Óscar Piñón Casal, policía nacional gallego, murió esta semana abatido a tiros por otros agentes en una gasolinera en Burgos. Estaba de baja y había huido tras robar una pistola a un compañero. Sin embargo, años atrás Óscar fue condecorado.
El agente, de 48 años, estuvo mucho tiempo destinado en Gran Canaria, donde fue condecorado con la cruz al mérito policial con distintivo blanco en 2014.
Tras ese reconocimiento, el agente pidió el traslado a Galicia. Desde entonces hacía labores de seguridad en la comisaría de Lonzas, Coruña.
Allí, un día fue atacado de una forma brutal por uno de los detenidos que estaba custodiando en los calabozos. Ese hecho le marcó de por vida, cuenta una información de La Voz de Galicia.
Desde aquello presentaba los síntomas propios de los soldados que han sobrevivido a escenarios horribles: ansiedad, trastorno de estrés postraumático, depresión y el abuso de drogas para poder sobrevivir.
La situación se complicó tanto que este agente llevaba dos años de baja por sus problemas de la salud mental. Un tiempo en el que cuentan que se había buscado malas compañías.
Hasta el punto de que hace unos días fue detenido en una redada antidroga. Todas las personas arrestadas que estaban con él, incluida su actual pareja, están en prisión preventiva.
A él lo dejaron libre porque no hallaron nada en el registro de su casa. Sin embargo, asuntos internos comenzó a investigarlo.
Además, Óscar se culpaba de la muerte de su madre durante la pandemia. Y sus dos parejas lo habían acusado de malos tratos aunque ambas denuncias se archivaron.
El día de su muerte, los compañeros llamaron a Óscar para que fueran a la comisaría. Estaba pendiente de pasar a la segunda actividad, una especie de jubilación anticipada a sus 48 años y motivada por sus problemas psiquiátricos.
Allí robó el arma de un compañero y huyó. El final, su muerte a tiros en una comisaría en Burgos.
Su padre y su hermana ahora lo enterrarán en Ferrol en la más estricta intimidad.