Los rostros del aumento de becas: a Nacho con parálisis cerebral se le queda corta

Más de 125.000 alumnos de pueblos y de pequeñas y medianas ciudades que estudian fuera de su hogar van a beneficiarse el próximo curso académico de la subida de las becas de residencia, cuyo importe pasará de 1.600 a 2.500 euros. La dotación presupuestaria para becas en el curso 2023-2024 supone una "inversión histórica" de 2.520 millones de euros y llegará a más de un millón de alumnos.

La subida de la beca de residencia beneficiará sobre todo a "muchos jóvenes de pueblos y de pequeñas y medianas ciudades" que se han visto obligados a desplazarse a un lugar distinto a su residencia habitual. Otra de las novedades del real decreto es la concesión de una ayuda universal de 400 euros a estudiantes con necesidades educativas específicas (con discapacidad superior al 33 %, trastornos de lenguaje...". Beneficiará en torno a 214.000 jóvenes.

Nacho, el sueño de estudiar INEF con parálisis cerebral

Detrás de estos datos hay caras. Como la de Nacho, que estudia 2º de Bachillerato y que reconoce que su vida está en una tablet. Nacho tiene 21 años, parálisis cerebral y un 98% de discapacidad reconocida. Es su punto de partida para ir a clase cada día en el Instituto de Educación Secundaria Zaidín Vergeles, en Granada. El año que viene quiere ir a la Universidad de Granada y estudiar Ciencias del Deporte. Él mismo reconoce que la reparación de la tablet, su fisio, el logopeda, y las clases particulares ya se llevan mucho dinero y que con 400 euros no da aunque se agradezcan. "La beca de 400 euros no es suficiente", dice Nacho, "con ese dinero podemos pagar solo dos meses de fisio". Aun así, aseguran que todo lo que venga es bien recibido.

Nacho no es el único caso. Carlos está en Santiago. Es de Cádiz. Son trillizos estudiando fuera y no es lo mismo pagar tres carreras que una. Y no, no llega, por eso cree que se deberían analizar los casos. Es lo mismo que sufren otros estudiantes que deben vivir fuera y entre el alquiler, comer y salir algo, el dinero no da. Porque en muchos hogares españoles, estudiar es un sacrificio más allá de hincar codos.