Ana Isabel Peña, invidente desde los cuatro años: "Las marcas siguen sin etiquetar sus productos en braille"

Una persona leyendo en braille
Una persona leyendo en braillePixabay
Compartir

Este 2025, el sistema de lectoescritura descubierto por Luis Braille está de (feliz) aniversario. Hace ya 200 años que las personas invidentes tienen acceso universal a la cultura y la educación gracias al braille, cuyo descubrimiento supuso un antes y un después en el desarrollo laboral y personal de aquellos que han perdido la vista. El braille es una ventana abierta hacia la igualdad y el contacto con el mundo que les rodea, tanto fuera como dentro de casa. Porque, para ellos, la lectoescritura no es solo una vía para acceder a la literatura, también es una herramienta fundamental para desenvolverse en su día a día:

"Nosotros etiquetamos todos los productos que usamos habitualmente dentro de nuestros hogares. Desde los medicamentos, que ya vienen etiquetados por ley, hasta envases de alimentos o productos de limpieza, pues es crucial que los tengamos bien identificados", comenta a Informativos Telecinco web Ana Isabel Peña, promotora de braille en la Comunidad de Madrid. Ésta es una necesidad que logró su mayor relevancia pública gracias al grito de auxilio de Romeo, un niño ciego que, en el año 2022, pidió a todos los supermercados que etiquetaran sus productos en braille. Su ruego fue escuchado por el Ministerio de Consumo, desde donde se aseguró que el Gobierno iba a instar a la creación de un etiquetado inclusivo. Sin embargo, éste no ha llegado todavía:

PUEDE INTERESARTE

"Falta mucha inclusión en las ciudades"

"Aún falta mucha inclusión en las ciudades en este sentido. Podemos encontrar etiquetas en braille en algunas marquesinas de autobús o en las barandillas del metro, donde te indican la dirección en la que vas. Pero no suele haber. En centros comerciales, por ejemplo, no sabes en qué tienda estás entrando. En los supermercados, tampoco sabes qué producto estás cogiendo, excepto los de algunas marcas, como Auchán, que sí están etiquetadas en braille. Pero aún seguimos en la lucha para que los supermercados sean mucho más inclusivos", asegura Ana Isabel.

Ella, como promotora del braille, conoce muy bien este sistema de lectoescritura. Siendo ciega desde los cuatros años - nació con una patología congénita de retina - creció utilizándolo, y ahora trabaja enseñándoselo a los demás. Ana Isabel es muy consciente de que no es lo mismo aprender el sistema desde niño, que partir de cero cuando un adulto ha perdido la visión: "Las personas adultas que se han quedado ciegas tienen más dificultades a la hora de aprender ese tacto fino sobre el papel y para identificar los signos", admite. Por ello, para enseñarlo, tiene que emplear un método progresivo:

PUEDE INTERESARTE

"Primero tienen que aprender a tocar para discriminar los elementos. Hay que tocar de otra manera. Se comienza con distintas texturas, se pasa a los puntos y poco a poco se van identificando las letras. El tiempo que tardan depende de cada persona, hay a quien le cuesta más o le cuesta menos. Tuve un alumno que había sido pintor de coches antes de perder la vista y se lavaba las manos sin disolvente. Tenía las manos muy castigadas y las yemas de los dedos quemadas, por lo que le costó mucho aprender a leer con ellas", explica esta experta.

Podría pensarse que, alumnos en estas circunstancias, podrían limitarse a usar las nuevas tecnologías y que éstas interpreten y lean los textos por ellos. Sin embargo, Ana Isabel cree que el braille es un sistema "insustituible" por ningún dispositivo de lectura pues, cuando no hay internet, "los invidentes tienen que saber manejarse por sí mismos", concluye.

Suscríbete a las newsletters de Informativos Telecinco y te contamos las noticias en tu mail.

Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y conoce toda la actualidad al momento.