Los cambios bruscos de temperatura y sus efectos en nuestro cuerpo

  • Resfriados, gripes, piel reseca... son algunos de los efectos de los cambios de temperatura en tu organismo

  • El movimiento de los cilios tiende a disminuir hasta detenerse y favorece las infecciones

  • Los cambios bruscos de tiempo también afectan a nuestro estado anímico

Los cambios bruscos de temperatura son inevitables en ciertos contextos, aunque es importante hacer todo lo posible por evitarlos. Con todo, cuando el tiempo cambia de forma rápida y pasamos del frío al calor (y viceversa) en pocos días, es normal que el cuerpo se resienta y que aparezcan determinados síntomas y enfermedades comunes, como resfriados y catarros. ¿Cómo afectan al cuerpo los cambios de temperatura?

¿Cómo afectan al cuerpo los cambios de temperatura?

Una consecuencia clásica de los cambios bruscos de temperatura es la aparición de resfriados y gripes Esto tiene que ver con una mayor sequedad de las mucosas y una entrada más fácil para virus y bacterias en nuestro organismo. En concreto, las células ciliadas del aparato respiratorio se ven afectadas por los cambios bruscos de temperatura: si descienden, el movimiento de los cilios tiende a disminuir hasta detenerse, lo que produce la acumulación de moco y favorece las infecciones que desencadenan la aparición de enfermedades respiratorias.

Además, los cambios bruscos de temperatura influyen en el estado de ánimo: la nubosidad, la falta de luz.. y el mal tiempo en general hacen que nos encontremos más cansados y apáticos. Del mismo modo, un día soleado y con temperatura agradable provocará el efecto opuesto. Esto tiene que ver con la llamada hormona de la felicidad o serotonina, cuya presencia disminuye cuando hay poca luz.

También es frecuente que las precipitaciones y la nubosidad afecten a quienes padecen enfermedades autoinmunes, provocando un mayor cansancio y una mayor dificultad para concentrarse. La inflamación de tejidos y articulaciones se agrava también en caso de humedad.

La piel también se resiente cuando cambian bruscamente las condiciones climatológicas. Por eso se hace necesario aumentar la hidratación para evitar sequedad, descamaciones, eccemas...

Sin embargo, no todo son desventajas: cuando el frío llega de forma brusca, nuestro cuerpo se activa y hace que quememos determinado tipo de grasas con mayor facilidad. También se dice que el frío tiene un ‘efecto lifting’ en la piel (siempre que esté hidratada), al llegar menos sangre a los vasos.

Para evitar cambios bruscos, es importante no abrigarse en exceso en lugares con calefacción, así como mantener una temperatura agradable pero no excesivamente cálida en los ambientes cerrados (o fría en verano). Del mismo modo, si en la calle hace muchísimo calor y entras a un espacio con aire acondicionado, abrígate al entrar, aunque lo ideal es que la temperatura fuera de unos 21 grados para evitar los efectos negativos de un cambio brusco de temperatura.

En cuanto a las zonas que debe proteger especialmente, se trata de cuello, pecho, boca y nariz: evita la humedad (por ejemplo, es importante secarte el pelo siempre cuando haga frío) y sécate rápido cuando salgas de la ducha. También se recomienda usar ropa abrigada para hacer deporte fuera de casa.