Escenarios positivos y mentalidad ganadora, las claves para que cambiar de trabajo no sea un trauma

  • Los expertos lo tienen claro: a partir de los tres meses, cualquier trabajador puede haberse adaptado a un nuevo puesto y estar cómodo

Con la crisis económica galopante que se viene, 2021 no promete ser el mejor año para cambiar de trabajo y emprender nuevos retos. Ya lo dice el dicho. Así y todo, muchos profesionales de distintos sectores se animarán a dar el paso, reescribirán su currículums y cruzarán esta suerte de laguna estigia para el cerebro: el miedo al cambio, la incertidumbre de la adaptación al nuevo puesto, el síndrome del impostor y todas las preocupaciones del que pisa una selva desconocida. Los expertos lo cuentan así: si eres capaz de mantener un trabajo más de 90 días, lo tendrás hecho, te habrás adaptado.

Te hablamos de algunas claves para cambiar de trabajo sin tener ganas de meterte debajo de la mesa del escritorio a abrazar a tu armadillo imaginario.

Acepta el cambio. No es el fin del mundo

Hace cinco décadas cualquier trabajador podía permanecer veinte o treinta años insertando bielas en una cadena de montaje, siempre con su mismo puesto como quien viste un uniforme que jamás cambia. Con la cuarta revolución industrial, estos quiebros en nuestra vida laboral se han acortado muchísimo. De hecho, la experiencia laboral más interesante es la que puede demostrar que ha recalado en muchas playas distintas (siempre que los trabajos te duren más de cinco minutos, claro).

Relativiza miedo a salir de lo conocido

Es verdad. El miedo al cambio es una casa segura para muchos. Te obliga a que sigas funcionando de forma mecánica con los mismos estímulos, o peor, la misma falta de proyección fuera de la zona segura. El miedo tiene esa cosa fácil y suave, y es cómodo. Más allá de la parálisis inicial, cualquier experiencia laboral completamente nueva nos exigirá un periodo de adaptación. La incertidumbre es una parte necesaria de cualquier aprendizaje, especialmente en el entorno laboral. Nuevos retos. Distintos proyectos. Una cultura empresarial diferente que sumar a nuestro perfil.

La lectura real, sin sesgo, es que tras unas semanas te habrás adaptado perfectamente, como ese ser humano que renueva sus células, trastea en una nueva red social y aprende cómo funciona o emprende un nuevo proyecto personal para sus tardes libres. ¿Qué sería lo peor que te puede ocurrir? ¿Mucha carga de trabajo? ¿Horarios un poco distintos? ¿Un jefe al que tienes que ir conociendo para entender sus chistes sobre el Covid?

Confía en tu perfil

El primer consejo que dan los expertos en psicología laboral es relativizar el miedo al nuevo entorno, nuevos jefes y nuevos compañeros. Por un lado, cada empresa tiene una cultura empresarial distinta y unos valores específicos que muestran en sus productos y servicios y su funcionamiento. El trabajo nos representa… pero no tanto. Expone una pequeña parte de nuestra personalidad y nuestra vida, la profesional. Si garantizas que eres un buen profesional por tus méritos (trayectoria, currículum, entrevista personal y productividad, ya en el puesto), el momento del cambio a otro trabajo no debería suponer ningún cambio sustancial en la valoración que la nueva empresa y los nuevos jefes hagan de ti.

Plantea escenarios positivos

Lo improbable es que tu nueva empresa te arrincone, te aplaste o espere que sepas hacer todo desde el minuto uno. Si la empresa te ha contratado, es porque está dispuesta a enseñarte cómo se trabaja para ellos, y es de esperar que te lo pongan fácil en esos primeros compases.

De hecho, podrías plantear un escenario positivo aprovechando que ya estás dentro, te han contratado. ¿Y si resulta que, con tus habilidades, tu conocimiento de tu sector y tu experiencia, tu paso por esta empresa es mucho más suave que en la anterior; o que tienes unos compañeros dispuestos a hacerte la vida más fácil y colaborar? ¿Qué ocurriría si tuvieses un jefe o una jefa que valora tus ideas y las apoya en las reuniones? No grites como un duende borracho, toma un vaso de agua y acepta esto: a veces se nos olvida que, con las condiciones favorables, las cosas pueden salir rodadas, hasta en lo laboral.

Hazte preguntas que te ayuden a encajar en el nuevo puesto

¿En qué soy fuerte y me desenvuelvo bien? ¿Qué tarea es la que debo hacer primero para no entorpecer el ritmo de trabajo de los otros? ¿Cómo podría acometer esta tarea con las herramientas que ya conozco? ¿En qué debo enfocarme para aprender rápido y ser más eficaz? Tengo un nuevo equipo a mi cargo o soy parte de uno, de acuerdo. ¿Qué funciona bien y cuáles son las fortalezas del grupo?

La proactividad

La mejor actitud para los que llegan nuevos es mostrarse receptivos, dispuestos a aprender y a confraternizar con sus nuevos compañeros y jefes. Una actitud abierta y proactiva hará que la gente confíe en ti, acepte que eres nuevo en la empresa y sepa darte tu espacio cuando algo falle. Claro que puedes preguntar dudas sobre asuntos de organización o cómo quieren que se realice cierto proceso o tarea. Es una empresa, no un matadero (bueno, a veces es difícil distinguirlos).