Problemas de pareja: Cuál es la diferencia entre un bache normal y una crisis grave

Es muy habitual que las parejas atraviesen baches: periodos de altibajos emocionales que pueden afectar solo a una de las partes o, en algunos casos, a ambas. Sea como sea, estos puntos críticos de la relación pueden convertirse o bien en un final, o bien en una fuerza motivadora para que la relación avance y sea más fuerte.

Normalmente, tenemos mucho miedo a discutir con nuestra pareja. Es entendible, ya que asociamos la palabra “discusión” con la agresividad, la ira o el distanciamiento entre dos personas. Esto no es cierto. Una discusión puede ser un debate saludable en el cual expresar nuestros sentimientos, comprender mejor a la otra persona y crear límites sanos. Curiosamente, suele ser la falta de discusiones lo que arruina una relación, y es que la falta de comunicación es el síntoma previo a una crisis de pareja grave.

La gran pregunta que se hacen las parejas es cómo diferenciar esos pequeños baches de las crisis de pareja irreparables.

Baches de pareja: las causas más comunes

La principal característica de un bache de pareja es que se asocia a un detonante concreto. En otras palabras, tiene una causa fácilmente identificable.

  • Estrés en la universidad o en el trabajo. Cuando atravesamos rachas de sobrecarga laboral, es muy frecuente descuidar sin darnos cuenta a nuestra pareja. Esto acaba pasando factura. Hay menos muestras de cariño, menos planes conjuntos y menos comunicación.
  • Uso exagerado del teléfono. Nos pasa a todos hoy en día y puede parecer una trivialidad, pero cuando en la pareja uno usa mucho el móvil y el otro no, es posible que esto derive en un bache.
  • Discrepancias sexuales. ¿Alguna vez has atravesado una racha con menos apetito sexual? Es muy normal en todas las personas, pero es infrecuente que estas rachas coincidan entre las dos partes de la relación. Si tú no tienes ganas y tu pareja sí o viceversa, es importante fomentar otras parcelas de la intimidad más allá del sexo.
  • Comenzar a vivir juntos. Aunque es una etapa muy bonita de la relación, también implica crear ciertos acuerdos sobre el reparto de tareas o la independencia. En consecuencia, pueden surgir discrepancias que derivan en un pequeño bache pasajero.
  • Celos. Sin duda, los celos son los grandes protagonistas de los baches de pareja. Celos porque tu pareja pasa mucho tiempo con sus amigos, celos porque hay una tercera persona que no te inspira confianza, celos porque te sientes desatendido, etc. Y si no se gestionan a tiempo, se enquistan.

Cuando los problemas se convierten en crisis de pareja

Como vaticinábamos antes, las crisis de pareja suelen surgir por un problema de comunicación. A menudo son baches de pareja que se barren debajo de la alfombra bajo la creencia de que “el tiempo todo lo cura”. Error. Se acaban convirtiendo en dificultades muy serias.

Además de la falta de comunicación, lo que caracteriza a las crisis de pareja son las diferencias en los valores personales, afectivos y sexuales. Es decir, cuando tú tienes tus ideales, tus aspiraciones de vida o tus expectativas respecto a la relación, pero tu pareja no piensa lo mismo.

Esto ocurre muy a menudo con el hecho de tener hijos. Muchas parejas están formadas por una parte que quiere y otra que no, pero como todavía son jóvenes evitan hablar de este tema hasta que es demasiado tarde y ya no hay solución. Pero los hijos –o, mejor dicho, el deseo de tenerlos o no– no son el único detonante de las crisis de pareja. También pueden surgir ante ideas de futuro diferentes respecto al trabajo: tú te quieres ir al a una gran ciudad o extranjero, pero tu pareja es muy feliz en el sitio de siempre. También pueden surgir crisis por características de la personalidad como la extraversión e introversión: una de las partes es muy sociable y disfruta haciendo mil planes, saliendo de fiesta, quedando con gente, y la otra necesita más tiempo en casa.

Cuando este tipo de conflictos surgen, lo único que puede ponerles remedio es hablar. Aunque deis mil vueltas a lo mismo, tenéis que comunicaros, hacer pequeñas concesiones y llegar a un punto en común. Y para hablar, tenéis que escucharos desde la empatía, no desde el orgullo. En otras palabras, no sirve de nada imponer a tu pareja tus emociones o creencias. La clave es comunicaros de una forma abierta, sincera y constructiva.