España, hacia una dependencia 'low cost' a costa de los familiares: el caso de Aurelia, cuidadora de su hijo con síndrome de Pitt Hopkins

Hablamos con Aurelia, madre de un niño con síndrome de Pitt Hopkins.
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Casi el cuatro por ciento de la población española es dependiente, son más de 1.600.000 personas, según un informe que las directoras y gerentes de Servicios Sociales han presentado esta semana en el Congreso.

La inversión en dependencia ha superado los 12.000 millones de euros, pero ha dejado a 35.000 dependientes en la cuneta, que han fallecido en 2024 sin ser atendidos. De manera que cada 15 minutos ha fallecido una persona dependiente, sin haber recibido su derecho a la atención reconocido por ley. Son 270.000 personas las que actualmente viven en el limbo de la dependencia.

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El número de familiares cuidadores crece: ya son cuatro de cada diez

El otro punto negativo es que crece el número de familiares cuidadores, son cuatro de cada diez, frente a los profesionales. Una apariencia de cobertura, con prestaciones baratas a costa del familiar cuidador. Una tendencia que lleva a la Asociación de Directoras y Gerentas de Servicios Sociales a hablar de una "dependencia low cost".

El reto es que el Gobierno central recupere el plan de choque, suspendido desde el año pasado, que preveía invertir 600 millones anuales, hacer compatibles las prestaciones y que suba la ayuda por familiar a cargo, que supone ahora mismo unos 270 euros al mes para el dependiente de grado dos. Acabar con las listas de espera en dos años, supone invertir, este 2025, mil millones de euros, si no se tardará diez años. Aurelia es la madre de Alberto,

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El caso de Aurelia, cuidadora de su hijo con síndrome de Pitt Hopkins

Aurelia es la madre de Alberto, un niño con síndrome de Pitt Hopkins, Dedica todo su tiempo a cuidar de él, por una ayuda de unos 540 euros. Alberto tiene reconocida el grado tres de dependencia, no sobreviviría sin su cuidadora, su madre, que se ha adaptado completamente a sus necesidades y ha conseguido que Alberto sea "un niño feliz". Un niño-joven, porque ya tiene 17 años, que ha enseñado a Aurelia "a ser mejor persona". Sin perder la perspectiva, porque Aurelia tiene claro que los cuidadores familiares "están haciendo que el Estado ahorre mucho, mucho dinero" y, por eso, reclama que la ley sea más empática, que la prestación por familiar cuidador sea más decente y que su trabajo mejor reconocido.

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