que entrara en un bucle: en mis peores momentos no me había pasado, así que no entendía por qué estaba tan apagada cuando supuestamente ya me encontraba mucho mejor y ese pensamiento tan recurrente me generaba ansiedad y hacía que me pasara muchísimas más veces".

"Me mudé de ciudad, me fui a vivir con mi pareja, dejé un trabajo sin tener otro en mente... Sentía que tenía el control sobre todo ello pero, al final, fue inevitable explotar por algún lado. La incertidumbre acabó por afectarme a la autoestima y me llevó a no desear o sentirme deseada”, relata. "Lo de la pandemia ya lo remató".

“Entré en bucle y me sentía fatal por ello porque también me daba miedo que mi pareja se sintiera rechazada”

Al preguntarle por la forma en la que la ansiedad afecta a sus relaciones sexuales, Lucía lo tiene claro: "Siempre se ha mantenido una misma sensación: mi cabeza tiene ganas de tener sexo, pero mi cuerpo no reacciona a ese estímulo. Y entonces mi cabeza también se echa para atrás", confiesa.

"Intentaba no reconocerlo y no pensar en ello. Sin embargo, cuanto más empeño ponía, más consciente era de ello, lo que me llevaba a tener que parar a la mitad. Esto me llevaba a sentirme fatal por no ser capaz de seguir. Al final entré en bucle y me sentía fatal por ello porque también me daba miedo que mi pareja se sintiera rechazada".

Para salir de ese círculo vicioso, ha sido primordial el apoyo de su novio. A menudo infravaloramos el papel que nuestra pareja juega en los problemas sexuales, pero la comunicación es fundamental para ponerles solución. "La verdad que mi pareja me apoyó desde el primer momento y eso poco a poco fue ayudándome a superarlo. Cada vez que parábamos a mitad de camino y yo rompía a llorar; él me abrazaba, me decía que no pasaba nada e intentaba que le contara cómo me había sentido para que pudiera normalizarlo".

Al igual que la comunicación con la pareja, también es fundamental no experimentar vergüenza ni tratar la situación como un tabú. "Me ayudó mucho hablarlo con mis amigos porque al comentarlo en voz alta y verme arropada lo sentía mucho más normalizado".

Los problemas sexuales son más habituales de lo que pensamos

Entre un 40 y un 50% de la población ha experimentado alguna vez una disfunción sexual y ha necesitado ayuda profesional para superarla. Es importante recalcar las palabras ‘ayuda profesional’, ya que el porcentaje de personas que ha sufrido alguna dificultad que no alcanza el umbral patológico es todavía mayor. En otras palabras, todos en algún momento hemos tenido problemas en el ámbito sexual.

Si eso sucede, el primer paso es aceptarlo, entenderlo y no ocultarlo ni culpabilizarnos a nosotros mismos o a nuestra pareja. “Lo que me ayudó mucho fue priorizar caricias y masturbación frente al sexo con penetración. Si luego llegábamos a eso bien y, si no, también. Y, sobre todo, asumir que, si pasa, pasó, y que es algo completamente normal. Cualquier aspecto puede influirnos emocionalmente y afectarnos sexualmente en distintas intensidades y eso no significa que de repente no nos guste el sexo o no nos atraiga la otra persona.

En el caso de que las dificultades se mantengan, lo ideal es pedir ayuda profesional a un psicólogo especializado o bien en ansiedad, o bien en sexología. Al fin y al cabo, cada caso es un mundo, y será un experto el que sepa asesorarte y darte pautas adecuadas para gestionar la situación.