"Le digo que pare, pero me compra dulces": llevar una vida saludable es difícil cuando los demás no apoyan

  • Si te has propuesto llevar una vida más saludable tienes que grabarte a fuego en el cerebro que no vas a poder ni querer hacerlo solo

  • “Sabiendo que no quería comer guarradas, prácticamente todos los días me traía mis chocolatinas favoritas"

Todos nos hemos planteado alguna vez llevar una vida saludable. Una alimentación variada sin pasar nunca hambre, algo de movimiento sin obsesionarnos con el ejercicio y lo más importante: un equilibrio sostenible que no afecte a nuestra salud mental. Lograrlo cuesta esfuerzo y en este camino hacia la salud el apoyo de nuestra familia, pareja y amigos puede ser fundamental.

¿Qué es una vida saludable?

Charlas en el colegio, cuentas de Instagram dedicadas a la divulgación y la nutrición, vídeos en YouTube titulados «¿Qué como en un día?»... La vida healthy , pero no sólo influye lo que nos dicta el exterior. Nuestro cuerpo es sabio y si te comes una pizza familiar tu solo, es probable que tu tripa te pida tregua y comida un poco más ligera. Esta ‘resaca alimenticia’ tiene un objetivo: evitar que tu cuerpo colapse con alimentos excesivamente grasos o azucarados que no puede tolerar.

Como vemos, una vida saludable va más allá de los cánones de belleza inalcanzables, absurdos y cambiantes. El objetivo nunca debe ser parecerte a un influencer con un cuerpo normativo, sino estar a gusto física y mentalmente con tu cuerpo, peses 50 u 80 kilos.

Este proceso es muy complejo a dos niveles:

  • Físicamente debemos acostumbrarnos a una rutina nueva. Si toda tu vida te has alimentado a base de cereales azucarados para desayunar, pasta a la carbonara para comer y hamburguesas o pizzas para cenar, es difícil readaptar tu cerebro y tu sistema digestivo. Lo mismo sucede con el ejercicio físico. Pasar de no hacer nada a correr cada día 2 kilómetros es inviable. Por eso es vital plantearte minimetas asequibles y, sobre todo, no hacer dietas restrictivas ni ejercicio a lo loco.
  • Psicológicamente, llevar una vida saludable implica readaptar nuestro sistema de creencias. En primer lugar, debemos realizar este cambio de hábitos por y para nosotros y no con el objetivo de parecernos al famoso de turno o gustar a nuestro crush. Lo ideal es fortalecer nuestra autoestima antes o a la vez que trabajamos nuestra alimentación y si haces ejercicio que sea porque amas tu cuerpo y quieres verlo sano, no porque lo odias.

En segundo lugar, es necesario desarrollar habilidades de autocontrol para parar los pies a tus amigos, tu pareja o tu familia cuando te digan que por un trozo de tarta no te vas a morir. No pasa nada cuando es un postre ocasional, pero si te lo dicen todos los días de la semana toca frenarles.

“Todos los días me traía chocolatinas o le echaba azúcar a mi café”

Si te has propuesto llevar una vida más saludable tienes que grabarte a fuego en el cerebro que no vas a poder ni querer hacerlo solo.

En el caso de Sonia, una joven pontevedresa de 23 años, el apoyo de su pareja llegó paulatinamente. “Cuando empecé a salir con mi novio nos pasó lo que a muchas parejas: engordamos. Que si cenas, que si terraceo con cervezas, que si postres… Y cuando llegó el verano siguiente y me fui a poner unos pantalones no me subían de los muslos”, recuerda. “El aspecto me daba más igual porque me veía igual de bien con 10 kilos más. Los problemas eran a nivel físico. Si en el sexo me ponía encima, me agotaba. Si quedaba con mis amigos para hacer una ruta, no era capaz de seguirles el ritmo. Me notaba con falta de energía y decidí empezar a comer mejor y a hacer rutas todos los fines de semana para mover un poco el cuerpo”.

Su pareja en todo momento le mostró apoyo con sus palabras, pero con sus actos pasaba algo diferente. “Sabiendo que no quería comer guarradas, prácticamente todos los días me traía mis chocolatinas favoritas. Si no eran chocolatinas eran gominolas, pedía una pizza para compartir o le echaba azúcar a mi café. Eran pequeñas cositas que él hacía sin maldad, pero me fueron saturando mucho”, relata. Tras muchas discusiones, habló seriamente con él y la cosa mejoró. “Le expliqué cómo me sentía y al final me entendió, pero costó mucho y casi destroza nuestra relación”.

Cómo cambiar el chip a tu pareja o familia

Como acabamos de ver, la falta de apoyo no sólo puede arruinar nuestros intentos de llevar una vida más sana, sino que también puede perjudicar a nuestras relaciones provocando conflictos y rupturas. Por eso es tan importante aprender a gestionar bien esta situación.

  • Comunícate. El primer paso siempre es el diálogo. Explica a tu pareja, amigos o familia por qué quieres cambiar de hábitos. Sincérate, muéstrate vulnerable y deja que comprendan lo que sientes para que se impliquen más en tu cambio.
  • Si vives con tus padres, colabora con las tareas del hogar. Puedes ir a hacer la compra con tus padres y elegir alimentos más saludables o hacer de vez en cuando la cena. Otra opción es que hagáis deporte en familia, por ejemplo, yendo a la piscina o haciendo senderismo los domingos.
  • No impongas tu estilo de vida. A veces la falta de apoyo se debe a que la otra persona se siente atacada. Si tú estás a tope con la vida healthy, evita hacer comentarios despectivos sobre la alimentación, la actividad física o el cuerpo de otra persona. El respeto es una carretera de doble sentido.
  • Identifica las situaciones problemáticas. ¿Cuáles son las situaciones en las que más falta de apoyo notas? La cena familiar de los sábados, las cañas con tus amigos los viernes, las noches de película y manta con tu pareja… Anticipar estas situaciones puede ayudarte a preparar mentalmente frases o estrategias de autocontrol para mantener tus hábitos saludables.
  • No te castigues por ‘desviarte’ de la vida saludable de vez en cuando. No pasa nada por comerte una hamburguesa XXL en un cumpleaños o por servirte una porción de tarta de galleta que tu abuela ha preparado con amor. En el equilibrio está la virtud, y una dieta totalmente restrictiva y obsesiva sólo te provocará frustración y posibles atracones por la ansiedad. Si un día a la semana te apetece comer guarradas, hazlo sin remordimientos. Lo importante es mantener la motivación el resto del tiempo para que tu salud mental esté a tope.