El confinamiento total por la pandemia fue una pesadilla para los alcohólicos, personas especialmente vulnerables durante esos meses. Para los que ya habían dejado de beber o lo estaban dejando fue una durísima prueba. Días aún más angustiosos por su enfermedad y sin poder contar con sus grupos de apoyo emocional.
La bebida les robó la vida, pero volverse a verse y escucharse ha sido la salvación para los que sufren este infierno.
Alberto lleva 5 meses luchando y asegura que ha sido muy duro, la pandemia ha sido la gran prueba de resistencia para muchos.
Han recibido hasta 250 llamadas al mes, saben que su futuro no tiene más de 24 horas, por lo fácil que resulta conseguir alcohol y recaer. Y reconocen una enfermedad que les acompañará siempre, aprendiendo a vivir sin beber.