Diseñan un ejército de nanoesponjas capaces de frenar la infección del coronavirus al 93%

  • Son esponjas milimétricas que succionan toxinas letales

Después del esperanzador descubrimiento que ha hecho la Universidad de Oxford: la efectividad de la dexametasona en los pacientes con coronavirus que necesitan un respirador y cuya mortalidad se reduce en un tercio de los casos, la comunidad científica ha dado otra buena noticia en la lucha contra el COVID-19.

Otra universidad, esta vez la de San Diego (California), ha diseñado un nuevo tipo de nanoesponja – esponjas milimétricas que succionan toxinas letales para el cuerpo humano – capaz de escoltar a nuestras células y de repeler un posible ataque de Sars-CoV-2 a nuestro sistema inmunitario.

Escoltan a las células, atraen al virus y después, lo bloquean

Su funcionamiento es la aplicación de la nanotecnología en su máxima exponencia: las nanoesponjas microscópicas (miden miles de veces menos que el grosor de un cabello) escoltan a las células como si de un guardaespaldas se tratara, atraen al virus a través de sus estructuras (porque, literalmente, se disfrazan de células pobres a la espera de ser infectadas) y, entonces, como en una estrategia de guerra, lo interceptan y bloquean antes de que infecte nuestro organismo, pues el virus se agarra a las nanoesferas y deja libre a las células.

Esta ofensiva puede ser muy eficaz en la lucha contra el coronavirus, pues frenaría su fuerte capacidad de infección y destrucción del sistema inmunitario: si la infección es fuerte, a partir del octavo día se puede desatar la temida tormenta de citoquinas, que genera una fuerte y descontrolada inflamación del sistema cardiorespiratorio y puede provocar la muerte.

La nanoesponja se hace pasar por una 'célula víctima'

Estas estructuras ya eran conocidas, pues se han empleado ya para eliminar tóxicos de una solución o para tratar de combatir algunas bacterias y, ahora, han sido aplicadas al estudio del coronavirus. Cada nanoesponja diseñada contra la COVID-19 consiste en un núcleo de polímero recubierto de una membrana extraída de tejido celular epitelial pulmonar o de macrófagos (células especializadas del sistema inmunitario).

Ese recubrimiento es una especie de disfraz que simula la estructura externa de una célula víctima pero que, en realidad, es bloqueante y agresiva. Para ello se han usado los mismos receptores celulares que sirven de diana para el Sars-CoV-2, una inteligente metodología que puede ser efectiva hasta que se descubra, por fin, la vacuna.