Fernando Alberca, experto en educación: “No, no es obligatorio que tu hijo tenga TikTok”

Una madre le dijo a otra que admiraba la manera en que había conseguido gestionar el uso de pantallas con su hija de 11 años. Esta niña no tiene TikTok y cuando sus amigas le proponen hacer un baile todas juntas, ella dice siempre: “no, yo no, porque a mis padres no les gusta que lo haga si no están ellos delante”.

-Me da envidia esa manera de educar -le dijo- y me encantaría poder hacerlo como tú…pero yo no me veo capaz de decirle que ‘no’ a mi hija…más que nada porque todas sus amigas tienen TikTok.

-Bueno…todas menos una, puntualizó la otra madre.

Para comentar esta situación, no se me ocurre mejor experto en educación que el escritor, profesor y comunicador Fernando Alberca. Durante el confinamiento publicó Educa sin estrés (Toromítico 2020) en el que dedica buena parte del libro a proponer cómo aprovechar la tecnología para educar mucho mejor gracias a ella. De modo que no es sospechoso Alberca de estar en contra de que nuestros hijos usen pantallas...

Le transmito que me inquieta mucho saber que hay padres que reconocen que algo no es bueno para sus hijos (en este caso en concreto el uso de TikTok a su libre albedrío en niñas de 10-11 años) y, sin embargo, consienten. Consienten porque creen que es la sociedad la que lo impone y porque creen que si prohíben a sus hijos hacer lo que hace la mayoría, estos se van a quedar atrás o aislados.

Pregunta: ¿Qué manera de educar es esta? Porque a mí mis padres me decían siempre justo lo contrario, esa famosa frase de “y si los demás se tiran por un puente..¿te tiras tú también?”

Respuesta: Los niños y niñas necesitaron siempre -pero hoy más aún- padres y madres seguros que sepan lo que les convienen y que lo defiendan (…) De modo que, quienes sobre-protegen sin enseñar que hay cosas que sí y cosas que no convienen, sin enseñar que la conducta no ha de regirse por la apetencia, son precisamente los padres menos respetados, menos queridos, son los padres de hijos e hijas menos felices, menos tolerantes ante las dificultades, más propensos a la agresividad, a las conductas asociales, a la soledad y a la depresión.

Por otro lado, sentirse únicos, irrepetibles, valiosos y diferentes al resto del grupo en algo mandado por el padre o madre -que es la mejor excusa para un adolescente- es asegurar no solo su personalidad, sino su supervivencia emocional y su felicidad

P: ¿Qué nos está faltando como padres? ¡Porque información sobre el uso de pantallas la tenemos! ¿Es falta de conciencia?, ¿de valores? ¿no será que no estamos dispuestos a esforzarnos demasiado?, ¿que lo queremos todo facilito y simple? Porque la realidad es que regular el uso del móvil a los niños requiere un esfuerzo y una gran constancia. Pero en educación, el camino correcto ¿no era siempre el más exigente para los padres?

R: Muchos padres y madres, para evitar conflictos y en pro de una falsa paz familiar, ceden y siguen los dictados de la masa que no educa, dirigida por otros. Pero un padre y una madre que quiere mucho a sus hijos está dispuesto a soportar el conflicto de educarle y exigirle, porque lo considera más valioso que él o ella misma. Un padre amante de sus hijos, estará dispuesto a exigirle en todo aquello que crea que le hará feliz el día de mañana, superar las mayores dificultades que están por venir, acompañándole, pero exigiéndole y poniéndole los límites que le permitirán aprender a vivir mejor y más feliz. Los padres y madres que quieren más, educan más, exigen más porque confían en su bondad, con incomodidad a veces, pero amablemente siempre. Se puede aprender a exigir y marcar límites amablemente.

La obediencia, por ejemplo, puede verse por parte de un hijo o hija como una dificultad, pero una heroicidad al tiempo, sobre todo si va en beneficio de una madre o un padre que tiene un concepto del hijo o hija muy positivo, más que el que tiene él mismo.

Sobre cómo hacer que los hijos obedezcan deseándolo hacerlo y quedando bien al hacerlo, escribí un capítulo en Guía para ser buenos padres (Toromítico), junto a otro titulado algo así como Amor, flexibilidad y autoridad. Al final, los hijos mejor educados son los más agradecidos, sanos y afectivos.

P: ¿Crees que en todo esto influye también la preponderancia de un estilo educativo hiperprotector en nuestra cultura?

R: La “hipersobreprotección” de la mayoría de padres y madres se ha extendido en el primer mundo de un modo insostenible. Genera infelicidad familiar. Genera frustración, impotencia, baja autoestima, mentira, apatía, desmotivación, huida, cobardía, agresividad, desafecto, enfermedad emocional, abandono, irresponsabilidad, falta de personalidad, debilidad de la voluntad, ineficacia, aislamiento, individualismo, incapacidad, soledad, miedo, ira, tristeza, depresión… Asegura la infelicidad propia y la de su entorno.

Por eso, la labor de un padre y madre es preciso que se limite a acompañar, ayudar, exigir, explicar, escuchar, admirar, pero nunca resolver los problemas del hijo, decidir por él o cargar con las consecuencias de sus decisiones y actos, con las que él puede cargar… y por eso debe hacerlo.

El uso de las pantallas puede ser perjudicial o también beneficioso; dependiendo de cómo se enseñe a utilizar (Fernando Alberca)

P: Volvamos al tema de las pantallas: en algunos países asiáticos se está empezando a perseguir y multar a los padres que dejan a sus hijos demasiado tiempo con las pantallas (China y Taiwan)…consideran que es un tipo de maltrato infantil. ¿Qué te parece esta medida?

R: Como todo lo educativo en el sistema chino, me parece una sistema que viola la libertad y por tanto sin defensa educativa, porque la verdadera educación exige libertad: de los padres y de los hijos. El uso de las pantallas puede ser perjudicial o también beneficioso; dependiendo de cómo se enseñe a utilizar, cuándo, para qué, qué se haga con ello, con qué consecuencias, el sujeto que las utiliza y cuánto. Antes que penalizar a padres y madres, penalizaría a quienes diseñan contenidos, plataformas y dispositivos para que creen adicción, les haga más impulsivos, menos reflexivos, raptando su libertad.

Las pantallas hoy día son un termómetro para que los padres puedan saber si sus hijos están bien educados o de qué carecen aún educativamente y qué han de darles. En función de su uso, sabemos si no toleran la contradicción del tiempo de uso o del tener que dejarlas, o la falta de personalidad, o la impulsividad y desconcentración, o la falta de control y voluntad, o la falta de serenidad y paciencia, o la moderación, diligencia, asertividad, resiliencia, autoestima, etc.

P: En mundo digitalizado como el que vivimos ¿Es necesario que nuestros hijos estén familiarizados con la tecnología?

R: Sí. Es una buena oportunidad para educar, pero hay que aprender a hacerlo. No la hemos inventado los padres, pero como todo en la vida, hemos de aprovecharla para educar a ser ellos mismo y ellas mismas, felices, en ella y con ella.

P: ¿Significa eso que es obligatorio que nuestros hijos tengan por ejemplo TikTok?

R: En absoluto, no es obligatorio que nuestros hijos tengan TikTok. Nadar en el mar es un placer. Pero ningún padre o madre sensata dejaría meterse solo a un hijo o hija en el mar sin haberse asegurado antes de que ha aprendido a nadar y tiene fuerza para vencer las posibles corrientes. Nada es obligatorio -ni TikTok, ni Instagram- ni nada tiene una edad. Cada hijo o hija es un mundo y la tecnología solo es un medio que ha de hacerles felices de verdad, no complacerles.

P: ¿Es posible encontrar el equilibrio?

R: Es una necesidad. Educar es eso: sacar lo mejor de quien se educa, aprovechando todo con lo que se encuentra al vivir y desarrollarse. El equilibrio lo permite.

En educación cualquier día es el perfecto para educar lo que no se hizo y hubo de hacerse (Fernando Alberca)

P: ¿Qué recomiendas a los padres -como la madre que ponía en el ejemplo del principio- que saben que no están haciendo lo correcto, pero creen que la batalla está perdida, que no queda más remedio que rendirse a lo que dicta la mayoría?

R: Que cojan aire, que no se preocupen, y que empiecen de nuevo la batalla, con mejor técnica -para eso están los libros sobre educación- pero empezando por lo asequible para ellos como padres y madres también, por lo más fácil y lo posible. En educación cualquier día es el perfecto para educar lo que no se hizo y hubo de hacerse. La derrota, la desesperación y el abandono es el verdadero fracaso de un padre; no haber conseguido aún el resultado deseado, solo es parte del proceso educativo: síntoma de que el acierto y el éxito se acercan. Nunca nada está perdido cuando se quiere a los hijos y hay que seguir educando.

P: Cuando un móvil o una tablet ha entrado en casa sin ningún tipo de regulación y de control por parte de los padres ¿es posible echar marcha atrás y empezar a regularlo?, ¿qué recomiendas en estos casos?, ¿qué recursos tenemos como padres? Porque parece que el simple compromiso no es suficiente. Nos vendrían bien algunas pautas...

R: Como hemos dicho, siempre se está a tiempo de empezar algo mejor. Primero ha de investigarse cómo educar lo que se pretende conseguir, esto se encuentra en los libros sobre educación de autores que les generen garantías a los padres, experimentados más que populares (como los libros de cocina que son mejores los de chefs profesionales que los de periodistas o actores de cine).

Segundo, se reúne a los hijos y se explican las nuevas condiciones que se van a establecer, anunciando las consecuencias si no se cumple con ellas: los hijos tenderán a creer que no se aplicarán, no hay problema, solo han de oírlas claras.

Tercero, asegurar las consecuencias que se anunciaron; positivas si se actuó bien o negativas si mal. Los hijos aprenderán si estas se cumplen. La educación siempre es posible, porque contamos con un factor de un poder incalculable: la inteligencia y bondad de los hijos.