Qué hay detrás de los pinchazos de sumisión química: "Vi que tenía una jeringuilla en la mano"

  • Un menor denunció que estaba en un concierto sin camiseta y vio cómo el autor le pinchaba debajo del ombligo

  • Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad investigan decenas de denuncias, en las que las víctimas no sufren abusos ni hurtos

  • Sin rastro de la supuesta droga: Todo hace pensar que podría tratarse de éxtasis líquido o GHB

Javier (nombre ficticio) tiene 17 años. Presentó una denuncia en la comisaría de la Policía Nacional de Jerez el pasado 23 de julio, después de sentir un 'pinchazo' cuando acudió al festival Cabo de Plata, que se celebra en Barbate (Cádiz). "Mido 1'90 y estaba con tres amigas viendo el concierto de Morad. Hacía mucho calor y me quité la camiseta. A mi lado había un chico un poco raro. De pronto noté un pinchazo debajo del ombligo. Le miré y vi que tenía una jeringuilla en la mano. Salí corriendo de allí y se lo conté a los vigilantes, que avisaron a la Guardia Civil", relata a NIUS.

Una ambulancia le tomó la tensión y le hizo una primera exploración en el lugar. "Luego me han hecho pruebas en el hospital pero no han encontrado ninguna droga", concluye. Lo mismo le ocurrió a Aitana, otra joven que lanzó una advertencia en su cuenta de Twitter: "principalmente se me durmió el brazo, luego mareos y vómitos y mucho cansancio", decía. También presentó una denuncia.

Los dos se han puesto en contacto y han dialogado sobre lo que les ocurrió. No saben explicar cuál podría haber sido la razón de estos ataques, ni si quiera si los autores fueron los mismos. Ninguno de ellos sufrió daños, ni fue víctima de abusos o de un hurto. "Lo que no entiendo es cómo no lo detectaron los de seguridad. A la entrada había un montón de guardias civiles y los vigilantes te pedían que abrieras la riñonera, el bolso o la mochila para ver lo que llevabas. Yo ya sabía que estaban echando cosas en las copas a la gente. Tendrían que controlarlo más", critican estos jóvenes.

El mismo día otra chica compartió en su estado de Instagram el siguiente mensaje desde Barcelona: "¡Chicas, anoche a una amiga y a mi nos pincharon en un club mientras bailábamos en la pista. A mi amiga en la pierna y a mi en el brazo. Nos lo contamos, fuimos a pedir ayuda a la barra, nos llevaron al Backstage y nos encontraron las marcas de los pinchazos", afirmaba.

Los Mossos d'Esquadra investigan actualmente 14 casos por supuestas denuncias en discotecas este verano, once en Lloret de Mar (Girona) y tres en Barcelona. Además hay algunos que aún no han sido registrados, como el de Miriam, que este miércoles publicó este mensaje en sus redes sociales: "Hoy en la discoteca Arena Classic me han pinchado en el muslo. En cuanto me he dado cuenta he ido corriendo al portero de la discoteca, el cual, ayudándome, me ha sentado en un sofá y a los 10 minutos me he desplomado, quedándome semi insconsciente y con una sensación de que tenía que decir y hacer todo lo que me dijesen".

Mantiene que fue víctima de una sumisión química cuando se encontraba en un local del barrio del Eixample de Barcelona. "Han venido Mossos y la ambulancia. He acabado en urgencias del hospital Clínic y el equipo médico no ha sabido decirme qué sustancia me han inyectado", apunta. Cuando llegó al centro tenía "una sensación extraña de irrealidad difícil de explicar", según se recoge en el parte que le facilitaron, del que además adjunta dos fotografías. El facultativo que la atendió refiere que "presenta en la cara interna izquierda del muslo una lesión eritematosa en forma de placa de un centímetro".

La investigación

El número de personas que denuncian haber sido víctimas de este 'modus operandi' ha ido en aumento durante los últimos meses. La mayoría son mujeres pero también hay hombres. En Pamplona, la Policía Foral investiga otras ocho denuncias de casos registrados durante los Sanfermines. Todas estaban en discotecas o en zonas de ocio. Coinciden al relatar que sintieron una punción en una extremidad y luego adormecimiento, mareos o nauseas. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad investigan estos hechos aunque en ninguno de estos casos se produjo después una agresión sexual. Tampoco han encontrado ninguna sustancia en los análisis practicados. De momento todo son miedos e incertidumbre. Hay quienes apuntan que se trata de una moda que llega de Francia, Inglaterra u Holanda pero las autoridades de estos países no han confirmado que se hayan producido hechos delictivos por este método.

Todo hace pensar que en caso de ser cierto, podría tratarse de éxtasis líquido o GHB (Ácido Gammahidroxibutírico), una sustancia que desaparece rápidamente sin dejar rastro. Aún así, para inocularlo habría que permanecer durante unos segundos sujetando la jeringuilla, por lo que alguien podría percatarse mientras tanto y dar la voz de alarma. Además habría que utilizar una dosis lo suficiente elevada para que hiciera efecto, más de dos mililitros al menos.

Este anestésico es un potente depresor del sistema nervioso central, que inicialmente puede producir sensación de euforia o bienestar. Está asociada con algunas muertes, como en la investigación del presunto asesino en serie de Bilbao, donde las muestras de sangre de una de las víctimas revelaron la presencia de este ácido. El Ministerio de Sanidad alerta también del consumo de GBL (Gamma Butirolactona), un precursor de efectos similares pero mayor intensidad farmacológica y que actúa más rápidamente.

Código Penal

Los ataques sexuales mediante sumisión química están tipificados en el Código Penal desde el año 2010. En el artículo 181.2 establece que: “Se consideran abusos sexuales los que se ejecuten sobre personas que se hallen privadas de sentido, así como los que se cometan anulando la voluntad de la víctima mediante el uso de fármacos, drogas o cualquier otra sustancia natural o química idónea a tal efecto”.

La ley diferencia entre el abuso y agresión. En ninguno hay consentimiento por parte de la víctima, pero en el segundo se contempla la violencia o intimidación para cometer el delito. La pena oscila de uno a tres años aunque puede llegar hasta los 10 años si se aplican agravantes como la especial vulnerabilidad de la víctima: por ejemplo, si estaba inconsciente o cuando el delito se comete por dos o más personas.

Temas